En todas las casas de mi familia se comía más o menos igual. Solo se compraba en la tienda lo que no se podía producir en el campo o elaborar en casa. En las casas de mi familia yo nunca vi un refresco, ni un bote de leche condensada, ni un plátano, ni un dulce de pastelería. Comíamos casi a diario garbanzos con repollo, tocino y morcilla, gazpacho, migas, y a veces bacalao con arroz, con patatas, con tomate, frijones, sopa de fideos con hormigas, sopa de tomate, sopa sorda de poleo, sopa de trapos, guisos de caza, ancas de rana, pan con aceitunas, pan con tomate, pan con quesadilla de cabra, pan con queso de oveja, queso de oveja con café negro portugués, aceitunas con troncho de col, buche, cachuela, pestorejo, chanfaina, chorizo de oveja modorra, caldereta, peces de la rivera, perrunillas, bolluelas, rosquillas, dulces recios y nutritivos hechos en horno de leña, pepitas tostadas de melón.
Luis Landero, El balcón en invierno, 2014. Cap. 3. Ningún libro en ninguna casa, hacia 1950
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Carbajal A. La Nutrición en la Red. Universidad Complutense de Madrid. 2013 [acceso: dd/mm/aaaa].