Pintadas que claman contra la guerra en Ucrania
Iñaki Chaves: “La paz es tan recurrente en las pintadas de todas partes como poco respetada y muy perseguida”
Por Manuel Tapia Zamorano
La destrucción y el elevado número de muertes causadas por la guerra de Vladimir Putin en Ucrania ha generado el rechazo de la mayoría de la comunidad internacional y de las asociaciones sociales y humanitarias que, tras casi 50 días de enfrentamientos, apelan infructuosamente al final de la contienda.
Esas peticiones de paz han trascendido del ámbito diplomático y de los organismos internacionales para trasladarse a las calles y los muros de las ciudades, donde los artistas urbanos han puesto sus pinceles, sus botes de espray y su creatividad al servicio de un clamor general que exige el alto el fuego.
En las últimas semanas se han visto imágenes de Putin y Zelenski caracterizados de dictadores, rostros de niños asustados por el ruido de fusiles y bombas, escritos gritando parar la guerra, ojos llorando, e incluso ha habido pintadas contra Putin en la villa de lujo de su exmujer en Biarritz. Una vez más, el arte, en este caso urbano, asume protagonismo para denunciar los horrores de la guerra y sacudir conciencias.
Iñaki Chaves, doctor en Comunicación y Ciencias Sociales, es el coordinador y editor del libro colectivo Paredes que comunican (Ediciones Desde Abajo y FES Comunicación), publicado la pasada primavera, en el que se profundiza en esas diferentes formas de expresión que ocupan el espacio público para comunicar, denunciar o dar rienda suelta a quienes utilizan los muros y paredes para dejar constancia de su inconformismo o rebeldía. En una entrevista para la web del Departamento de Periodismo y Comunicación Global (PyCG), Chaves habla de las pintadas, de su significado y su repercusión en la sociedad.
¿Ha cobrado más vigencia o pertinencia en estos días un libro como el que coordinó recientemente?
Creo que Paredes que comunican es un libro atemporal. Reúne diversas reflexiones alrededor de las pintadas y su poder comunicador que, aunque son mayoritariamente de y en Colombia, son extrapolables a cualquier lugar y tiempo.
La condena a la guerra emprendida por Putin en Ucrania se está dejando oír en los foros internacionales, los despachos presidenciales y las cancillerías de todo el mundo. Pero también se está librando en las calles, con numerosas manifestaciones de esas pintadas o arte urbano que, como usted conoce y ha escrito, denuncian falta de libertades o derechos y que, en estos días de guerra en el Este de Europa, muestran el rechazo a la invasión decidida por el Kremlin. ¿Qué valor o qué repercusión están alcanzando estas pintadas que aparecen en los muros?
En primer lugar, pienso que es importante no perder el Sur, no caer en las trampas de las mediaciones mediáticas, no atacar todo lo ruso por el hecho de serlo ni defender todo lo ucraniano porque sí. Necesitamos tener y conocer el contexto, no solamente en el caso de esta guerra, sino en todo lo que ocurre y se difunde.
En cuanto a la pregunta: el valor o la repercusión ¿cómo lo medimos?, ¿por los “me gusta”?, ¿por su difusión en las redes virtuales?... Aunque sí hay algunas expresiones muralistas en algunos sitios, casi todos por fuera de Ucrania, la realidad es tan grave y perentoria que apenas hay lugar para las pintadas. Sin embargo, como pasa casi siempre por la fuerza de los medios, existen otras realidades, también graves, que sí han llenado las paredes y no han ocupado las portadas.
¿Responden estas manifestaciones al patrón típico de las pintadas clásicas o contienen algún elemento original?
No sabría situar ese “patrón” ni esas “clásicas”. El ser humano ha pintado en las paredes, en diferentes contextos, sin un patrón y sin pretender convertir lo dibujado en algo clásico. Lo ha hecho para comunicar, para dejar constancia.
Lo “original” en el caso de esta guerra parece ser la bandera ucraniana, o sus colores. Algo que muchas personas no asumen con igual intensidad para defender otros temas. Pero que no me parece mal como seña de identidad del conflicto y sus representaciones; por suerte, creo, parece que esta vez no le hemos apostado al manido “todos somos Ucrania”.
Lo no tan original es que se está gestando un conflicto ideológico exacerbado que solamente “ve” los extremos; con errores de base como situar al mismo nivel nazismo y comunismo, o confundir a Putin con todos los rusos o a Zelensky con todos los ucranianos.
¿Podría señalar alguna de ellas que le haya llamado particularmente la atención y explicar el por qué?
Me llamó la atención en los primeros días del conflicto esa “Z” que figuraba en los carros de combate rusos.
Después, de entre lo que estoy viendo, la pintada de LKN en Pamplona con los dos gobernantes en el mismo nivel de discurso de odio, con esvásticas en sus brazos, y con el mensaje “que se maten ellos”. Fue vandalizada, o intervenida, cambiando la esvástica del brazo del líder ucraniano por su bandera y añadiendo, entre otros textos, un “Viva Zelensky”.
Y también la realizada en Valencia (España) por Escif con la colaboración del Centre Delàs d'Estudis per la Pau para denunciar el negocio de las armas con la frase “la guerra comienza aquí”.
Increíblemente, las agencias de noticias, como EFE, le dieron más relevancia (con foto incluida) a la de J. Warx, en la misma ciudad, que es más crítica con Putin.
¿Qué rasgos diferenciales observa en los artistas urbanos de Ucrania o Europa del Este, a raíz de las obras que nos están mostrando estas semanas?
No conozco de primera mano las pintadas del oriente europeo, pero creería que, tanto los medios como las redes virtuales, nos están mostrando las obras que hacen artistas de otras procedencias y en otros países sobre la temática de la guerra en Ucrania.
Profundizando en este aspecto, ¿qué diferencias existen entre las pintadas de América Latina y las de Europa? ¿O son similares en cuanto a contenido y forma?
Puede que haya una tendencia similar en distintos espacios geográficos repartidos por doquier si hablamos de las pintadas (grafitis) llevadas a cabo por las diferentes tribus (crews) que pululan por ahí y que representan sus acciones a partir de sus firmas (tags).
Pero fuera de esa clase de pintadas, creo que las de América Latina son más concretas sobre sus propias realidades, tan urgentes y cambiantes. Se realizan al hilo de hechos que les marcan y que padecen históricamente como la exclusión, la falta de justicia social o la desigualdad.
En cualquier caso, la paz es tan recurrente en las pintadas de todas partes como poco respetada y muy perseguida.
En el caso de la guerra en Ucrania, ¿cuál debe ser la prioridad de las pintadas, comunicar o denunciar; concienciar o llamar a la acción?
En una guerra la prioridad debería ser la vida y la paz.
Pero no tiene porqué haber una prioridad en las pintadas, aunque tengan sus objetivos y pertinencia. Las pintadas son lo que la ciudadanía considere al albur de lo que motive sus movilizaciones y demandas. Las paredes son el lienzo de la comunicación ciudadana, o, como decía Rodolfo Walsh “los muros son la imprenta del pueblo”.
Las pintadas comunican siempre, y también son una acción, una muestra visible de la participación política de la gente que, muchas veces, conlleva riesgos al denunciar o concienciar. Para mí son, principalmente, una manera de narrar y hacer memoria.