Dinámicas imperiales y contrahegemonías

Ojos imperiales: literatura de viajes y transculturación, de Mary Louise Pratt. México: Fondo de Cultura Económica, 2010.

BUCM (Biblioteca de Geografía e Historia): D910.4(7/8:6)PRA

ALBERTO BAENA ZAPATERO (USAL)

Mary Louise Pratt estudia la literatura europea de viajes y exploración desde 1750 hasta el siglo XX y su relación con la expansión económica y el dominio colonial. Su crítica se centra en revelar la ideología que sustentó este género a través del tiempo, mostrando cómo crearon un orden imperial para los europeos, y les otorgaron un lugar principal dentro de él. Además, no se queda aquí, sino que Pratt también se interroga sobre cuál fue la actitud de los no europeos en relación a las codificaciones de su realidad proyectadas desde el viejo continente, si las asumieron, las moldearon o las rechazaron. Su libro es una apuesta interdisciplinar que transita entre la perspectiva filológica, histórica y antropológica en un arco geográfico y cronológico muy amplio, a través de estudios de caso pormenorizados. Los encuentros entre europeos y no europeos que articulan la investigación se sitúan en las «zonas de contacto», que Pratt define como «el espacio en el que personas separadas geográfica e históricamente entran en contacto entre sí y entablan relaciones duraderas, que por lo general implican condiciones de coerción, radical inequidad e intolerable conflicto». Al poner el acento sobre el contacto, Pratt destacó que los individuos que se encuentran «se constituyen en y a través de su relación mutua». Además, este concepto permitiría tratar las relaciones entre colonizadores y colonizados «no en términos de separación sino en términos de presencia simultánea, de interacción, de conceptos y prácticas entrelazadas» (pp. 33-34) (véase asimismo Anthony Pagden, La caída del hombre natural. El indio americano y los orígenes de la etnología comparativa, Madrid: Alianza Editorial, 1988). De esta forma, se incluye en una línea historiográfica mayor que se interroga por la forma en que se desarrolla una retórica de la alteridad en la literatura o, dicho de otra forma, cómo se forma el discurso sobre el otro hasta la actualidad y cómo condiciona nuestra relación con la diferencia. Este tema es de una rabiosa actualidad y tiene un potencial transformador sobre nuestras sociedades. Como la misma autora expresa en la introducción, puede contribuir a los debates decoloniales de la imaginación y el conocimiento del mundo.

 


They need nothing: Hispanic-Asian encounters of the colonial periodde Robert Richmond Ellis. Toronto, Buffalo: University of Toronto Press, 2012. (Edición en español: De nada tenían necesidad. Contactos hispano-asiáticos durante el periodo colonial español. Alicante: Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2022).

BUCM (Biblioteca de Geografía e Historia): D82(5).09ELL

ALBERTO BAENA ZAPATERO (USAL)

La investigación de Robert Richmond Ellis se ocupa de la producción española de obras escritas sobre el este y sudeste asiáticos entre los siglos XVI y XIX, tomando en consideración tanto aquellas producidas por religiosos como por civiles. Examina la descripción que se hizo de sus habitantes y sus culturas, así como las reacciones que motivó la presencia española en Japón, China, Camboya y las Filipinas. Asimismo, se interroga sobre las reflexiones que estos contactos provocaron sobre la propia identidad de los autores de los textos. En palabras de Richmond: «Estos textos nos muestran las recíprocas tensiones derivadas del intercambio cultural que se produjo durante los periodos moderno y colonial y el papel fundamental de España no solo respecto a la producción de imágenes occidentales sobre Asia, sino también en la continua construcción y reconstrucción de lo que significa ser occidental y, en última instancia, humano» (p. 16). La propuesta de Robert Richmond resulta muy original y sugerente porque las fuentes españolas que tratan sobre el otro asiático han sido poco trabajadas desde una perspectiva cultural y porque permite valorar las diferencias que se produjeron en la percepción occidental entre americanos y asiáticos. Así, por ejemplo, se aprecia que chinos y japoneses, merced a las teorías sobre la influencia del clima, fueron valorados e incluso admirados por los españoles mientras que otros asiáticos del sur, como los indígenas filipinos fueron desconsiderados de la misma forma que los americanos. Además, resulta interesante conocer los estereotipos que los españoles asociaron a cada grupo humano que encontraron en el Pacífico, desde aspectos supuestamente negativos como la sodomía asociada a chinos y japoneses hasta aquellos que reivindicaban su laboriosidad. En el caso de Filipinas, resulta interesante la proyección de los debates hasta el siglo XIX y la oposición de José Rizal al legado colonial.

