La monarquía de Felipe V

Los Borbones: Dinastía y memoria de nación en la España del siglo XVIII, coord. por Pablo Fernández Albaladejo. Madrid: Marcial Pons-Casa de Velázquez, 2002.

BUCM (Biblioteca de Derecho-Crimonología): HIS IVaBOR din

NURIA SALLÉS (UNED)

El tricentenario de la instauración de los Borbones al frente de la monarquía española vino acompañado de la aparición de un buen número de trabajos de investigación tocantes al momento de transición entre el Seiscientos y el Setecientos hispanos. La efeméride facilitó la concentración de la actividad académica en encuentros como el coloquio internacional celebrado en Madrid en mayo de 2000, que reunió a un largo número de historiadores dedicados al estudio del cambio de siglo y del largo XVIII. Los Borbones: Dinastía y memoria de nación en la España del siglo XVIII, libro resultado de aquel coloquio y coordinado por Pablo Fernández Albaladejo, estaba llamado a convertirse en un libro de referencia por la amplitud temática que sus textos cubren, y aporta, además, una novedad en su enfoque. Consiste ésta en la ampliación del horizonte de interpretación del cambio dinástico, para indagar en su significado y su impacto sobre una comunidad política, la hispana, que no era simple espectadora ni de la extinción de la Casa de Austria en la monarquía hispánica, ni de la contienda sucesoria, ni de las transformaciones que a raíz de ambos sucesos afectaron al territorio y a sus comunidades.

A pesar del título, el volumen no persigue ofrecer una historia de la dinastía, ni siquiera del gobierno de esta dinastía en España. En él, el relevo dinástico en el inicio del siglo XVIII supera su condición limitante de acontecimiento diplomático, bélico, o cortesano. El volumen asume una primera ampliación ineludible, al contemplar esta transición en su marco europeo. El primer bloque de textos de la compilación se ocupa del contexto necesario para comprender las implicaciones de la ausencia de una sucesión clara para el monarca hispánico, Carlos II. El elenco de autores convocados (D. Ozanam, J. Bérenger, X. Gil Pujol, P. Cardim, F. Fausta Gallo, D. Bell) permite cubrir con amplitud de miras el examen de la comprensión de la comunidad política en determinados territorios ibéricos (Corona de Aragón, Portugal), el análisis de la disyuntiva para territorios extra-peninsulares pero parte integrante de una herencia que se iba a disolver (Italia), y la evaluación de los tintes del realismo político del que hicieron gala tanto en Viena como en París. La respuesta de la comunidad política ante la situación de doble lealtad creada por la guerra internacional, la adaptación de las élites de poder a la complejidad del momento, y la reacción hacia los difidentes de quien emergería ganador en tal certamen dinástico, forman el núcleo del segundo bloque de textos (debidos a J. Arrieta Alberdi, I. M. Vicent López, J. M. Iñurritegui, J. Albareda, E. Postigo, J.-P. Dedieu, y E. Giménez López). Se toman en consideración aquí las dinámicas políticas previas y propias del escenario hispano, y el impacto más inmediato sobre éstas de la crisis sucesoria. La propuesta se cierra con un tercer bloque (con textos de J. Vallejo, P. Fernández Albaladejo, J. Amelang, A. Mestre Sanchis, F. Sánchez-Blanco, y J. M. Portillo Valdés) en el que se cambia la lente por otra de largo alcance, atenta a la proyección y reelaboración de las iniciativas (desde luego ni lineales ni asépticamente modernizadoras) mediante las cuales se intervenía en la constitución de la comunidad política, y atenta -en definitiva- a las implicaciones de la instauración borbónica hasta 1808.


La conferencia de los tres comunes (1697-1714). Una institución decisiva en la política catalana, de Eduard Martí Fraga. Lleida: Milenio, 2018.

BUAH (CRAI-Biblioteca): S946.71MAR

DAVID FERRÉ GISPETS (UPF)

