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En el cerro de Cabeza de Griego (Saelices, Cuenca) surgió a partir de un castrum de la Edad del Hierro una ciudad en territorio celtibérico, cuya actividad económica principal estuvo ligada a las explotaciones del lapis specularis (Plin. HN 36.160), un yeso traslúcido utilizado como cristal de ventana. Su privilegiado emplazamiento en el cruce de las vías terrestres que unían el valle del Ebro con la Bética y la Lusitania y el centro peninsular con los puertos levantinos, en especial con Carthago Nova,  convirtieron a la ciudad en un importante centro del comercio con el Mediterráneo, a donde llegaron materiales y productos de distintas procedencias.

Su nombre, Segobriga, recordaba su fundación mítica por un personaje llamado Sego, cuya memoria se había mantenido por tradición oral desde la fecha desconocida en la que se constituyó. Será Plinio (HN 3.25) quien incluirá a Segobriga en sus listas de ciudades estipendiarias del conventus Carthaginensis, como caput Celtiberiae, junto con otras ciudades del sur de la Meseta y sureste peninsular. Como comunidad peregrina, los segobrigenses nombraron patrono al senador L. Livius Ocella, abuelo del emperador Galba, en tiempos de César o del segundo triunvirato y acuñó moneda con leyenda Segobris.

A mediados del siglo I a. C. la ciudad inició importantes trabajos de urbanización, que se planificaron con calles ortogonales y alineadas con la muralla. Las excavaciones arqueológicas recientes han documentado en la ladera norte del cerro los restos de varias insulae de viviendas contemporáneas a la fase preaugustea. En el mismo sector de la ciudad, un pequeño templo de estructura in antis y las denominadas termas del teatro formaron parte del tejido urbano de aquellas fechas.

La concesión del estatuto municipal trajo consigo el proceso de construcción del nuevo marco urbano monumental a partir de época augustea temprana, cuyo forum constituyó el mayor exponente. En él participaron indígenas de condición peregrina, como [Proc?]ulus Spantamicus y La[---] [---]us, que asumieron el coste del material empleado en la pavimentación de la plaza. Su plaza y pórticos se convirtieron en una galería de estatuas y pedestales honoríficos dedicados a miembros de la familia imperial, patronos de la ciudad y magistrados, cuya erección fue decretada por el ordo segobrigense hasta, al menos, época severa.

A finales del siglo I d. C. Segobriga había adquirido la imagen de una ciudad romana. Contaba con teatro, anfiteatro, unas nuevas termas, un edificio exclusivo para las transacciones comerciales y una gran plaza pública rodeada de galerías porticadas, adyacente al primigenio templo. Había llevado a cabo también importantes obras públicas, como la conducción de agua potable a través de un acueducto, la pavimentación de las calles y la instalación de fuentes, que mejoraron la vida urbana. Con la edificación ex novo de un circo en la mitad del siglo II d. C. terminaba el programa de construcciones públicas que hoy conocemos por las excavaciones.

El proceso de transformación de la ciudad tardoantigua se inició a finales del siglo III como consecuencia de la progresiva pérdida de poder del ordo decurionum y la consolidación de la iglesia cristiana. Aunque el concepto clásico de ciudad ya se había transformado, la ocupación de Segobriga continuó durante los siglos IV y V. La nueva sociedad se instaló en los edificios públicos altoimperiales, ahora abandonados y ya utilizados como cantera de materiales de construcción. La cristianización de la ciudad a partir de esta época se refleja en la construcción de una gran basílica martirial al norte de la ciudad, la llamada hoy basílica visigoda.

Entre los siglos VI y VII seguía siendo una ciudad importante, como lo demuestra su condición de sede episcopal, con obispos que asistieron a los concilios de Toledo entre 589 y 693.