 


El mito del salvaje, de Roger Bartra. México: Fondo de Cultura Económica, 2012.

BUCM (Biblioteca de Bellas Artes): DBBA 12556

ALBERTO BAENA ZAPATERO (USAL)

Este libro reúne dos de las investigaciones más importantes del antropólogo y sociólogo Roger Bartra: El salvaje en el espejo y El salvaje artificial. Los trabajos de Bartra son una referencia en los estudios de la alteridad por haber sido capaz de analizar a través del tiempo las representaciones iconográficas y literarias del mito occidental del salvaje. Gracias a una perspectiva amplia, Bartra sostiene que se trata de un mito de largo recorrido y alcance cuyo significado es polivalente, pues ha ido cambiando según las circunstancias de cada periodo. No obstante, advierte que hubo una raíz común que favoreció su permanencia desde la antigüedad hasta el presente. Para Bartra, la identidad de los individuos está íntimamente relacionada con la otredad, pues permite construir en negativo la conciencia del yo. En el caso de Europa, la dicotomía entre civilizado y salvaje permitió definir desde una posición de superioridad la relación entre lo que se es y lo que no. Sin embargo, a pesar de lo que comúnmente se piensa, Bartra demuestra en su trabajo que el mito del salvaje no es una emanación ideológica del colonialismo, sino que es anterior e independiente del contacto con grupos humanos extraños. De esta forma, un mito que evolucionó desde la noción grecorromana de bárbaro, pasando por el ser a medio camino entre lo humano y lo animal que habitaba los bosques de la Edad Media, se proyecta en el siglo XVI al otro lado del Atlántico para definir el lugar del europeo en el mundo. Finalmente, el libro de Bartra nos provoca al hacernos interrogar sobre la permanencia de las estructuras culturales de la imaginación occidental en la actualidad.


El espejo de Heródoto. Ensayo sobre la representación del otro, de François Hartog. México: Fondo de Cultura Económica, 2002.

BUCM (Biblioteca de Filología-María Zambrano): DP875HER1.06HAR

ALBERTO BAENA ZAPATERO (USAL)

François Hartog se ocupa de la obra del historiador y geógrafo griego Heródoto desde un punto de vista original: la escritura del otro. De esta forma, más allá del análisis pormenorizado de la obra del considerado como padre de la historia, su investigación se centra en su explicación de la alteridad de los pueblos (los escitas, los egipcios, los fenicios, los persas, etc.) para entender cómo los griegos de la época clásica podrían practicar la etnología (representar para sí a los no griegos). La virtud de este trabajo es que ofrece una metodología de análisis que permite descifrar la retorica de la alteridad en cualquier texto, independientemente del periodo o el lugar del que se trate. Prueba de esta polivalencia de su método son las relaciones que establece con las crónicas de viajeros a América durante el siglo XVI. Para Hartog, la literatura de viajes planteaba problemas epistemológicos: qué voces merecían credibilidad y cómo describir al otro. El escritor debía conseguir que el lector le creyese y le entendiese. La retórica de la alteridad es el conjunto de fórmulas por medio de las cuales ese narrador hacía creer al destinatario que la traducción de la realidad que le ofrecía era fiel. Teniendo esto en cuenta, Hartog ofrece una serie de herramientas que nos ayudan a desentrañar esta retórica, las reglas operatorias de la fabricación del otro en el discurso: Presencia de un narrador que habla en primera persona de lo que vio o de lo que escuchó para generar credibilidad, la inversión de significados, la comparación, la transposición, generalizaciones por metonimia, etc. Finalmente, Hartog expresa cómo los relatos sobre los otros actúan como espejos en que nos miramos para construir nuestra propia identidad. Para el historiador, además, el espejo muestra el pasado que analizamos para comprender el presente.


Tribunali della coscienza. Inquisitori, confessori, missionari, de Adriano Prosperi. Turín: Einaudi, 1996.

BUCM (Biblioteca de Geografía e Historia): D284(45)PRO

DAVID MARTÍN MARCOS (UNED)

Es este un libro indisociable de uno de los debates de mayor tradición en la historiografía italiana: el del papel atribuido a la Iglesia Católica y su carácter hegemónico no solo en la configuración política de los distintos estados y territorios italianos durante la época Moderna, sino también en la Italia Contemporánea. Lejos de acoger las tesis tradicionales sobre el frustrado acceso a la modernidad como consecuencia de la oposición Contrarreformista a la Reforma protestante —la Riforma mancata que explicaría en Italia la inconsistencia de ciertas instituciones o incluso las debilidades morales de sus actores—, Adriano Prosperi parte para su análisis de aquello que fue y no de lo que pudo ser. Su objetivo, así las cosas, es mostrar el papel preponderante de la Iglesia Católica en el país trasalpino para exponer las particularidades de su «modernidad». Propone, para ello, un análisis integral del disciplinamiento social puesto en marcha en siglos XVI y XVII a través de una estrategia católica de control de las conciencias basada en métodos aparentemente contradictorios y que oscilan entre la punición violenta y la persuasión. Inquisidores, confesores y misioneros, los tres pilares sobre los que el autor hace sostener esta magna obra, son también los tres grandes campos sobre los que se estructura el libro. En él analiza el papel de la Inquisición en Italia; la confesión, entendida como un acto en el que la «persuasión» del sujeto confesor juega un papel fundamental, pero que está estrechamente vinculada al control de los inquisidores; y la acción misional llevada a cabo entre los rústicos y montañeses de la Península y las islas italianas.

En ese universo en el que esos tres componentes interactúan de forma activa, resulta, no obstante, de especial interés para el historiador el elemento inquisitorial. No porque sea un fenómeno que podría reputarse atractivo para toda una serie de lectores que procuren las formas intransigentes y perversas del Santo Oficio; sino porque Prosperi aboga por conceder a esta institución un papel decisivo y centralizador en el conjunto de la península transalpina. Es ese el elemento que permite al autor relacionar el control de las consciencias operado por la Inquisición con las raíces de la sociedad y el aparato burocrático-administrativos de la Italia contemporánea, toda vez que el tribunal fue la única forma centralizada de poder que estuvo activa durante todo el periodo moderno en la Italia peninsular. Esta unificación «inquisitorial» observada por Prosperi es también el principio de una genealogía que tampoco debe ser descuidada en la historia política. El control de las consciencias, por otro lado, no es entendido por el autor como un proceso imperturbable y no carente de fisuras. La acción misional y la constatación de que en la propia Italia existían “Indias interiores” pendientes aún de civilizar y evangelizar nos habla de otros muchos ámbitos en los que las llamadas conquistas culturales no son fáciles o no son completadas de forma íntegra, a pesar de que Prosperi se aproxima a ellas a través de los misioneros y no de las comunidades locales. En todo caso, si algo indica esta afirmación de la hegemonía católica en Italia —y cabría hacer extensible esa lectura a otros espacios de la Europa Meridional— es que no se trata, ni mucho menos, de un episodio reactivo frente a los reformistas. Ese prisma de confrontación, confirma Prosperi, es demasiado estrecho como para comprender un proceso histórico de mayores dimensiones.


The Old World and the New 1492-1650, de John H. Elliott. Cambridge: Cambridge University Press, 1970.

BUCM (Biblioteca de Derecho-María Zambrano. Sala Rafael Ureña): HIS VIa ELL old

DAVID MARTÍN MARCOS (UNED)

Este libro es el resultado de cuatro conferencias pronunciadas por el historiador e hispanista John H. Elliott en The Queen’s University de Belfast en el año 1969. En poco más de un centenar de páginas su reputado autor aborda con una extrema capacidad expositiva, una cuestión que hasta entonces no había despertado gran interés entre los historiadores: el impacto que el «Nuevo Mundo» habría tenido en Europa desde finales del siglo XV hasta mediados del siglo XVII. Elliott entendía que anteriormente sus colegas se habían dedicado fundamentalmente al estudio de la influencia de los europeos en el mundo y no al contrario. El impacto de Europa en el mundo, sostenía el autor, «parecía un tema de mayor interés e importancia», y esta asunción habría conducido a dos corrientes interpretativas: de un lado, la de aquellos que glosaban los avances y los conocimientos difundidos por los europeos a las otras partes del globo, especialmente a América, en un relato de matriz «civilizatorio»; y, de otro, la de esos autores que incidían en las consecuencias (no precisamente positivas) que este fenómeno había tenido en términos sociales y demográficos en los espacios ultramarinos. En todo caso, planteaba Elliott, la llegada de los europeos a América tuvo también importantes consecuencias intelectuales en el Viejo Mundo, puesto que puso a sus habitantes en contacto con nuevas tierras y gentes, de modo que muchos prejuicios e ideas que antes se daban por inamovibles fueron cuestionados. Ese impacto, abundaba Elliott a finales de los años sesenta, no siempre había sido visible en la historia de Europa, y, por este motivo, abogaba a continuación por integrar las historias de ambos continentes y no seguir sometiéndolas a un «divorcio historiográfico». El ajuste mental de los europeos será, no obstante, lento y demorado, en opinión de Elliott, lo cual probablemente nos hable también de que los encajes en el campo intelectual tendrían que hacer frente a fuertes inercias que condicionaron las escuelas de pensamiento en la Modernidad.

