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Resultados de la encuesta traducción 2019

¿CON CUÁNTOS TRADUCTORES TE HAS IDO A LA CAMA?

Resultados de la encuesta

El día 29 de octubre de 2019, con motivo de la celebración del Día de las Lenguas y de la Traducción en la Facultad de Filología, los alumnos de segundo curso del Grado de Traducción e Interpretación decidieron llevar a cabo una encuesta entre los asistentes a las distintas actividades, con la intención de averiguar algo sobre sus costumbres de lectura traducida y su conciencia del papel de los traductores en la transmisión de la cultura.




Los mismos estudiantes de segundo, ayudados por sus compañeros de tercero y cuarto, realizaron un total de 183 encuestas, de las cuales 6 no estaban completas y fueron invalidadas. Por razones de tiempo y recursos, se analizaron solo 170 de las 177 restantes. Los resultados de estas 170 encuestas son los que presentamos a continuación.

El 80 % de las personas encuestadas (no se distinguió la encuesta por géneros) afirmó leer por entretenimiento, además de por obligación, bien solo eligiendo ellos los libros (27,5 %), bien siguiendo únicamente recomendaciones (31 %) o, lo más normal, unas veces eligiendo y otras dejándose recomendar (41,5 %). De ellos, el 60 % se declaró lector de traducciones. El 40 % restante dijo que, si prefería los originales era, principalmente, por razones de estudios y para aprender el idioma; aunque no faltó quien afirmó que en las traducciones se perdían detalles.

No deja der ser curioso que, a pesar de esta respuesta minoritaria, al preguntar a los encuestados si se pierde algo en la traducción, el 60 % contestó que sí. Solo el 31 % estuvo de acuerdo en que la traducción les aportaba algo que el original no, aunque bien es cierto que hubo un discreto 5,8 % que se decantó por el «depende». No supieron decir de qué, pero vista que esa es una respuesta claramente relacionada con el arte de la traducción, nos decantamos por pensar que quizá se tratase de alumnos del propio Grado…

El hecho de que los lectores de originales lo fuesen por razones de estudios, podría explicar que el idioma original preferido sea el inglés. Aunque también que se mencionen idiomas como el alemán, el francés, el italiano, el griego clásico y el español como lengua extranjera, los idiomas con más estudiantes en la facultad. Aparecieron entre las respuestas también el japonés, el ruso, el chino, el catalán, el árabe, el euskera, el gallego, el turco, el húngaro, el polaco y el ruso: todas lenguas que se enseñan en las carreras del centro. Se echó mucho de menos el latín —con lo bien que sentaría leer a Séneca—, aunque, si hacemos caso al experto Dr. Antonio López Fonseca, que afirma que los españoles nunca hemos dejado de hablar latín, podríamos incluir como lectores de este idioma a los 56 lectores de español.

Tanto el griego clásico como el latín, no obstante, aparecían entre las lenguas que las personas encuestadas habían «probado», acompañadas de nuevo por el inglés, el francés, el español, el alemán, el italiano, el portugués, el chino, pero también por el georgiano y el esperanto. Como media, los encuestados (estudiantes, profesores y asistentes a las actividades) habían probado entre tres y cuatro lenguas distintas. Hubo algún atrevido —o quizá libidinoso— que dijo haber llegado a probar siete. Los menos se detenían en la segunda lengua.

Centrándonos en las traducciones, la mayor parte de los lectores lee las traducciones hasta el final sin importar cómo sean y solo un 29,7 % las abandona porque no le gusta el traductor. A este respecto, alguien insistió mucho en que se anotase que detesta la traducción de El guardián entre el centeno, aunque no supo decir de quién era, y varias personas se quejaron de las traducciones del chino y el japonés. Al contrario, y de forma muy satisfactoria, más de la mitad de las personas encuestadas (51,4 %) afirman haber encontrado traducciones excelentes y destacan, entre otras, la de El viejo y el mar, los libros de Percy Jackson, la edición Cátedra de Romeo y Julieta y, en general, las traducciones de Shakespeare.

Ninguna de las respuestas anteriores venía acompañada del nombre del traductor, pues un abrumador 68,8 % afirma no fijarse jamás en el traductor de los libros que lee, pese a que todos salvo un encuestado, que no consideraba la traducción un trabajo importante, consideran imprescindible el trabajo de los traductores (la mayoría cree que traducen entre 2 y 4 idiomas, aunque algún optimista llega a decir que cada trujamán vierte textos desde 10 idiomas distintos). Eso explica por qué apenas un 37 % puede nombrar a algún traductor profesional y, entre los que se nombran, Ana Flecha, Carlos Fortea, Joaquín Caerols, Miguel Temprano, Cristina Alegría, Ignacio Gómez Calvo, Marta Torres, Mariam Ochoa e Itziar Hernández Rodilla son traductores editoriales. Lo cual no es tan descorazonador si pensamos que se dio el nombre de otros seis traductores cuyo campo de trabajo es menos visible que el de los libros. Es curioso que se nombra a Eduardo Mendoza como traductor al contestar a la pregunta sobre los profesores con quienes «se ha dormido», aunque no sabemos si era durante sus clases…

Un capítulo aparte —juego de palabras intencionado— merecerían los traductores de series y películas. En cuanto a estos, parece que la opinión general es que son necesarios cuando no conoces la lengua original, pero la mayoría prefiere prescindir de ellos y ver cine y series en VOSE: es para plantearse si piensan que las películas y series se subtitulan solas… Hay, en todo caso, muchas quejas en cuanto a la calidad de las traducciones para el doblaje: los traductores audiovisuales son un desastre, hacen caso omiso del contexto, cometen muchos errores, menos mal que con las imágenes se entiende porque la pifian a menudo, son peores que los de libros, pierden el sentido de las frases, modifican las películas… Nos consuelan las almas más sensibles (si bien en minoría) que opinan que traducir películas y series es un trabajo muy importante, difícil y, pese a ello, muy conseguido, necesario, poco reconocido y, en algunos caso, incluso excelente. Eso sí: nadie puede nombrar conscientemente a un traductor audiovisual. ¡Ah! ¿Que firman las series? Pues ni idea…

En resumen podemos decir que no hay mucho reconocimiento de la profesión en la facultad, lo que, aunque curioso en un lugar del que saldrán muchos de los traductores del futuro, coincide con el sentir social. No obstante, confiamos en que, después de hacer esta encuesta, más de uno se iría a casa y miraría quién ha traducido el libro con el que se va a la cama. Puede que alguno lo haga nada más terminar de leer este artículo. O quizá espere en el cine a que salga la palabra FIN (y pasen las escenas sorpresa) para ver quién tradujo la película. O incluso alguno decida prestar un poco más de atención cuando lea un libro de un idioma que no conoce gracias a alguien que lo ha traducido. Solo con eso, nos sentiríamos ya felices.

 

Los alumnos de la promoción 2018-2022 del Grado en Traducción e Interpretación