“Cuando hablamos de arte y de salud se activan mecanismos a nivel biológico y cognitivo que nos benefician”

Imagina esto por un momento: vas a tu doctor o doctora y le comentas que últimamente te duele la cabeza, que tienes problemas para dormir, que estás más estresado, que vas sin frenos por la vida. Su consejo es que te apuntes a un taller de cerámica, que vayas a un museo o acudas a un recital de poesía. ¿Le creerías?  La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2019 advirtió en un informe de los beneficios del arte y de la cultura en nuestra salud y bienestar. La conocida como “receta cultural”. Noemí Ávila Valdés, profesora de la Facultad de Educación de la UCM, nos muestra este concepto sobre el que lleva trabajando más de dos décadas.

 

A día de hoy, ese grupo de población tiene una tasa de miopía del 19 %. / Shutterstock.

Noemí Ávila en la entrevista con la UCC+I. / Alicia Abascal.

María Milán, 23 de mayo de 2024.

¿Cómo tiene que ser esa participación en las artes y la cultura para que nos beneficie?

Cuando la OMS habla de las artes y la salud habla en términos muy amplios de un modelo lógico en la que esa participación puede tener diferentes niveles. Puede ser una participación más directa, que estemos recibiendo lecciones de arte, de música o de cerámica o una participación más receptiva si vamos a un museo, por ejemplo.

¿Cómo definimos la receta cultural?

El modelo de receta cultural realmente es una de las muchas estrategias para incorporar el arte a nuestro bienestar y a nuestra salud. Realmente se fundamenta en una idea de la OMS, el “social prescription”: cuando hablamos de bienestar y de salud hablamos de términos más amplios, no solo los terapéuticos. Lo social, la forma de relacionarnos con los demás y  su apoyo intervienen en nuestra salud. Este modelo de receta cultural se apoya ahí porque el arte y la cultura tienen una dimensión muy amplia y puede vincularse socialmente.

¿Qué beneficios para la salud física tienen el arte y la cultura?

Hay evidencias científicas a nivel social y de comportamiento, que son las más fáciles de entender cuando hablamos de arte y de salud, pero también se activan mecanismos a nivel biológico y cognitivo, a nivel de memoria. Estos mecanismos son beneficios también.

Por rango de edad, ¿qué efectos tienen la cultura para la infancia?

En paralelo al informe de la OMS, un informe de la Universidad de Londres señala que en la franja de la infancia hay datos muy potentes. Los niños que han participado con 10 u 11 años en actividades artísticas tienen a corto plazo, en la adolescencia, menos problemas de conductas complejas, ansiedad, dificultades, autoestima, identidad, pertenencia…

En los adultos, ¿qué efectos destacáis los expertos?

Con adultos, sobre todo, beneficios en torno a la salud mental: gestión del estrés, pertenencia, soledad… en el informe se hace distinción entre hombre y mujer y otros aspectos como estar trabajando o no.

¿Y qué hay de los mayores?

Participamos hace cinco años con el Museo del Prado y el Museo Reina Sofía en un proyecto con personas con demencia y alzhéimer. Tiene muchos beneficios sociales muy potentes como salir. Para nosotros es muy interesante porque, aunque tengamos resultados publicados en papers, en el día a día, cuando convives y compartes esos momentos en persona ves que suceden cosas y que se desencadenan las conversaciones más profundas que he tenido delante de un cuadro con ese grupo de la sociedad.

En la UCM nos adelantamos a todo esto que cuenta la OMS y desde 2003 se desarrolla el proyecto Arte y Salud

La Complutense es una de las pioneras trabajando en arte y salud y arteterapia, con muchos proyectos desde Bellas Artes y Educación, incorporando el arte en diferentes contextos de salud. Hay una larguísima trayectoria.

Dentro de esa trayectoria está la participación con el organismo autónomo Madrid Salud. ¿Qué acciones hacéis con ellos?

Es un proyecto muy bonito y entrañable. Una historia de amor institucional. Empezamos en 2011 y lo más destacable de esta colaboración es que son dos sectores, universidad y el sector de la salud, que se encuentran y siguen colaborando. Al principio comenzamos con intercambio de profesorado investigador y profesionales de Madrid Salud a muchos estudiantes en prácticas que han pasado por sus centros de salud comunitarias; tesis doctorales; becas…

¿Qué tipo de actividades se han desarrollado? Hay ejemplos muy bonitos en barrios de Madrid

Lo interesante de Madrid Salud es que trabajan desde la prevención y en la promoción de la salud. Tienen centro en prácticamente todos los barrios. En los que se trabajan, entre otros, el envejecimiento activo con personas mayores, la sexualidad con los jóvenes o la alimentación saludable. Esos programas los ponen a disposición del arte y de nuestros estudiantes y nos proponen trabajar juntos, desde organizar un taller de acuarela en el barrio de Usera a un paseo saludable en el que acabamos en el Museo Nacional de Artes Decorativas o el tejido de un toldo para una fiesta vecinal en Villaverde.

¿Cómo se resintió vuestro proyecto en la pandemia?

Fue duro, pero por otro lado reflexionábamos desde la universidad y desde Madrid Salud que qué suerte habíamos tenido con haber tejido todo eso. Cuando pasó lo peor de la pandemia, lo volvimos a retomar y cambiamos algunos aspectos.

¿Qué hacen en otros países en el modelo de receta cultural?

Realmente el modelo de receta cultural más “puro” lo llevan en Reino Unido. Hay una persona vinculada al sistema sanitario que trabaja como mediadora y ofrece las posibilidades culturales a los pacientes que llegan a atención primaria. Ese modelo es maravilloso, pero es complejo. Los países bálticos también han iniciado un proyecto en esta línea, pero hay que valorar las realidades de cada lugar. En Estados Unidos también han publicado una guía. Nosotros podemos inspirarnos en la sensibilización. Tenemos que usar los modelos de otros países para empezar a incorporar este lenguaje al ámbito de la salud y del bienestar. Necesitamos que esto esté en las conversaciones, todos tenemos muy asimilado que nos digan en el médico que tenemos que salir a caminar. Pues esto igual.


 

      
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En las ondas de Marie

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