Pero si este impacto pudo ser «incierto» en un primer momento, la incapacidad de los europeos para aplicar sus conocimientos de forma efectiva en América a partir de criterios preconcebidos acabaría por hacer evidente una certeza: la necesaria asimilación, a través de la experiencia, de las nuevas realidades. En este sentido, el paso del tiempo y el éxito en muchas de sus empresas, creadas en ocasiones de la nada, debió de otorgar también a los europeos una incomparable confianza en sus capacidades. América se configuró así como una suerte de nueva frontera, y elementos materiales (principalmente la plata y el oro) hubieron de tener un peso importante en la configuración del continente europeo. Muy visible en el caso hispano y analizado en el debate sobre la revolución de los precios, Elliott se mostraba a propósito de este episodio algo más comedido al afirmar, con Braudel, que no solamente América (pese a su notable importancia) podía explicar las fluctuaciones y los ciclos económicos europeos por sí sola. Así las cosas, la integración demandada por Elliott, debía ser el mejor instrumento para encuadrar su impacto en el conjunto europeo. En ese marco, si algo deja claro El Viejo Mundo y el Nuevo es que muchas de las bases sobre las que se levantaba el mundo de los europeos hasta el siglo XV, fueron desafiadas de modo radical con la llegada a las nuevas tierras. Más de cincuenta años, se ha avanzado mucho en el análisis de ese fenómeno y parece que ese divorcio historiográfico al que aludía Elliott ha sido superado, pese a algunas trabas; pero no por ello la lectura de su obra ha dejado de ser imprescindible para conocer nuestro mundo en profundidad.


The art of not being governed: an anarchist history of upland Southeast Asia, de James C. Scott. New Haven: Yale University Press, 2009. 

BUCM (Biblioteca de Filosofía): BI316.334.55SCO

DAVID MARTÍN MARCOS (UNED)

El arte de no ser gobernados. A esa desafiante actitud se refiere el antropólogo James C. Scott para definir los modos de vida y las formas relacionales de las comunidades humanas asentadas en la llamada «Zomia» —término geográfico acuñado por Willem van Schendel que engloba el extenso macizo montañoso sudoriental del Asia continental. En esas zonas altas, cientos de miles de individuos se han mantenido alejados durante siglos de las estructuras de gobierno de las llanuras y los grandes valles. Scott, en su sugerente aproximación a estos grupos, plantea que todo ese territorio ha permanecido al margen de poderes reglados y que, en consecuencia, representa un significativo espacio de resistencia de vocación aestatal. Desde esa perspectiva, analiza además cómo lugares apartados fueron concebidos como espacios de refugio y progreso que permitieron a sus pobladores prosperar y permanecer a salvo de amenazas. En esos espacios, los individuos evitaron a menudo el pago de impuestos, las epidemias, las guerras, la esclavitud, los reclutamientos…; y son precisamente las consecuencias perniciosas de esos factores aquellas que mejor explican por qué la gente decidió en algún momento permanecer allí «sin estado» (stateless society). Al estudiar a estos grupos, Scott propone, además, un análisis en clave contrahegemónica para entender sus formas de vida y su cotidianidad frente a la narrativa dominante de la construcción del Estado-Nación. Al hacerlo, otorga centralidad a zonas hasta entonces consideradas periféricas y permite un análisis de su agencia en toda su magnitud.

