Institutos Universitarios

Desinformación y contaminación de procesos electorales

Autor: Ana Aba Catoira

UDC

 

Modalidad: Presencial

 

Abstract:

La desinformación nos divide y nos polariza dificultando sobremanera la participación reflexiva y los consensos. El auge de los populismos se proyecta en la utilización de la desinformación como instrumento en la política y como arma electoral al ser perfecta para fomentar los extremismos. Además, el escenario digital facilita su propagación, pues, como es sabido, los algoritmos permiten generar contenidos (noticias) concretos para un fin concreto.

Así las cosas, la desinformación que supone una manipulación del contexto informativo impacta negativamente en los procesos electorales. La falta de información de calidad o la proliferación de la desinformación que invade todos los escenarios posibles dificulta, cuando no impide, que el electorado tenga elementos de juicio suficientes y adecuados para conformar su opinión política y, en consecuencia, el sentido de su voto de forma reflexiva y racional un elemento esencial para el correcto funcionamiento del sistema democrático.

La realidad actual nos dice que los procesos electorales están profundamente marcados por las campañas de desinformación que determinan que la lejanía y la poca confianza en las instituciones sea un problema que, lejos de disminuir, crece de forma imparable y muy preocupante. En este sentido, estamos viviendo un año trascendental con procesos electorales a lo largo y ancho del planeta: elecciones generales en El Salvador, México, Estados Unidos y Venezuela, así como en países de África y Asia o las elecciones al Parlamento de la Unión Europea, todos ellos marcarán el devenir de estos países o regiones y serán un buen indicador de cómo están funcionando las democracias frente a la manipulación informativa en el contexto digital.

Sobran ejemplos de la utilización de noticias falsas en publicidad electorales o en mensajes de campaña, siendo Trump el protagonista indiscutible quien además lo ha reconocido abiertamente por los beneficios obtenidos. Las redes sociales se usan intensamente durante los períodos electorales para impulsar agendas específicas y difundir relatos que beneficien o perjudiquen a ciertos programas y candidaturas. Este tipo de acciones siguen unas campañas diseñadas y segmentadas en las que las empresas, sin intereses políticos definidos, programan publicidad política con la finalidad de obtener beneficios económicos. A tal fin, el perfilado del electorado funciona de forma perfecta, recordemos la campaña diseñada por Cambridge Analytica en 2018.

Lo más terrible de este grave problema de calidad democrática es que los partidos políticos y también las instituciones recurren a la desinformación quebrando sus obligaciones con la sociedad y con el interés general que debe presidir, de forma absoluta, su funcionamiento. Pensemos en lo que ocurre en Venezuela que acaba de celebrar elecciones recientemente sumida en una gravísima crisis política y económica con un gobierno que detenta el férreo control informativo bajo una máscara de transparencia.

Los procesos electorales se presentan como un gran reto para la democracia en la era digital. Son muchas las amenazas y pocas las respuestas efectivas para frenar el problema y paliar sus efectos negativos. En todo caso, resulta esencial implementar medidas y acciones específicas y adecuadas que permitan poner coto a la desinformación, potenciar la educación digital que nos prepare a actuar como una sociedad libre y responsable con capacidades críticas para consumir contenidos de calidad.