Los confesores de Carlos V, Mariana de Austria y Carlos II: estudios de caso en los fondos de la biblioteca
Aunque la figura del confesor real ya existía en la Edad Media, no fue hasta la época de Isabel I de Castilla que se añadieron al cargo responsabilidades políticas además de las espirituales. Entre los responsables del sacramento de reconciliación de la monarca, destaca el cardenal Cisneros, uno de los personajes más influyentes en la Alta Edad Moderna española. Tras su paso por la corte isabelina alcanzó la posición de cardenal y fue regente de Castilla debido a la incapacidad de Juana I. Aunque Cisneros, uno de los confesores regios más célebres de la historia de España, pertenecía a la orden Franciscana; la mayoría de los religiosos que consiguieron este cargo en nuestro país pertenecían a la orden de los Predicadores. Esta es una singularidad en el panorama europeo, donde a partir de las últimas décadas del siglo XVI, la Compañía de Jesús ocupaba esa posición en la mayor parte de las monarquías del continente. A partir de Felipe II el cargo se institucionalizó, se convirtió en una plaza fija en la corte. Téngase en consideración la importancia que el heredero de Carlos V daba en su programa político a su papel de defensor del catolicismo en Europa frente a la expansión de las nuevas iglesias protestantes. En estas circunstancias, el papel del confesor regio era fundamental.
Durante los reinados de Felipe III y Felipe IV la mayor preocupación de la corte era el mantenimiento de la hegemonía en Europa, que poco a poco se iba perdiendo y que acabó en manos de la monarquía francesa tras la Guerra de los Treinta Años, continuando la política marcadamente católica de sus antecesores de la mano de sus confesores. Felipe IV falleció cuando su hijo Carlos tenía solo tres años. Dejó en herencia a su hijo enfermizo un reino igualmente débil. Durante la regencia de Mariana de Austria, madre del futuro monarca, el jesuita Nithard desempeñó la función de confesor y consejero de la reina. Su rápido ascenso en la pirámide de poder de la corte madrileña le granjeó numerosos enemigos cuyas conspiraciones acabaron con su expulsión. A pesar de ello mantuvo su poder e influencia en cuestiones diplomáticas convirtiéndose en embajador en la Santa Sede tras su destitución. Puede que Nithard sea el último confesor con gran influencia de la dinastía Habsburgo en la península ibérica, ya que durante el convulso reinado de Carlos II las pugnas por el poder entre los cortesanos dejaban pocas oportunidades de monopolizar la ascendencia sobre el monarca. Los fondos de la biblioteca cuentan con diversos estudios de caso sobre confesores particulares de la corte hispana a lo largo de los reinados de la dinastía Habsburgo. Para esta exposición se han seleccionado tres obras que estudian en profundidad las biografías de los clérigos que ocuparon esta posición durante los gobiernos de tres monarcas: Carlos V, Mariana de Austria y Carlos II. A través de ellas, se puede apreciar la evolución de la influencia que poseían los confesores que se encontraron en esta posición.
IRENE GARCÍA GARCÍA
"Confesores franciscanos en la Corte de Carlos I", de Manuel de Castro, separata de Archivo Iberoamericano, XXXV, 138 (1975), pp. 253-312.
BUCM: D27CAJA-09(04)
Este fascículo publicado en 1975 forma parte de un proyecto más extenso, una colección sobre la presencia de religiosos franciscanos en la corte de varios reyes a lo largo de la historia de España. El autor de estos cuadernos es el historiador Manuel de Castro (1918-2002), miembro de la Orden Franciscana y doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid (1953). La mayor parte de su investigación historiográfica se centró en temas eclesiásticos y estudios sobre su propia orden, como es el caso de este breve libro.
Su intención con este cuaderno es hacer un repaso de algunos religiosos franciscanos que sirvieron a Carlos I y su familia y su papel en la corte. En el prólogo aclara que no ha podido ser exhaustivo en este estudio porque la investigación sobre los confesores regios en los años setenta estaba en estadios preliminares y no se disponía de suficiente información para realizar descripciones más completas sobre los personajes que menciona. Manuel de Castro se sirvió principalmente de documentación perteneciente a los archivos de instituciones franciscanas de toda España y a la correspondencia de Carlos I y su familia para la redacción de este fascículo. Las pocas fuentes secundarias que cita hacen patente lo poco que la investigación académica había indagado en este tema en aquella época. Esta publicación se divide en tres partes, cada una dedicada a un miembro de la familia real y a los religiosos que le asistieron: Carlos I, Isabel de Portugal y Juan de Austria. Cada capítulo comienza con una breve biografía del miembro de la realeza en cuestión y su relación con la Orden Franciscana, a continuación, se nombra a varios religiosos con los que tuvo contacto. A lo largo de toda la obra el autor encomia a la orden mendicante, de la que era miembro. Haciendo énfasis en la presencia franciscana en la corte regia, dota a la organización religiosa de un papel central en la historia de España y de Europa; ya que incluye las biografías de religiosos que acompañaron al emperador y le aconsejaron en momentos determinantes de su reinado, como Fray Juan de Quintana, que asistió a la Dieta de Worms de 1521, en la que compareció Martín Lutero. Además, destaca la actividad intelectual de todos estos frailes incluyendo una lista de los libros que escribieron después de cada una de sus biografías.