Durante el periodo islámico, fue perdiendo su importancia como centro urbano hasta convertirse en un asentamiento rural dependiente de Uclés. El paisaje urbano de esta época, por lo que conocemos arqueológicamente, muestra una cierta ordenación del territorio. En el emplazamiento del antiguo foro se construyeron grandes recintos rectangulares al aire libre, probablemente utilizados como establos, que estaban unidos a estancias destinadas a usos domésticos. Al mismo tiempo, en la parte más alta de la colina se construyó una gran torre de vigilancia cuadrada rodeada de un foso, cuyos restos aún son visibles en la actualidad.

En 1228, la antigua Segobriga, ahora conocida como Cabeza de Griego, todavía estaba habitada, ya que de esa fecha data un documento de donación de parte del cerro a la Orden de Santiago. A partir del siglo XVI, el emplazamiento de la antigua población fue abandonado y solo se conocen referencias escritas de la existencia de una ermita.



Imagen tomada con dron del foro de Segobriga

Restitución virtual del foro de Segobriga. Imagen de Balawat (dirección del proyecto: J. M. Abascal y R. Cebrián)

La gran arquitectura pública de Segobriga constituye un referente para el estudio de la urbanística romana en el territorio de la Meseta Sur y para entender el papel de las ciudades hispanas calificadas por la bibliografía anglosajona como "small towns" en la implantación y difusión de los modelos constructivos y urbanísticos romanos. Su foro constituye un paradigma para conocer la morfología y el funcionamiento de estos espacios, gracias al elevado número de evidencias halladas en contexto primario, pero también para el reconocimiento de la complejidad estratigráfica y la diacronía de las distintas fases de ocupación y actividades de abandono, expolio y reocupaciones, que manifiestan el devenir de la ciudad durante la Antigüedad tardía y la Alta Edad Media.

El proyecto tiene como objetivo principal el análisis arquitectónico y urbano de los restos arqueológicos de su espacio público e interpretación de las fases constructivas y niveles de transición ocupacional, procesos de spolia y amortización, para alcanzar reflexiones más generales, válidas para comprender el programa de renovación urbana y arquitectónica de las ciudades romanas de la Celtiberia meridional en época augustea. Las tres ciudades situadas en este ámbito territorial, Ercavica, Segobriga y Valeria, parten de un modelo de romanización parejo y con una topografía comparable, que evolucionaron de manera parecida en época tardoantigua, de tal modo que las conclusiones alcanzadas por medio de la investigación de este proyecto se consideran susceptibles de extrapolarse para evaluar la magnitud de la nueva urbanística en el momento de su promoción jurídica con la introducción de los programas arquitectónicos, ideológicos y simbólicos establecidos por Roma.

La ejecución del proyecto también ayudará a comprender los cambios en la dinámica de los edificios públicos a partir del siglo IV, germen de la formación de las nuevas ciudades tardoantiguas y la disolución de la ciudad clásica. Para obtener esta visión de conjunto partiremos de los datos obtenidos desde proyectos arqueológicos finalizados en Segobriga que presentan importantes registros materiales, inéditos en su mayoría, y que son representativos de cada una de los períodos históricos a estudiar.

Desde el punto de vista social, el proyecto pretende favorecer una mayor integración del yacimiento con su entorno, generando conocimiento y propiciando conductas positivas de valorización del patrimonio local. Entre las acciones previstas se encuentra una jornada de divulgación del proyecto, jornadas de puertas abiertas a las excavaciones que se realizan en verano y un ciclo de conferencias a nivel local, que expondrá los datos alcanzados de la investigación como una manera de generar sentimiento de pertenencia, individual y colectiva, ayudando a mantener la cohesión social y territorial. Al mismo tiempo, mostrará a la sociedad la potencialidad del yacimiento en la formación de arqueólogos y su necesaria implicación en la conservación de los restos arqueológicos. Igualmente, la sinergia entre la investigación arqueológica y difusión cultural admite que los resultados del proyecto constituyan por si mismos un elemento dinamizador del patrimonio arqueológico de Segobriga y, por ende, de su Parque Arqueológico.