Carta a Denise
Vuelvo a escribirte, Denise, sobre la misma mesa
de preciosas raíces que conociste y dan
savia a las siemprevivas y apoyo a estas palabras,
resumen barnizado de un bosque. Bien lo sabes,
tú, que coloreabas la fronda del olivo
y eran tuyos los campos como mi calle es mía
(y, cuando niña, el campo); tú, que pusiste luz
-y una súbita sombra- en los paisajes que en la pared me miran
escribirte;
tú, voz albergada en algún cuarto próximo,
de dulces sepias y azules desvaídos a lo largo de las horas cortísimas
que recorrimos juntas.
Por eso ahora te escribo, Denise, mientras me queda tiempo, cada vez
menos tiempo,
porque van a llamarme a través de esa pared contigua
y ya he cumplido de tu falta un año
y no sé cuántos días de condena.