Áreas Docentes e Investigadoras

Los libros japoneses

El desarrollo de los libros y formatos de escritura en Japón ha estado profundamente influenciado por los contactos culturales con China y Corea, pero también por la evolución interna de las necesidades sociales, religiosas y estéticas japonesas.
Los primeros textos escritos en Japón surgieron tras la introducción de los caracteres chinos (kanji) y el sistema de escritura chino durante el s. V e.c. Durante este periodo, los textos eran copiados en tiras de madera o bambú, y más adelante sobre papel, una invención china que también llegó a Japón por vía coreana. La forma predominante era el kansubon, un formato de rollo horizontal, típico de la tradición china.
Sin embargo, a medida que la escritura se adaptaba a la lengua japonesa, también lo hacían los formatos. Durante el periodo Heian (794–1185), se desarrolló el orihon, un tipo de libro en acordeón que permitía una lectura más manejable. También se popularizó el kansusō, un rollo vertical que se podía leer de derecha a izquierda, de forma continua. Estos formatos eran usados especialmente para poesía, literatura y textos budistas.
Más adelante, en el periodo Kamakura (1185–1333) y Muromachi (1336–1573), los manuscritos en formato kansubon y orihon siguieron utilizándose, pero comenzó a expandirse el uso del tetsuyōsō, una forma de encuadernación japonesa de cuadernillos cosidos, precursora del formato moderno. Con la llegada de la imprenta de madera (mokuhan) durante el periodo Edo (1603–1868), los libros se volvieron más accesibles, con obras impresas en grandes tiradas y una notable expansión del mercado editorial.
Este desarrollo culmina en una rica tradición editorial que combina técnicas artesanales, una sensibilidad estética refinada y un fuerte vínculo con la escritura como expresión cultural. Japón logró así crear una historia del libro única, en la que forma y contenido evolucionaron de la mano.