Para los historiadores que se ocupan de otras latitudes los temas de fondo que sirven a Scott para dar cuerpo a su obra no pueden resultarles extraños. Las zonas de refugio a las que alude el antropólogo son visibles en muchas otras geografías. Por ejemplo, en los palenques y en los quilombos americanos. Pero más allá, están presentes también como campo de cultivo de las interacciones que configuraron los imperios ibéricos en otras periferias tradicionales y detrás de toda una serie de imaginarios sobre las geografías de la barbarie. Superando ese marco conceptual es posible recorrer los itinerarios de una novedosa narrativa que se enfrenta a la historia tradicional y oficial para entender los múltiples accesos a la «modernidad». Es en esos ecosistemas en los que se expresa la otredad y también donde puede ser entendida desde su propia formación; desde sus propios ojos, debería precisarse. Este recomendable libro de Scott es, por lo demás, un paso más en la consolidación de los estudios sobre los subalternos, que se suman a sus ya clásicas contribuciones sobre la resistencia cotidiana que engloba las más variadas formas de resistencias cotidianas.


Filhos da terra: identidades mestiças nos confins da expansão portuguesa, de António Manuel Hespanha. Lisboa: Tinta da China, 2019.

BUCM (Biblioteca de Geografía e Historia): D946.9HESfil

DAVID MARTÍN MARCOS (UNED)

Es conocida la titulación que históricamente ha acompañado a los soberanos portugueses en la Edad Moderna: «Por la Gracia de Dios, Rey de Portugal y de los Algarves, de aquende y allende el Mar en África, Señor de Guinea y de la Conquista, Navegación y Comercio de Etiopía, Arabia, Persia e India, etc.». Para António Manuel Hespanha, uno de los más destacados historiadores portugueses del último medio siglo, la parte más interesante de esa enumeración de territorios se situaba justo en su última palabra: ese «etcétera» que referiría, a su juicio, las particularidades y los espacios liminares del imperio portugués en no pocas regiones del globo. Así lo explicó el propio autor en una de sus últimas intervenciones públicas, precisamente en la presentación de esta obra, en el año 2019 en la ciudad de Lisboa. Filhos da terra es, siguiendo esa lógica, un apasionante viaje a aquel territorio que podría ser considerado un imperio sombra, según la célebre expresión utilizada por George Winius (Shadow Empire) para referirse a la presencia no oficial de los portugueses en el Golfo de Bengala, y que, desde una perspectiva más amplia, se correspondería con todos los confines de las posesiones portuguesas. Se trata, en consecuencia, de un firme deseo por contradecir las narrativas tradicionales sobre la expansión ultramarina portuguesa, evidenciando que su crecimiento obedeció a iniciativas en las que la participación del centro político de la monarquía fue más bien limitado. Esta circunstancia sirve al autor para poner de manifiesto la vitalidad de un mundo fundamentalmente mestizo. Hablamos, en estos márgenes, de grupos multiétnicos, de identidades extremamente fluidas y fácilmente adaptables a las circunstancias locales.

En ese detallado fresco, la «portugalidad», en consecuencia, se difumina y cabría, por tanto, desmentir muchos relatos sobre «portugueses» y sus actos en estos lugares. La «portugalidad», explica Hespanha, sería una más de las características de estos grupos, no siendo además la más importante, de ahí que la exclusividad identitaria que una narrativa de la expansión quiso conceder a estos grupos no deja de plantear grandes problemas en su interpretación. La historización de un proceso en el que se etiqueta como «portugueses» a aquellos individuos es uno de los grandes logros del libro, en el que Hespanha denuncia las pervivencias, de cariz nacionalista, que todavía hoy son visibles en las producciones escritas de cierta historiografía sobre los imperios ibéricos. Ciertamente, esa idea de una «portugalidad» aplicada a identidades mestizas que estrecha nuestra capacidad de comprensión de muchas sociedades es también aplicable al concepto de lo «hispano» o lo «español» en muchas de esas fronteras.


People of the Iberian borderlands: community and conflict between Spain and Portugal, 1640-1715, de David Martín Marcos. New York: Routledge, 2023.

BUNED (Biblioteca Central): 946.04MAR 

DIEGO VICENTE SÁNCHEZ (UNEX)

