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Criterios para la redacción de las entradas
Una vez establecida esta relación previa y básica de entradas para el DHTC, también es fundamental que su redacción siga unas pautas de organización y presentación comunes y claras para unificar en lo posible lo que no deja de ser una labor de autores diferentes. Para ello, vamos a adoptar una parte de las NORMAS (VÉASE ENLACE EN http://www.proyectos.cchs.csic.es/detli/node/1) del Diccionario Español de Términos Literarios (DETLI), dirigido por el profesor Garrido Gallardo (2009). Según las normas citadas, todos los artículos relativos a CONCEPTOS Y MÉTODOS deben constar de cuatro partes:
-Etimología (salvo en el caso de los nombres propios)
-Definición
-Estudio
-Bibliografía
Queremos que las entradas cuenten con una extensión homogénea, dentro de los naturales límites impuestos por el propio contenido de que traten. Para ello, estableceremos una extensión máxima (diez páginas) y mínima (cinco páginas). Las entradas, como ya hemos indicado, no van a estar jerarquizadas, pero sí relacionadas entre sí. Es pertinente señalar que los términos más generales, tales como “Intertextualidad”, deben estar siempre orientados a su relación con la Tradición Clásica, por lo que una entrada sobre la Intertextualidad, pongamos por caso, no consistiría tan sólo en hacer un estado de la cuestión sobre esta metodología como tal, sino en plantear un contenido orientado a mostrar lo que ha aportado a nuestros estudios.
Como NORMAS DE PRESENTACIÓN básicas para los originales, estos deben presentarse en formato WORD, a espacio simple, en letra TIMES NEW ROMAN en cuerpo 12 (10 si se trata de textos citados en párrafo aparte). Las entradas NO PUEDEN LLEVAR NOTAS A PIE DE PÁGINA. Asimismo, las CITAS BIBLIOGRÁFICAS se harán según este modelo: Menéndez Pelayo 1950, p. 50, para luego ofrecer su referencia completa en la BIBLIOGRAFÍA FINAL. Todos los artículos irán FIRMADOS al final, con el nombre del autor (p.e., Ramón MENÉNDEZ PIDAL) y la institución a la que pertenezca. Usaremos como modelos de entradas las correspondientes a "Clasicismo" (conceptos y metodología) y "Menéndez Pelayo, Marcelino" (autores). La extensión máxima es de diez páginas y la mínima de cinco.
FECHA DE ENTREGA: 30 DE JUNIO DE 2019
Sin ánimo de llevar a cabo una entrada formalmente, sí podemos utilizar el término “Intertextualidad” para ofrecer unas pautas acerca de cómo debería ser teóricamente una entrada del DHTC. En principio, con respecto a la etimología, deberíamos buscar los formantes del término, “inter” y “texto”, a fin de poder precisar mejor desde este criterio su contenido y definición: las relaciones “entre” diferentes textos. También habría que señalar las diferentes formas del término en las principales lenguas europeas, señalando la lengua donde se acuñó primeramente. Asimismo, ya dentro de lo que sería el estudio, debemos partir del hecho de que se trata de un neologismo creado en el siglo XX por Julia Kristeva a partir de los presupuestos del dialogismo literario de Bajtín, y que el término fue después adoptado y desarrollado por el helenista y teórico de la literatura Gérard Genette para constituir cinco modalidades básicas de relación textual. En lo que atañe a su productividad con respecto a la Tradición Clásica, ya Claudio Guillén señaló el rendimiento que este término podía tener a la hora de superar los tradicionales estudios de fuentes literarias. En cualquier caso, desde un punto de vista metodológico, un intertexto, si bien puede referirse al mismo hecho que el término “fuente”, no presenta la misma naturaleza que éste. La fuente constituye algo “en sí mismo”, independientemente de dónde aparezca, mientras que la Intertextualidad considera, ante todo, su naturaleza relativa, en función de otros textos. Así las cosas, el planteamiento general que contextualiza la Intertextualidad no tiene que ver tanto con los textos en sí mismos como con la relación dialógica que plantean los textos entre sí. Consecuentemente, en lo que concierne de manera específica a la Tradición Clásica, la Intertextualidad no partiría del consabido modelo positivista “A en B”, entendiendo que A es un autor clásico y B un autor moderno, sino del modelo “A y B”, donde lo fundamental vendría dado por la relación entre los dos elementos. Finalmente, la bibliografía tendría que recoger tanto las obras generales, de carácter fundamental, como posibles estudios aplicados a la relación intertextual entre obras clásicas y modernas. Ejemplo de este segundo tipo de obras sería el estudio en buena medida fundacional de Ángel Vilanova acerca del “motivo clásico” y la novela hispanoamericana, que fue publicado en 1992 (“Motivo clásico y novela hispanoamericana”, NRFH 11, 1992, pp. 1087-1099).
Asimismo, cada entrada irá firmada por el correspondiente autor al que le haya sido asignada. Los componentes de este proyecto de investigación asumirán la elaboración básica de las entradas, si bien habrá casos en que trataremos de buscar al especialista más adecuado que redacte alguna entrada específica. De esta forma, la calidad individual de los trabajos debe terminar siendo equivalente a la calidad global del diccionario. Tanto los editores como el propio comité de redacción velarán por la uniformidad y calidad de las entradas.
Los originales de las entradas se entregarán de igual forma que las entradas "Menéndez Pelayo" o "Clasicismo" que puede consultarse en el primer enlace que aparece más abajo.
Como ejemplo de entrada del Diccionario, así de cómo se presentará en su formato definitivo, puede descargarse la entrada que Raúl Muñoz Tirado ha redactado en torno al término "Convención":