Desde principios del siglo XXI, la historiografía catalana y española ha dedicado una notable atención a los acontecimientos y dinámicas de naturaleza política, militar, social, económica y cultural que se dieron en la península en el período del cambio dinástico. Entre muchos otros, los trabajos de Joaquim Albareda, Virginia León, Concepción de Castro, Josep María Torras, Agustí Alcoberro, Francisco Andújar, Roberto Quirós o Bernardo García han aportado nuevas perspectivas e interpretaciones sobre la Guerra de Sucesión Española y su impacto global en la monarquía española y en el conjunto del continente. Con todo, la riqueza en acontecimientos, instituciones y protagonistas han dado lugar a estudios de caso de notable interés que llegan a superar las fronteras coyunturales de la querella sucesoria. La conferencia de los tres comunes (1697-1714) de Eduard Martí Fraga es un claro ejemplo de uno de estos trabajos. Nacido como una parte fundamental de su tesis doctoral, el presente volumen va mucho más allá de una descripción de la acción fáctica del mecanismo de coordinación política conocido como la “conferencia de los Tres Comunes” durante los diecisiete años que separan los asedios de Barcelona de 1697 y 1714. En él, su autor ofrece un profundo análisis del sistema institucional catalán a finales del siglo XVII y su posterior evolución hasta su desarme con la Nueva Planta. De esta manera, los dos primeros capítulos sirven como un excelente resumen para entender el aparato administrativo propio del Principado, pues en ellos se describe sintética pero solventemente la naturaleza y funciones de cada uno estos tres Comuns de Cataluña, la Diputación del General –o Generalitat–, el Consejo de Ciento de Barcelona y la corporación nobiliaria conocida como el Braç Militar, así como sus dinámicas informales de coordinación previas al período estudiado. A todo ello, se le debe sumar el quinto capítulo, dedicado a la descripción de la mencionada “conferencia” y de sus mecanismos de organización y de reunión.

A su vez, la obra también sirve para observar las distintas respuestas institucionales hechas por los Comuns catalanes ante las crecientes tensiones que llevarían al alzamiento austriacista de 1705. De entre ellas, se destacan los intensos conflictos con la Corona por la aplicación de la vicerrègia ante el nombramiento del conde de Palma como virrey en 1701 y por la oposición al decreto de expulsión del Principado del mercader y cónsul neerlandés Arnold de Jäger en 1703. Pero esos solamente son dos de los ochenta y tres heterogéneos temas tratados por los delegados de la conferencia en más de quinientas reuniones. Temas que irían desde la preparación de ceremonias, concesiones de cátedras o la gestión de los donativos de las Cortes, a la administración militar y de los alojamientos, el levantamiento de unidades y el mantenimiento del orden público durante el período de gobierno del Archiduque. Finalmente, es importante resaltar que el análisis de Martí se sustenta en un vaciado sistemático y completo de los registros documentales de las tres instituciones que participaron de este proceso deliberativo y decisorio. Tal nivel de profundización ha permitido al autor poder trazar una solida imagen de conjunto del período, salvando los importantes vacíos documentales existentes en períodos de gran excepcionalidad militar como 1697 o el bienio de 1713-1714. Buena muestra de ello son los múltiples gráficos –tanto los que acompañan al texto como los que forman sus anexos– recopilando los ritmos de reunión, qué institución llevaba la iniciativa, las temáticas tratadas, las competencias existentes ante cada problemática, la identidad de los delegados o los consejos dados al fin de cada sesión.


Gobernar la ocasión. Preludio político de la Nueva Planta de 1707, de José María Iñurritegui. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2008.

BUCM (Biblioteca de Ciencias Políticas y Sociología): L32(46)"17"IÑU

GERARD PAMPLONA MOLINA (UPF)

La aplicación de los Decretos de Nueva Planta representó una ruptura radical en el sistema político de la Monarquía Hispánica, marcando un punto de inflexión en su desarrollo histórico. Para los territorios de la Corona de Aragón, que fueron los más afectados por estas imposiciones, los decretos supusieron la pérdida de sus fueros y constituciones, así como su plena asimilación política al modelo castellano. En su obra de poco más de doscientas páginas, Iñurritegui ofrece una visión detallada del proceso que condujo a la consolidación de la ideología abolicionista que desmanteló el sistema institucional de los reinos de Aragón y Valencia, y que posteriormente inspiraría el de Cataluña.

