Materiales para la escritura
Los “Cuatro Tesoros del Estudio” y la tradición de la escritura en Asia Oriental
En las culturas de Asia Oriental —China, Corea y Japón— la escritura ha sido considerada durante siglos no solo una herramienta de comunicación, sino también una expresión artística, espiritual y filosófica. Un ejemplo de esta profunda valoración se encuentra en los llamados “Cuatro Tesoros del Estudio” (文房四宝), que reúnen los instrumentos esenciales para la caligrafía tradicional: el pincel, la tinta, el papel y el tintero de piedra.
El pincel (máobǐ en chino, 붓 but en coreano, fude 筆 en japonés) es el corazón de la escritura tradicional. Elaborado con pelo de animal y un mango de bambú o madera, permite una amplia gama de trazos que transmiten no solo palabras, sino emociones y carácter. En Corea y Japón, al igual que en China, su uso requiere disciplina técnica y concentración mental, y es parte de la formación estética y moral del individuo.
La tinta (mò 墨 / 먹 / sumi) se presenta tradicionalmente en forma de barra sólida. Al frotarla con agua sobre el tintero de piedra (yàn 砚 / 벼루 / suzuri 硯), se obtiene una tinta negra de gran profundidad, cuyas variaciones de tono dependen de la presión y velocidad del trazo. Esta acción de preparar la tinta es en sí misma un acto meditativo, parte esencial del ritual de la escritura.
El papel, en sus múltiples variantes —como el xuan zhi chino, el hanji coreano o el washi japonés—, es suave, absorbente y resistente. Cada tipo responde a condiciones climáticas y técnicas artesanales propias, pero todos comparten su adaptabilidad al pincel y su capacidad para conservar el gesto escrito durante siglos. Antes de la invención del papel, se escribía sobre tiras de bambú, madera o seda, dependiendo del contexto histórico y cultural.
Además del valor práctico, estos materiales encarnan una estética refinada: la caligrafía no se considera mera escritura, sino una forma elevada de arte y autoconocimiento. En China, está íntimamente ligada a la filosofía del dao; en Corea, la caligrafía (seoye 書藝) se ha practicado como disciplina intelectual y espiritual; en Japón, el shodō (書道, “el camino de la escritura”) refleja el ideal del equilibrio entre cuerpo, mente y trazo, con influencias del zen.
En conjunto, los Cuatro Tesoros del Estudio no son solo utensilios, sino testigos materiales de una larga tradición que funde estética, devoción, educación y contemplación en un solo acto: escribir.
Colección de:
- Profª. Consuelo Marco Martínez.
- Profª. Li Juyang.
- Prof. David Sevillano López.
- Prof. Marcos Sala Ivars.
- Colaboración del Centro De cultura Coreana de Madrid.
Las tablas luḥ en el mundo islámico: otro soporte tradicional en Asia
Junto a las tradiciones de Asia Oriental, otras regiones del continente también desarrollaron soportes de escritura cargados de significado. En el mundo islámico, especialmente en contextos educativos tradicionales como las madrasas, se utilizaban tablas de madera llamadas luḥ (لوح) para enseñar a escribir y memorizar el Corán.
Estas tablas de escritura eran reutilizables y funcionales. El estudiante escribía con tinta lavable sobre la madera y, tras memorizar el texto, limpiaba la superficie para reutilizarla. Más que simples herramientas, las luḥ eran parte de un proceso formativo que combinaba la escritura con la devoción espiritual.
Similares a los “tesoros del estudio” en cuanto a su función educativa y ritual, las luḥ representan una alternativa importante en la historia de la cultura escrita en Asia, especialmente en regiones como el norte de África, Oriente Medio y el sur del continente asiático. Su uso perduró durante siglos como parte fundamental de la educación islámica tradicional.
Colección Prof. Mohammed Dahiri