Amo amar, amor
Kockere, Geert de. (2012). Amo amar, amor. Bárbara Fiore: Albolote, España. Ilustraciones de Sabien Clement. Traducción del neerlandés de Goedele De Sterck. 42 p.
Bárbara Fiore nos trajo en 2012 un álbum de esos imposibles, inenarrables, de difícil localización librera, de circuito poco comercial. No es una quien encuentra el libro, ya que más bien es el libro el que salta a los ojos de una, como lo hizo conmigo en una tienda de cómics en Vigo, en medio de una estupenda selección en libro ilustrado que nunca me deja indiferente. Desde el amor carnal, desde la punta sacada al lápiz del lenguaje, desde los impuestos e intencionados caprichos de la ilustración -hombre y mujer gruesos o finos, de sexo blando y amable, de pechos puntiagudos, de trazo tembloroso, de tonos intensos o ausentes- se erige este álbum. Nos hallamos ante la mezcla de poemas de verso libre, cortos, de 160 caracteres máximo, en su original neerlandés (con su acertadísima traducción al español) y la ilustración erótica que desemboca en esta pequeña obra maestra de la exaltación del amor. Y Bárbara Fiore nos lo trajo desde un 2002 lejano, incluso prehistórico en este planeta súper acelerado de 2016. Porque no le interesaba la novedad, el último éxito. Porque no es eso lo que mueve a esta editorial, y eso nos gusta.
Destinado a múltiples lectores, no solo adultos, ya que es más que apto, con el debido puente, a las hormonas adolescentes -e incluso niñas- se trata de un texto de palabra e imagen iniciáticas en el sexo de raíz amorosa, o en el amor pasional si, como a Geert de Kockere (1962-), nos excita el uso exacto, indiscreto, irreverente del lenguaje o, como a Sabien Clement (1978-), la naturalidad y frescura del cuerpo ajeno deseado amorosamente.
Cada doble página se convierte en un universo único, cerrado, con una idea consumada, a pesar de que abre al mismo tiempo la puerta al siguiente escalón del éxtasis físico-emocional. Presenta dos ejes armonizados en su esencia: la exactitud de la palabra metafórica y el acierto de la imagen simbólica. Juegos de palabras y retruécanos deliciosos, como el que le da título a la obra (“conquistadora inconquistable”, “lo dijimos entre paréntesis”, “te unté de yemas digitales”, “me supo ruidosamente bien”) se combinan con ilustraciones de sentido polivalente (pechos como montañas; sexos con formas de letras, corazones, soles o estrellas; piezas de puzzle en forma humana; palabras salmodiadas en neerlandés que refuerzan el texto). Nada más se le puede pedir a un álbum ilustrado que este perfecto equilibro ético-estético.