Los hechizos de Carlos II y el proceso de Fray Froilán Díaz, confesor real, de Ronald Cueto Ruiz, Madrid: Editorial La Ballesta, 1966.
BUCM: D946.045CUE
Esta publicación de 1966 de la editorial La Ballesta es obra del profesor universitario Ronald Cueto Ruiz. Nacido en Inglaterra, pero de padres españoles, vivió entre los dos países a lo largo de toda su carrera: estudió en Cambridge, pero se doctoró en la Universidad Complutense en 1962. El mismo año en el que Ballesta publica Los hechizos de Carlos II, fundó el departamento español en la universidad de Leeds. Es importante recordar que los años sesenta vieron un aumento del interés por la historia española en el mundo anglosajón. Es la época en la que John Elliott publicó La España imperial: 1469-1716 y El conde duque de Olivares: el político en una época de decadencia. La puesta en marcha de un departamento español en Leeds por parte de Cueto Ruiz es otra prueba de la popularidad de lo hispano en Gran Bretaña. En esta obra se pone el foco en Fray Froilán Díaz, confesor de Carlos II acusado de practicar hechicería contra el monarca. En los últimos meses de vida del rey se abrió un proceso contra el fraile, que fue exonerado de todos sus cargos y encarcelado en el año 1700. La resolución del caso no llegó hasta cuatro años después, cuando se le declaró inocente y se le restituyó en su cargo de consejero de la Inquisición. En la introducción Cueto Ruíz expresa la razón de sus investigaciones sobre el confesor de Carlos II: nunca antes se había realizado un estudio detallado sobre los hechizos del rey y las breves menciones que se hacían a estos acontecimientos en la historiografía extraían la información de una obra de finales del siglo XVIII: “El proceso fulminado contra Fray Froilán Díaz”, basada en un manuscrito de principios de ese mismo siglo. Desde el siglo XIX los historiadores hacían referencias a este acontecimiento expresando prejuicios y críticas morales sobre la corte del último monarca Habsburgo en Madrid para reforzar su interpretación liberal de la historia de España. Sin embargo, Cueto Ruiz supo identificar contradicciones rodeando el caso del confesor de Carlos II que hacían interesante profundizar en él, no era correcto seguir haciendo juicios tan contundentes sobre un acontecimiento tan desconocido. De esta forma, pretendía demostrar que hay hechos considerados axiomáticos por los historiadores que en realidad nunca han sido demostrados con el rigor académico que merecen y deben investigarse para avanzar el conocimiento científico. Podemos dividir la obra en cuatro partes: la introducción, una discusión sobre la historiografía y su representación del caso de Fray Froilán Díaz, una descripción detallada del conflicto y su resolución desarrollada a lo largo de trece capítulos y una conclusión. Además, incluye un apéndice con transcripciones de fuentes primarias, muchas de ellas nunca antes utilizadas por historiadores.
Confesionario y poder en la España del siglo XVII: Juan Everardo Nithard, de María del Carmen Sáenz Berceo, Logroño: Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2014.
BUCM: N 32561
En este libro publicado en 2014 por la Universidad de La Rioja, María del Carmen Sáenz Berceo explora la figura de Juan Everardo Nithard y las razones de su expulsión de la corte madrileña. Sáenz Berceo es doctora por la Universidad de La Rioja (1995) y trabajó como investigadora en el ámbito de la Historia del Derecho y de las Instituciones entre 1992 y 2018. Ha publicado varios artículos y libros vinculados con la historia de la Iglesia en España en la Edad Moderna, poniendo el foco en la Inquisición y su relación con la monarquía. En la introducción Sáenz Berceo expone el propósito de la obra: averiguar el porqué de la expulsión de la corte y caída en el olvido de Juan Everardo Nithard, confesor de la reina Mariana de Austria y miembro del Consejo de Estado y de la Junta de Gobierno que asesoraba a la monarca durante su regencia tras la muerte de Felipe IV. Para su redacción utilizó documentos originales redactados por el propio Nithard, miembros de la realeza y otros cortesanos procedentes de catorce bibliotecas y archivos localizados en España, Inglaterra e Italia; así como una extensa bibliografía secundaria. El libro se divide en siete capítulos que explican la trayectoria vital y profesional del religioso jesuita: los tres primeros capítulos narran sus días en la corte como confesor y su ascenso a la posición de inquisidor general, el aumento de la oposición en su contra y su expulsión; los otros cuatro se centran en sus años en Roma como embajador, arzobispo y posteriormente cardenal hasta su muerte en 1681. La obra incluye también un extenso apéndice con la transcripción de treinta cartas y otros documentos pertenecientes al religioso de origen austriaco que muestran el rigor y la profundidad de las investigaciones de la autora en el proceso de redacción de este libro.