En su magna obra, Tesoro de la lengua castellana (1611), Sebastián de Covarrubias utilizaba el término «gente de raya» para referirse a los habitantes de las poblaciones fronterizas ubicadas en las extremidades de los reinos, aprovechando precisamente el término que generalmente se utilizaba para denominar a los habitantes, españoles y portugueses, que vivían en los límites territoriales ibéricos. La «gente de raya», comúnmente conocidos como «rayanos», es la protagonista de esta obra escrita por David Martín Marcos. Es por ello que People of the Iberian Borderlands representa un novedoso acercamiento a la historia de la frontera hispanoportuguesa a partir, especialmente, de sus protagonistas silenciados. En una aproximación cultural a los estudios de los subalternos y la historia desde abajo, la obra de Martín Marcos recoge el legado gramsciano de los estudios sobre la hegemonía, es decir, sobre la capacidad de un grupo social dominante de imponer su cosmovisión al conjunto de la sociedad, siguiendo las aportaciones que en el pasado siglo dejaron E.P. Thompson sobre la economía moral de la multitud y las costumbres en común, y James S. Scott sobre los mecanismos, codificados o no, de resistencia y protesta de los grupos subalternos. En suma, People of the Iberian Borderlands cuestiona frontalmente algunas de las metanarrativas dominantes en la historiografía, complejizando la clásica visión de la construcción del Estado Moderno a partir de un juego de escalas en el que lo micro y lo macro tan solo se entiende en diálogo continuo.

El arco temporal al que se refiere la obra (1640-1715) es especialmente interesante, pues atiende tanto a los periodos de conflictos bélicos en los que se vieron enfrentadas las monarquías ibéricas (la guerra de Restauración portuguesa y la guerra de Sucesión española), como a las décadas de paz entre ellas. Así, Martín Marcos aporta un primer bloque, compuesto por cuatro capítulos, en los que analiza la caracterización de las comunidades rayanas, la percepción que desde las élites y las autoridades se tenía de ellas, así como sus prácticas cotidianas, el ejercicio a pequeña escala del contrabando y sus capacidades de resistencia. En el segundo bloque, al que dedica otros cuarto capítulos, aborda el estudio de los comportamientos de las comunidades rayanas durante los periodos de guerras, entendiéndolos, por tanto, no como agentes pasivos durante las mismas, y destacando las prácticas contrahegemónicas que entre algunas poblaciones de uno y otro lado de la frontera se daban en estos casos, como pactos de no agresión entre ellas. Por último, en el tercer bloque, también compuesto por cuatro capítulos, el análisis se centra en los efectos de la guerra en las comunidades fronterizas, pues la paz, en muchos ámbitos, tan solo fue desde punto de vista institucional. Es un novedoso y sugerente estudio sobre la frontera hispanoportuguesa, que desmonta por completo los tópicos de la rusticidad y la barbarie que habían proyectado sobre las comunidades rayanas las élites letradas, perspectiva de la que había sido ingenuamente deudora la historiografía durante mucho tiempo.


Los tentáculos de la Hidra: contrabando y militarización del orden público en España (1784-1800), de Miguel Ángel Melón Jiménez. Madrid y Cáceres, Sílex-Universidad de Extremadura, 2009.

BUCM (Biblioteca de Geografía e Historia): D343.359(46)MEL

DIEGO VICENTE SÁNCHEZ (UNEX)

Las élites militares de finales del siglo XVIII acuñaron el término de «los tentáculos de la Hidra» para referirse a los fenómenos del contrabando y el bandolerismo, contra los que, a pesar de los esfuerzos destinados por las instituciones del Estado, no se consiguió lograr su erradicación, ni siquiera su contención. Esta expresión da título a la obra de Melón Jiménez, que, sustentada sobre la exhaustiva documentación generada por las comisiones habilitadas para la persecución y represión del tráfico ilegal de mercancías en el territorio peninsular español, reconstruye con minuciosidad de detalles la que, según el autor, ha sido la mayor y más sistemática persecución contra el contrabando en la historia de España. Además del Resguardo de Rentas, el Ejército adquiere un papel trascendental en el combate contra un mal muy extendido, que, desde la óptica ilustrada, devoraba las entrañas de la economía y la Real Hacienda española.

