Justa llora después de tocar el microscopio. Paco no para de tomar apuntes. Rosa posa feliz con muestras de tinciones. Todos superan las ocho décadas de vida. “Ciencia en Residencia” cumple un año donde todo empezó: la Semana Internacional del Cerebro. Los investigadores de la Universidad Complutense de Madrid Elena Giné y José Ángel Morales García vuelven a una residencia de mayores, esta vez Albertia en Moratalaz, para vivir una jornada mágica de ciencia sin barreras de edad.

María Milán, 18 de marzo de 2024. Elena Giné y José Ángel Morales García, investigadores del Departamento de Biología Celular de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), no dudaron ni un minuto en volver a dedicar su actividad “Viaje al interior del cerebro” al público más agradecido que han tenido nunca: la tercera edad.

Con la Semana Internacional del Cerebro de 2023 nació el proyecto “Ciencia en Residencia” de la Unidad de Cultura Científica de la UCM. Lo justo era celebrar su primer aniversario con los profesores que lo iniciaron, pero esta vez cambiando de localización.

En el hall de la residencia Albertia de Moratalaz nos recibe Marta Emilia Pérez, terapeuta ocupacional, y nos conduce a un salón donde ya están preparadas las butacas y el proyector. Mientras Elena y José Ángel ponen a punto los microscopios, los residentes, alrededor de cuarenta, empiezan a llegar. En sus caras se refleja la alegría de “la visita de los científicos”.

Comienza Elena explicando la aportación de Santiago Ramón y Cajal, el Nobel español, a la neurociencia y cómo su teoría neuronal cambió la visión que se tenía hasta entonces -reticularismo de Golji-.

Después, la científica introduce la Escuela de Cajal, donde también había mujeres. El público, sobre todo el femenino, se asombra con esta revelación, pues ellas más que nadie saben lo difícil que era acceder a una carrera en las primeras décadas del siglo XX.

“Todos los colaboradores de Cajal, hombres y mujeres, eran personas excepcionales que han dejado grandes a aportaciones a la neurociencia”, concluye Elena.

Paco y Benjamín, amigos, se sientan en primera fila. Paco le da la vuelta al folleto que le entregamos y apunta fechas, nombres y definiciones. Para él, farmacéutico de profesión, estar aquí es una suerte. “Yo tengo mucha curiosidad por saber cómo funciona mi cerebro”, nos dice.

La segunda parte de la actividad la desarrolla José Ángel Morales García, quien explica todo el proceso para preparar muestras histológicas, con pequeños fragmentos de órganos y tejidos del cuerpo para estudiarlos. “Es como una receta de cocina en la que seguimos estos pasos”, relata.

Entre todos esos fragmentos, José Ángel se centra en uno: las células del cerebro. Tenemos más de 86 mil millones de neuronas, “¿Todo eso aquí? Serán muy pequeñas”, se oye entre la audiencia.

Después de la teoría, llega la práctica y la hora de acercarse al microscopio. La mayoría, necesitan ayuda de andador, bastón, silla de ruedas o el brazo de Marta y los otros terapeutas. Justa, usuaria del centro de día de la residencia, se aproxima nerviosa a mirar. Cuando acaba, sostiene fuerte la mano de Marta, y con lágrimas en los ojos, sonríe. “No os puedo explicar cómo me siento hoy. Me encanta aprender”.

“Yo veo neuronas, unas más grandes y otras más pequeñas. Luego se ve al astrocito que toma la sangre para ayudar a la neurona”, describe Paco. Por aquí tenemos un alumno Matrícula de Honor.

Finaliza la jornada y Elena y José Ángel vuelve a casa confirmando lo que ya experimentaron el año pasado: el conocimiento no tiene edad. Ni la divulgación fronteras. 

Esta actividad forma parte del proyecto “#CienciaUCM: Programa de actividades 2023-24 de la UCC+I de la Universidad Complutense de Madrid” financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).

Con la colaboración de: