¿Por qué caemos en las estafas?

Las estafas online son un problema en aumento cuyo crecimiento es paralelo a la expansión de internet. El número de usuarios de la Red ha alcanzado los 5.350 millones de personas, lo que representa al 66,2% de la población mundial. Si nos centramos en las personas de más de 13 años, las tres cuartas partes de la población mundial usan redes sociales.

 

Los profesionales del engaño digital tienen conocimientos de psicología y marketing. / Shutterstock.

Los profesionales del engaño digital tienen conocimientos de psicología y marketing. / Shutterstock.

27 de junio de 2024. Una sociedad global e interconectada proporciona numerosas oportunidades de acceso a información, comunicación, colaboración, desarrollo de negocios, o participación ciudadana... Pero al mismo tiempo, esta conexión entre los usuarios facilita el acceso a todos los públicos –algunos de los cuales antes eran inalcanzables, como las personas de edad avanzada– para cometer ciertos delitos como las estafas online. Internet ha hecho que estafar sea barato, rápido, y sencillo.

Cuando hablamos de estafas online no estamos pensando en los ciberdelincuentes que atentan contra los sistemas de seguridad de las instituciones con el fin de vulnerar su desempeño o robar datos personales. Estos son la gama alta de los delincuentes digitales. Para protegerse de ellos, las instituciones que son su objetivo desarrollan sofisticados mecanismos de seguridad.

Nos referimos, en este caso, al colectivo de estafadores online cuyo objetivo somos los usuarios de La Red, tú y yo, y frente a los cuales, de momento, la única y la mejor protección eres tú mismo. Tus decisiones y tu atención.

Cuatro cosas sobre nosotros que conoce el estafador

El perfil de este estafador online es el de un sujeto que sabe algo de informática, pero no es un experto ingeniero de software porque su modus operandi no lo requiere. Más que conocimientos de programación, los profesionales del engaño digital saben algo de psicología y algo de marketing digital. En esto conocimientos se basan sus estrategias y la razón por la que nos confunden.

Un estafador sabe cuatro cosas de nosotros:

  • Navegar es una tarea que realizamos de forma automatizada e impulsiva sin detenernos a reflexionar dónde hacemos clic, sobre todo si navegamos desde el móvil.
  • Ciertos contenidos nos desatan. Por ejemplo, una oferta irresistible, que acariciamos con la yema de los dedos hace que nos comportemos de forma impulsiva. Bajo la influencia de estos deseos viscerales no pensamos en las consecuencias de nuestras decisiones, entre las que por supuesto está que estemos siendo estafados. Explotar la visceralidad humana proporciona una puerta de acceso amplía, aunque sea fugaz, a las oscuras intenciones de los delincuentes. El ex-estafador Bruce Easley, que se reconvirtió en autor de libros de gestión de negocio, reconoce ese breve estado de descontrol y la oportunidad que brinda al estafador. "Es imperativo que trabajes lo más rápido posible. Nunca hay que dar tiempo a que se enfríe un mochuelo caliente. Es necesario cerrarlo mientras aún está babeando”.
  • Hemos sido educados en el respeto y la confianza. Esto es un logro de la socialización que se puede volver en nuestra contra. Cuando un banco, una institución oficial como la Agencia Tributaria o Correos nos formula una solicitud aparentemente legítima nuestra respuesta natural es obedecer. Cuando tu hija te pide dinero a través de un SMS nuestra respuesta natural es enviárselo. Los estafadores lo saben.
  • Si hay poco, lo deseas más. La escasez es una poderosa herramienta persuasiva de la que se abusa constantemente en las páginas de e-commerce y que no ignora un estafador. Si hay poco, vas a tardar menos en decidirte.

El estafador aliña estos conocimientos con algunas nociones de marketing. Una estafa exitosa se parece a una oferta legítima. Tiene el mismo aspecto: un producto interesante (aunque inexistente en la mayoría de los casos), un precio muy atractivo (tal vez demasiado), una forma de distribución adecuada (y muy rápida), y un mensaje eficaz que llama tu atención.

Combinando psicología y marketing, el estafador usa dos posibles estrategias para captar a sus víctimas. La primera es acercarse a ellas a través de correos electrónicos, mensajes de WhatsApp o SMS, un método masivo, barato, y rápido, o de forma más minuciosa a través de perfiles falsos en redes sociales. Otras veces, el estafador simplemente deja un señuelo en la red, esperando a que sea el usuario el que se autoseleccione como víctima, haciendo clic en un falso anuncio, o una oferta aterradoramente atractiva.

Las estadísticas sobre estafas online son imprecisas y no reflejan la realidad porque muchas víctimas no denuncian ante la policía. A veces, ni siquiera lo comentan con las personas de su entorno porque ser estafado conlleva cierto sentimiento de culpa (que el estafador también explota).

El crecimiento de las estafas se intensifica por algunas creencias erróneas como pensar que, si te han estafado, no te volverá a pasar. Si estás atento/a es probable que no te ocurra, pero no bajes la guardia. Los estafadores usan listas de pringados, personas que ya han sido estafadas y que tal vez lo han sido por su especial vulnerabilidad, para acercarse a potenciales víctimas.

También existe el error de pensar que si eres una persona cualificada a ti no te la cuelan. No hay datos que demuestren que esto sea cierto. Es una creencia equivocada como su contraria, pensar que si te estafan es que eres bobo/a. No es cuestión de cualificación sino de atención y reflexión antes de hacer clic.

Internet está plagada de estafas, y hay alguna pensada para ti. Que no te encuentre, pero si lo hace, no hagas clic.

 

Referencia bibliográfica: Gavilan, D., Navarro, G. M., & Fernández-Lores, S. (2023). MALA CONDUCTA: El lado oscuro del usuario digital. ESIC Editorial.

La autora de este texto, Diana Gavilán, es investigadora en el Departamento de Marketing y directora del grupo Ecosistemas de Consumo Inteligente de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM.


 

      
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