Simultáneamente, la obra ofrece una visión compleja y no homogénea del aparato gubernamental borbónico, evidenciando cómo algunas instituciones, en particular el Consejo de Aragón y el Consejo de Estado, intentaron mitigar el impacto político de la represalia impuesta contra los rebeldes. Estos organismos argumentaron que sería más adecuado implementar una reforma de gran envergadura una vez finalizado el conflicto, en lugar de hacerlo durante la contienda, con el fin de evitar una resistencia aún más férrea por parte de los habitantes de la Corona de Aragón. Esta perspectiva desafía la visión tradicional de un bando borbónico unánimemente centrado en la aplicación de una represión indiscriminada. Sin embargo, se demuestra que, finalmente, la capacidad de persuasión de estos sectores fue ineficaz: no lograron ni demorar la aplicación del Decreto, la resistencia de catalanes, aragoneses y valencianos aumento exponencialmente, no pudieron suavizar el tono de su redacción, y ni mucho menos impedir su propia desaparición. La oportunidad que surgió tras la victoria en la batalla de Almansa en 1707 resultó demasiado atractiva para no materializar una idea política que el conde-duque de Olivares había soñado décadas antes y que, desde 1705, venía gestándose con creciente intensidad, siendo aceptada tanto por los representantes galos en la Corte de Madrid como por influyentes burócratas hispanos como Macanaz y Grimaldo. El fenómeno político analizado por Iñurritegui encuentra, asimismo, una interesante extrapolación en el proceso de creación de Gran Bretaña mediante el Act of Union de 1707. Mientras en España se consolidaba una nueva dinastía mediante el uso de la fuerza, imponiendo su voluntad y buscando la asimilación de los territorios conquistados, en paralelo, Escocia e Inglaterra se unían formalmente a través de la aprobación de sus respectivos parlamentos. Modelos de integración completamente contrapuestos, con resultados dispares para ambas partes.


Gobernar con una misma ley. Sobre la Nueva Planta Borbónica en Valencia, de Enrique Giménez López. València: Universitat d'Alacant, 1999.

BUCM (Biblioteca de Derecho-Criminología): HIS VIII-6 GIM gob

GERARD PAMPLONA MOLINA (UPF)

Los Decretos de Nueva Planta supusieron la disolución de la Corona de Aragón como entidad política, al tiempo que consolidaron un nuevo modelo de organización y control político inspirado en el sistema francés de Luis XIV. No obstante, el impacto de la Nueva Planta fue desigual según el reino en cuestión. Si bien se puede identificar una dinámica común, en la que el modelo castellano sirvió para completar la asimilación de los territorios considerados rebeldes, cada caso presenta características particulares que introducen variaciones significativas en el proceso de implementación y adaptación de la política represiva.

El trabajo de Giménez destaca por su análisis de la coyuntura política en València y el desarrollo del nuevo modelo de control implementado para someter a una población hostil a las reformas impuestas. Mientras que en el Reino de Aragón la represión militar fue relativamente menor debido a su orografía y la dispersión de sus núcleos urbanos, el caso valenciano se caracteriza por una intensificación de la presencia militar en la vida cotidiana de los vasallos, así como por una mayor presión fiscal. La obra se centra, particularmente, en el proceso de implementación del Decreto de Nueva Planta, analizando las actitudes adoptadas por diversas instituciones y figuras clave tanto durante su aplicación como en sus consecuencias posteriores. En este contexto, se destaca el papel del Consejo de Aragón, cuya oposición, aunque infructuosa, buscó impedir la disolución de las instituciones forales. Un ejemplo de esta resistencia se encuentra en la propuesta del Consejo en mayo de 1707, que planteaba, como medida de contención, la continuación del virrey y el mantenimiento de la Generalitat, con la salvedad de que sus miembros, al igual que los de los municipios, fueran designados por el monarca, eliminando, no obstante, el sistema de elección por insaculación. Una de las principales aportaciones de esta obra radica en su demostración de cómo el caso valenciano propició la formulación de una nueva doctrina de las nuevas plantas. Estas reformas no se limitaron a replicar el modelo castellano, sino que se concibieron como una herramienta destinada a establecer un régimen híbrido, caracterizado por instituciones creadas ex novo, con una estructura y dinámicas propias, y, lo más significativo, con un perfil marcadamente militarizado. En efecto, el control gubernamental fue concentrado en manos de los capitanes generales y corregidores, quienes no reconocían una autoridad civil superior. Además, la obra subraya la novedad del sistema fiscal instaurado, que, en teoría, respondía a la creación de un impuesto único, cuya implementación representó un cambio radical respecto a los sistemas fiscales precedentes.