En Los tentáculos de la Hidra no solo se podrá encontrar un análisis sobre los múltiples medios adoptados para la persecución del contrabando, sino también de la trayectoria profesional frustrada a la que embarcaron a los dependientes y comisionados encargados de una empresa abocada desde el inicio al fracaso, de las complejas redes y mecanismos que permitían la proliferación de estas prácticas fraudulentas, o incluso de los efectos sociales de la militarización del orden público, que con el fin de su exterminio total, se fomentó durante los reinados de Carlos III y Carlos IV. Organizado en siete capítulos, la obra de Melón Jiménez dedica los tres primeros de ellos a contextualizar la influencia de las fronteras peninsulares y los límites legales de la fiscalidad, las respuestas dadas por la Hacienda al contrabando y la vertiente institucional del frauda, o la militarización del orden público que se generalizó en España, especialmente tras la aprobación de la real instrucción de 29 de junio de 1784. Los siguientes capítulos estudian las comisiones militares creadas tras esta real instrucción para la erradicación del contrabando y el bandolerismo, así como los límites y las contradicciones de estas políticas, que exigieron la firma de algunas medidas de gracia e indultos para mantener los consensos sociales que estaban tensándose con las medidas de militarización del orden público. Desde una perspectiva historiográfica en sintonía con la «historia desde abajo», los actores y protagonistas del contrabando desfilan por todas las páginas del libro, pero adquieren un especial protagonismo en el séptimo y último de los capítulos, en el que el autor hace un esfuerzo por reconstruir las prácticas heterodoxas del oficio del contrabandista, en muchas ocasiones obligadas a cruzarse con las del bandolero, además de una deconstrucción del mito romántico del contrabandista-bandolero andaluz.


Fronteras de posesión: España y Portugal en Europa y las Américas, de Tamar Herzog. Madrid: Fondo de Cultura Económica, Red Columnaria, 2018.

BUCM (Biblioteca de Derecho-María Zambarno. Sala Rafael Ureña): CE327(469:460)HER

DIEGO VICENTE SÁNCHEZ (UNEX)

Apostando por una visión integrada del mundo ibérico en la larga duración (desde el Medievo hasta la Edad Contemporánea), Herzog presenta una novedosa obra sobre la construcción de los límites ibéricos, cuestionando las metanarrativas dominantes que habían considerado las demarcaciones nacionales como el producto de las contiendas bélicas y las relaciones diplomáticas entre los Estados. En su lugar, problematiza el estudio de la construcción de las fronteras ibéricas atendiendo a un abanico mucho más amplio de actores: campesinos, indígenas, nobles, eclesiásticos, colonizadores, misioneros, militares y otras autoridades de los reinos, forman parte de las negociaciones o imposiciones de derechos territoriales, en ocasiones reclamando antiguas posesiones, en otras deseando adquirir nuevas.

En sintonía con esta perspectiva integrada del mundo ibérico, Fronteras de posesión aborda el estudio tanto de las Américas, como del espacio europeo, formando estos los dos grandes bloques argumentativos de la obra. En cuanto a las Américas, Herzog aborda los debates en la expansión sobre quiénes tenían derecho al comercio y a la navegación, a asentarse y dónde hacerlo o al aprovechamiento de recursos. Los indígenas, en este proceso, en ocasiones eran consideradores como potenciales aliados, pero en otras también se consideraban enemigos a vencer. En suma, la autora demuestra que los tres grandes hitos jurídico-diplomáticos que delimitaron (o, al menos, lo intentaron) las fronteras en América (los tratados de Tordesillas, 1494; Madrid, 1750; San Ildenfonso, 1777), no permiten comprender la naturaleza real del problema. En el bloque referido a la frontera peninsular ibérica, Herzog analiza en el largo plazo la construcción de la frontera hispanoportuguesa a partir de los conflictos y las disputas a pequeña escala, en la que múltiples derechos inmemoriales son reivindicados para reclamar unas posesiones que, en muchas ocasiones, se contradicen entre sí. Para ello, aborda las problemáticas en la Dehesa de La Contienda, las islas del río Miño, el Monte de La Magdalena o el Couto Mixto y los Pueblos Promiscuos. Queda patente en su análisis el reduccionismo que en ocasiones se había producido al tildar estos conflictos como enfrentamientos entre gobernantes o choques entre españoles y portugueses. La esencia de estas contiendas, arrastradas durante siglos, exige una mirada larga sobre los múltiples agentes que intervinieron en ellas, los derechos inmemoriales reclamados, los usos y aprovechamiento del territorio o las doctrinas jurídicas en debate.


Rayanos y forasteros: Fronterización e identidades en el límite hispano-portugués, ed. de Heriberto Cairo Carou. Madrid: Plaza y Valdés, 2018.

