Presentación
Nuestro Proyecto...
La farmacología es la ciencia que se ocupa de los medicamentos. Por ello, hunde sus raíces en la química y en la fisiología, pero necesita de la tecnología farmacéutica y de la patología para alcanzar su fin último, que es la terapéutica. En tanto que “ciencia de ciencias”, su aprendizaje no es sencillo. Para ser eficaz, debe ser integrador de muy diversas fuentes y experiencias. Y por eso mismo no puede depender solo del concurso de los farmacólogos, aunque nuestra particular dedicación nos lleve más que a ningún otro profesional a tener una visión global de los medicamentos. Por ello, en el equipo de este proyecto se integran muy diversos docentes, investigadores y profesionales, que aportan sus visiones particulares de una disciplina que es patrimonio de todos los que contribuyen a su desarrollo.
La docencia universitaria parece encontrarse en crisis permanente. Una crisis que surge no solo de la necesidad de adquirir nuevas competencias en cuyo desempeño se incorpore el enorme volumen de información del que disponemos, sino de la existencia de nuevas formas de aprendizaje cada vez más autónomo. Para navegar en el océano de la información y llegar a buen puerto, es necesario contar con buenas cartas de navegación, adecuados puntos de referencia y especialmente modernos instrumentos. Los marinos sabían (y todavía saben) orientarse por la posición del sol y las estrellas, y durante la noche aún buscan la luz de los faros que les advierte de la proximidad de la tierra, pero sobre todo usan la radio y el GPS. Para que los estudiantes aprendan farmacología, seguimos recurriendo a las presentaciones de clase, los libros de texto, las revisiones, los artículos originales y los trabajos prácticos (prácticas regladas, congresos estudiantiles, trabajos fin de grado y máster, etc.). Pensamos, como Cajal, que gracias a esas herramientas, “el ser humano, si se lo propone, puede ser el escultor de su propio cerebro”. Además, en los últimos decenios hemos ido entendiendo que la farmacología como el cerebro es algo plástico, por lo que la labor del profesor es fundamentalmente la de facilitar el uso de esas herramientas.
En los últimos meses hemos sido testigos de la irrupción de las aplicaciones de inteligencia artificial (IA), especialmente de las generativas de texto. Su fácil accesibilidad ha favorecido un uso casi generalizado y con ello su perfeccionamiento, pues constituyen el mejor ejemplo de la capacidad de autoaprendizaje. Es difícil no caer en la tentación del “que aprenda ella”, que ya me ocuparé yo de utilizar sus conocimientos. Son muy diversos los riesgos de la IA que se han apuntado, pero quizás uno de los más peligrosos sea el de renunciar a desarrollar nuestra inteligencia, porque la IA nos lo da todo hecho. Para sortear este riesgo, quizás la opción más inteligente sea la de aprender a utilizar la IA para mejorar nuestra inteligencia y nuestras capacidades, como una herramienta privilegiada con la que tallar nuestra mente. Este proyecto es un intento de familiarizarnos con las aplicaciones de la IA para favorecer el aprendizaje de la farmacología por los estudiantes de farmacia y veterinaria, al tiempo que tomamos conciencia de sus potencialidades y quien sabe si también de sus limitaciones. Es ciertamente una “terra ignota” para todos los que participamos en este proyecto en la que, no obstante, creemos que debemos adentrarnos.