La nueva realidad política y social que emergió tras la batalla de Almansa no solo consolidó a los militares en la cúspide del poder, sino que también generó profundos conflictos entre las esferas civiles y militares, lo que resultó en la imposibilidad de denunciar eficazmente la corrupción generalizada que estos mandos, junto con los corregidores y regidores, ejercían en sus respectivos destinos. No es sorprendente, por tanto, que durante el despliegue de la política borbónica surgieran tensiones tanto entre los militares como entre las instituciones de la Chancillería y la Cámara de Castilla, lo que generó confusión, incluso entre los propios actores del proceso. Como se expone en la obra, la causa subyacente de estos conflictos fue el nombramiento de personas para ocupar los cargos de regidurías. Con total impunidad, los militares ocuparon estos puestos a lo largo de toda la guerra y en los años subsiguientes, designando a escribanos, regidores y procuradores, lo que desencadenó numerosos enfrentamientos con la Cámara de Castilla, que protestó enérgicamente por la intromisión castrense en sus competencias. Es particularmente revelador que, entre 1717 y la primera década del siglo XIX, el 96% de los nombramientos de corregidores recayeron en militares, con el objetivo de "contener con mayor autoridad y fuerza a aquellos pueblos", lo que, a su vez, sirvió de inspiración para consolidar el modelo administrativo castellano.


Aplauso panegírico a las felicidades de España en la real y general aclamación de su Católico Rey don Felipe V, de Francisco Ventura de Callejo y Urbina. S. l.: s. i., s. a. [Madrid, 1701].

JAIME HARGUINDEY GARCÍA (UAM)

Una de las principales aportaciones de la producción historiográfica de los investigadores de la Red Sucesión es cuestionar la visión del año 1700 como un hiato insalvable o frontera entre dos mundos dinásticos poco comunicados entre sí, cuando pese a los cambios son muchas las continuidades tal y como han demostrado numerosas indagaciones sobre diferentes temáticas entre los reinados del último Austria y del primer Borbón. Como muestra, en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla de la Universidad Complutense de Madrid se conserva un ejemplar del Aplauso panegírico a las felicidades de España en la real y general aclamación de su Católico Rey don Felipe V de Francisco Ventura de Callejo y Urbina, impreso en Madrid en el año 1701. Una obra en la que se alaba al joven monarca como nuevo rey de España siguiendo la misma estructura que en Las felicidades de España y del mundo Christiano, aplauso panegírico en la pública, y real aclamación del rey Carlos II, compuesta por el siciliano Gerónimo Basilico e impresa en Madrid en 1666. Además de incluir ilustrativos grabados sobre los jóvenes monarcas, ambas obras están encabezadas por un poema tanto en latín como en castellano dedicado a ellos, siendo los poemas dedicados a cada rey prácticamente iguales:

A LA MAJESTAD DEL CATÓLICO REY NUESTRO SEÑOR CARLOS II

Salve, o Carlos Segundo.

Amor y delicias del género humano,

En número feliz, más dichoso en tu presagio,

Entre los Católicos Príncipe, entre los Príncipes, el Católico

Que al Cielo no hay cosa más agradable, ni al Orbe más Ilustre.

Creces del llanto que causó la muerte de tu Padre, para goza del mundo;

De tu grande Padre Eco en todo imitador,

Hércules de Atlante.

A los Césares y Reyes tus Abuelos, no segundo.

Aunque entre todos, en el Nombre Segundo.

Todo lo que el Sol, desde el Oriente al Occidente baña con sus rayos, Para ti luce;

A ti consagra las noches, a ti los días y a ti los años.

De sus preciosas conchas tiñe las púrpuras el Indo,

Da materia a las Coronas

Montes de oro, el rico Océano

Y piedras preciosas tributan los dos mundos:

Ea concluye ahora Pequeño empresas grandes, y cuando grande mayores

La eternidad te previene las Coronas, te dispone los triunfos.

Irán delante de tus triunfales carros;

Aherrojada la rebelión,

Postrada la herejía,

Desterrada la superstición,

Atónitos el odio, y la envidia,

Entre tanto nosotros gozamos,

Pronosticamos,

Aplaudimos,

Vivas en los siglos, para que cantemos tus triunfos.

 

AL INVICTISSIMO PHILIPO QVINTO, REY DE LAS ESPAÑAS, Y EMPERADOR DE EL AMERICA. NVESTRO SEÑOR.

Salve, o Philipo Quinto:

Consuelo, y delicia de las Españas,

Gozo de el Christiano Mundo;

Nacido para nosotros, y dado de Dios a nosotros,

Para que seas Príncipe, entre los Católicos,

Para que seas el más Católico, entre los Príncipes

Tú, el mejor, como primero de los llamados,

Y llamado, como el Primero entre los más grandes.

A los Emperadores, y Reyes tus Abuelos; no segundo,

Aunque QVINTO en el nombre.

Todo lo que el Sol, desde el Oriente al Occidente alumbra, para ti luce:

El Dia, la noche, las Estrellas, los Montes, los Valles, y los Prados,

A tu culto se consagran.