BUCM (Biblioteca de Ciencias Políticas y Sociología): L341.222(46)RAY

DIEGO VICENTE SÁNCHEZ (UNEX)

Desde una perspectiva plural y matizada, esta obra colectiva estudia los procesos de fronterización y desfronterización llevados a cabo especialmente en la etapa contemporánea. Matizada porque esta obra coordinada por Heriberto Cairo recoge el trabajo de varias décadas de investigación en torno a la Raya ibérica, fundando su origen en varios proyectos de investigación destinados al estudio de la frontera hispanoportuguesa, así como trabajos previos como el dossier monográfico de la revista Historia y Política, número 30, «La construcción histórico-política del territorio: el caso hispano-portugués», o la obra publicada en 2009 por la editorial lusa Colibri Portugal e Espanha: entre discursos de centro e práticas de frontera. Plural porque el libro es el resultado del entrelazamiento de una perspectiva antropológica y politológica, con especial énfasis en lo geográfico-político; de las miradas proyectadas por los investigadores desde las academias española, portuguesa y británica; y de la interacción de perspectivas teóricas y técnicas metodológicas diversas, desde el trabajo en archivo hasta el trabajo de campo más antropológico, pero estrechamente relacionados.

Rayanos y forasteros se divide, esencialmente, en tres bloques temáticos. Después de un capítulo introductorio en el que se ensayan algunas líneas teóricas para el estudio de las fronteras, se presenta un primer bloque en el que se aborda el estudio de la demarcación de la frontera hispanoportuguesa llevado a cabo a mediados del siglo XIX mediante el Tratado de Límites de Lisboa (1864). El segundo bloque, más extenso, centra su atención sobre las dictaduras ibéricas del siglo XX: las percepciones mutuas, las relaciones entre los Estados, las prácticas del contrabando o los actos de solidaridad con los refugiados de la Guerra Civil española. En última instancia, si bien los anteriores bloques habían centrado su atención sobre los procesos de fronterización, el tercero de ellos incide más bien en la desfronterización o resignificación que la frontera ibérica a experimentado desde la integración de España y Portugal en Europa.


Portugal e Espanha: entre discursos de centro e práticas de fronteira, coordi. por Paula Godinho, Xerardo Pereiro Pérez y Heriberto Cairo Carou. Lisboa, Colibri, 2009.

BUCM (Biblioteca de Geografía e Historia): D341.222(46:469)POR

DIEGO VICENTE SÁNCHEZ (UNEX)

La obra coordinada por Paula Godinho, Heriberto Cairo y Xerardo Pereiro y compuesta por doce capítulos, supuso un novedoso acercamiento, desde la multidisciplinariedad, al estudio de la frontera hispanoportuguesa. Los diálogos establecidos entre la Antropología, la Geografía Política, las Ciencias Políticas y la Sociología con la Historia, permitieron plantear toda una nueva serie de preguntas en las investigaciones sobre los límites ibéricos. Fomentando el estudio de la frontera en la larga duración, entre el Tratado de Alcañices (1297) y la entrada de los países ibéricos en la Unión Europea, esta obra aboga por un estudio de las relaciones entre España y Portugal no solo a partir de los «discursos de centro», sino dando especial trascendencia a las «prácticas de frontera» desplegadas por las poblaciones que vivían en los límites peninsulares. Es por ello que, más allá de las representaciones estrictamente orientadas al estudio del control, defensa y construcción de la frontera, en esta obra se aportaba un acercamiento desde las dimensiones simbólicas de la misma.

En esta clave dialéctica, la obra se divide en dos grandes bloques. El primero, destinado al estudio de los «discursos de centro», está compuesto por cinco capítulos en los que, a excepción de la visión panorámica que ofrece Cairo sobre las fronteras entre la primera modernidad y la actualidad, el resto centran su atención especialmente sobre la etapa contemporánea, abordando la cuestión de la libre navegación del Duero en la primera mitad del Ochocientos, las resistencias locales a la delimitación de la frontera, las representaciones de Portugal en la España franquista o la resignificación de las fronteras en la Unión Europea. El segundo de los bloques, orientado a las «prácticas de periferia» y la conformación simbólica de memorias ligadas a la frontera, recoge siete capítulos en los que se reflexiona sobre el concepto de frontera de los habitantes rayanos, las prácticas del contrabando, la estereotipación del «otro» en la construcción de identidades nacionales, el exilio y acogida de refugiados españoles durante la Guerra Civil en Barrancos, o la cooperación transfronteriza, el desarrollo del turismo y las nuevas identidades fomentadas desde la entrada en la Unión Europea. Portugal e Espanha. Entre discursos de centro e práticas de fronteira, a pesar de no contar apenas con la perspectiva de los historiadores, desde su abordaje multidisciplinar puede servir de invitación para repensar los estudios sobre la frontera hispanoportuguesa no solo a partir de sus centros, sino desde las relaciones que a pequeña escala establecieron las poblaciones fronterizas.