Un año internacional para poner la enfermería en su lugar
Este año, el colectivo enfermero tenemos el privilegio de ser proclamados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Año Internacional de la Enfermera y la Matrona. Es una oportunidad única que se nos brinda para presionar por el reconocimiento que tanto ansiamos y dar a conocer tanto a la ciudadanía como a los políticos la dimensión de nuestra profesión.
Enfermeras del Hospital de Mollet asisten a una anciana. / Ariadna Creus i Àngel García.
Hace tiempo que se acabó la era de la enfermera de cofia y delantal. Ahora, el colectivo enfermero protagoniza una labor fundamental, delicada y responsable en el manejo, tratamiento y recuperación de los pacientes y sus familiares, pero se dan situaciones en las que no nos sentimos valorados ni apoyados.
La enfermería reclama la oportunidad y el derecho a desarrollar nuestra profesión, también fuera de lo meramente asistencial. Estamos preparadas académicamente para disfrutar de ámbitos igualmente importantes y apasionantes como son la investigación, la docencia o la gestión sanitaria.
Nuestra profesión debe ser una enfermería de vanguardia y ser aprovechada y explotada en las múltiples funciones para las que estamos capacitadas y estamos deseando realizar. Pero este tipo de responsabilidades nos han sido vedadas y muy pocas enfermeras han conseguido llegar a puestos de dirección o investigación.
Incluso la situación dentro del ámbito asistencial, donde sí nos concentramos, a menudo es insostenible dando lugar a un gremio frustrado.
La ratio enfermera/paciente está desbordada, imposibilitando desempeñar el trabajo que se nos exige. Contratos precarios con duraciones de días o semanas es la realidad de las enfermeras y los enfermeros españoles en el sector público. Siempre pendiente de recibir la siguiente llamada telefónica en la que te ofrecerán el siguiente contrato en una unidad de trabajo distinta en la que puede que no tengas las habilidades necesarias y en la que puede que tampoco llegues a desarrollarlas porque cuando te familiarizas con el entorno laboral, tu contrato ya ha terminado.
Las enfermeras trabajamos con personas, y como todos los gremios, cometemos errores que, a diferencia de otros, estos pueden ser mortales. Sin embargo, de los errores cometidos solo nos responsabilizamos nosotras, a pesar de que la primera responsabilidad radica en no ser expuestas a este tipo de situaciones que propician desastres.
En el sector privado, la situación laboral es similar o peor: salarios ínfimos, falta de personal y de material para poder trabajar correctamente a cambio de la exhibición de una bonita habitación individual para el paciente/cliente. Es una situación injusta, materialista y muy irresponsable para con la seguridad de las personas.
Salir al extranjero, la única salida en muchos casos
Personalmente, la falta de valoración y consideración que sentí hacia mí como profesional, me hastiaba y preferí explorar nuevas fronteras. Muchas de nosotras/os hemos visto mejores oportunidades laborales fuera de España, a pesar del gran esfuerzo que conlleva trabajar en un entorno distinto y en una lengua extranjera. Hace cuatro años emigré a Inglaterra, donde he trabajado tanto en el sistema privado como en el público.
A pesar de las muchas críticas que tiene el sistema sanitario inglés, este tiene una mentalidad mucho más acorde con los tiempos que corren. Inglaterra reconoce, valora y aprovecha el potencial de la profesión. Las oportunidades que se ofrecen son tremendamente amplias y diversas. Puedes desarrollar tu profesión tanto como te lo propongas. El propio sistema sanitario te empuja al desarrollo, especialización y actualización de tus habilidades con el objetivo de crear mejores profesionales. En mi caso, trabajé tres años en una unidad de cuidados intensivos, donde el propio hospital me pagó un máster en cuidados críticos en la Universidad, y casi todas las asignaturas eran impartidas por enfermeras.
Allí, conocí a enfermeras desempeñando su trabajo en puestos de investigación o de gestión de Hospitales, como era el caso de mi propia jefa. Veía mi propio progreso en la especialización de mi faceta en el área de cuidados intensivos y el progreso de mis compañeros en otras funciones más allá de nuestra unidad, sin olvidar que cada logro iba acompañado por un incremento salarial.
En mi opinión, la enfermería española es rica en habilidades y esto nos hace ser muy valoradas fuera de España, pero muy poco empoderadas con nuestras propias capacidades, pues hemos sido adiestradas en esa mentalidad, de la cual ya estamos cansadas. Terminé la carrera en 2007, desde entonces he trabajado en ocho Hospitales diferentes de Granada, Barcelona, Andorra, Madrid y UK y he trabajado más en el sector privado que en el público. Tengo dos carreras y tres másteres. Actualmente estoy sacando una tesis doctoral en la UCM, y participo en un proyecto de salud nutricional en Etiopía de mi propia universidad, liderado por mí misma.
Sin embargo, toda esta experiencia, a la hora de ser computada para optar a un empleo público como enfermera de cuidados críticos, apenas importa. Como yo, miles de enfermeras. Esto es impensable en otros países de la EU o incluso en otros sectores dentro de nuestro propio país.
Este año 2020, gracias al empuje que la OMS nos ofrece, debe ser nuestro momento para forjar un cambio en la mentalidad y las expectativas de nuestra profesión.
Patricia Cobo Ginés es enfermera e investigadora predoctoral en la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid.
En la UCC+i dedicamos una de las actividades del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia al Año de la Enfermería: https://bit.ly/31ri5ME
Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI)
Universidad Complutense de Madrid
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