De sus preciosas Conchas tiñe para ti las Púrpuras el Indo,

El Potosí su plata, y los Peruanos su oro;

Rinden para materia de tus Coronas.

Ea, sube al sagrado Solio de tus pasados,

O tú, en edad joven, en Prudencia, Anciano;

Feliz hasta en el número,

Y más feliz en los presagios;

En ti lo confiamos todo, por ti conseguiremos todo;

Ya, la Eternidad te previene las Guirnaldas, y los Triunfos.

La rebelión, la herejía, la superstición, el odio, y la envidia

Se postran a tus Pies.

Entre tanto nosotros

Nos alegramos, te pronosticamos, te aplaudimos,

Y rogamos a Dios por tu preciosa salud.

 

Continuidades y paralelismos evidentes. Tanto como que el poema dedicado a Felipe V es prácticamente una copia, ligeramente modificada, del de Carlos II. Sin embargo, hay elementos que no se modifican en el del Borbón. Como que no es segundo a los emperadores y reyes, sus abuelos, sus antepasados, que son los mismos que los de Carlos II. Asimismo, se le anima a que suba al sagrado solio, es decir, al trono, de sus pasados. No se debe olvidar que Felipe V era bisnieto de Felipe IV. Su coronación no supuso la llegada de una dinastía completamente extraña a la Monarquía de España.


Sucesión del Rey D. Phelipe V nuestro señor en la corona de España, diario de sus viajes desde Versalles a Madrid, el que ejecutó para su feliz casamiento, jornada a Nápoles, a Milán y a su ejército, sucesos de la campaña y su vuelta a Madrid, de Antonio de Ubilla y Medina, Madrid: por Juan García Infanzón, 1704.

SABRINA DELNERI (UAM)

Este voluminoso impreso, sacado de la imprenta en 1704, relata pormenorizadamente los viajes que emprendió el joven Felipe V de Borbón desde que se notificase su entronización como rey de España. El autor de la obra es Antonio Cristóbal de Ubilla y Medina (1643-1726), I marqués de Rivas, hidalgo de origen guipuzcoano, quien había recorrido todos los escalones de la carrera administrativa bajo el reinado de Carlos II hasta a convertirse en secretario del Despacho Universal (1698). Como notario mayor del reino, fue quien abrió y leyó, ante los miembros del Consejo de Estado, el testamento del último de los Habsburgo madrileños, en el que se nombraba heredero al propio Felipe de Anjou. A la llegada del joven Borbón a la corte española, Antonio de Ubilla fue confirmado en su cargo de secretario y, de hecho, se convirtió en un pilar al cual se apoyó el nuevo rey de España. Se trata, sin duda, de una publicación propagandística sobre el gobierno del monarca en los primeros años de su reinado. Dividido en cuatro partes, recorre en sus páginas el viaje desde Versalles a Madrid como heredero de Carlos II, el matrimonio con María Luisa de Saboya y el juramento de los fueros en las Cortes de Aragón, aparte de su viaje a Italia (1702) con las visitas a Nápoles y Milán, así como la campaña militar contra los ejércitos del emperador Leopoldo I en Lombardía y el regreso a Madrid.

La necesidad de publicar un impreso con tales argumentos subraya la fragilidad política que todavía afectaba al nuevo soberano y a su recién llegada dinastía. La elección de Ubilla como autor del libro no fue casual: el secretario del Despacho Universal representaba el vínculo simbólico entre el reinado de Carlos II y el de su legítimo heredero. Era también el único, dentro del entorno del rey, capaz de manejar y de tener a su disposición una ingente cantidad de documentos que comprobaban no solamente la licitud de la sucesión al trono de Felipe V, sino también su buen gobierno y su capacidad como comandante en la guerra con el emperador. Más que un valor literario, la obra de Ubilla posee un valor histórico que reside en la calidad de los documentos publicados dentro del impreso, como el mismo testamento de Carlos II o las capitulaciones matrimoniales con Maria Luisa de Saboya, que se alternan con el relato de los viajes. En esta narración encomiástica de los primeros años de reinado de Felipe V, es patente el esfuerzo de Ubilla para sustentar la propaganda con los documentos oficiales de cara a acabar con cualquier duda sobre la veracidad y la legitimidad de la sucesión, o la acción de gobierno del soberano Borbón. Sin embargo, en esta defensa de la Monarquía felipista se intuye también un esfuerzo de autopromoción del plumista ante el mismo Felipe V y frente a sus émulos en la laberíntica corte de Madrid.