Geografía y elecciones: por una ordenación del territorio eficaz, justa y sostenible

Tras estos días de campañas electorales territoriales (autonómica y municipal), el análisis de los programas políticos ha puesto de manifiesto la necesidad de tener en cuenta a los geógrafos en su faceta académica, profesional y política. Si el objetivo último de una buena política territorial es el desarrollo eficaz, justo y sostenible de los territorios gobernados, entonces la geografía como disciplina y la ordenación del territorio como temática multidisciplinar más transversal (que integra la Geografía), tienen mucho que decir y que aportar.

 

El estudio busca mejorar la vida útil y la seguridad de las baterías de litio. / Shutterstock.

Los conocimientos en geografía y ordenación del territorio son necesarios en política. / Shutterstock.

Madrid, 7 de junio de 2023. La mayoría de las personas que se presentan a candidaturas políticas han estudiado Derecho, Ciencias Políticas, Ciencias Económicas o Administración y Dirección de Empresas. Muy pocos de los políticos o candidatos relevantes se han formado en Ordenación del Territorio, una disciplina que se aplica a diario en gestión política.

El territorio, definición

El título VIII de la Constitución Española se denomina “De la Organización Territorial del Estado” y se subdivide en dos capítulos en función de la escala geográfica: local y regional. En el artículo 148 se señala que las  Comunidades Autónomas asumirán las competencias en materia de Ordenación del Territorio, palabra esta última y su adjetivo “territorial”, que se repiten múltiples veces en todo el texto. Pero, ¿qué es un territorio y qué supone gestionarlo, ordenarlo, desarrollarlo, en definitiva, gobernarlo desde el ámbito político democrático?

Dentro de un territorio viven personas para las que hay que gobernar y existen recursos que hay que gestionar por y para el bienestar de la sociedad y el medio ambiente

Según el Diccionario Panhispánico, el territorio es un “espacio geográfico limitado por fronteras en el que se establece una población y que es la condición física necesaria para la existencia del Estado, el cual ejerce su soberanía sobre el mismo. Comprende un espacio terrestre y su subsuelo, incluidos ríos, lagos y canales nacionales, un espacio marítimo adyacente al territorio formado por las aguas interiores y el mar territorial (salvo que se trate de un Estado sin litoral), y el espacio aéreo suprayacente al espacio terrestre y marítimo”. Y la Ordenación del Territorio es la “ordenación de los usos del suelo o del subsuelo y programación de las grandes actuaciones públicas vertebradoras del mismo”.

A partir de estas definiciones, se entiende que dentro de un territorio viven personas para las que hay que gobernar y existen recursos que hay que gestionar por y para el bienestar de la sociedad y el medio ambiente que la sustenta. La sequía, los incendios, la despoblación, la carestía de la vivienda,  la guerra en Ucrania o la pandemia de la COVID-19 son problemas territoriales que afectan de manera diferente a cada territorio en escalas macro y micro, y que precisan por ello de una buena gestión especifica del espacio y de los recursos.

Importancia en la gestión política

Conocer los territorios y las sociedades que viven en ellos y que los han construido, velar por su bienestar social, por su desarrollo progresivo, equilibrado y sostenible es fundamental para la gestión política. Y es precisamente aquí donde entran en juego los necesarios conocimientos de geografía y ordenación del territorio, muy alejados del simple ejercicio memorístico que desmotiva a los estudiantes. La geografía física y la geografía humana aplicadas, la riqueza de los suelos, el caudal de los ríos, la diversidad de vegetación y fauna, las características del relieve, el clima y los paisajes, las materias primas, sus actividades económicas tradicionales e innovadoras, tanto rurales como urbanas, los recursos agrarios, industriales o terciarios disponibles, los usos del suelo, la movilidad y los medios de transporte y, por supuesto, los grupos sociodemográficos que viven en esos territorios, los que han vivido y nos han legado su patrimonio, y los que vivirán en un futuro y necesitan que el territorio llegue lo mejor posible para todos.

Conocer los territorios y las sociedades que viven en ellos y que los han construido, velar por su bienestar social, por su desarrollo progresivo, equilibrado y sostenible es fundamental para la gestión política

Para gestionar y gobernar un territorio local, comarcal, provincial, regional o nacional necesitamos diagnosticarlo: identificar sus debilidades y las amenazas que le acechan, pero también valorar sus fortalezas y detectar las oportunidades que se le presentan en un contexto más amplio. Hay que mirar al pasado del territorio y proyectarlo hacia el futuro analizando procesos y dinámicas territoriales (como por ejemplo la desagrarización o la desindustrialización) a lo largo del tiempo, y no solamente gobernar el presente o el horizonte temporal cortoplacista de 4 años. Hay que valorar su localización estratégica en un contexto geográfico más amplio, más allá del ámbito municipal o regional.

Cualquier candidato/a político/a necesita saber si se enfrenta a un territorio desequilibrado en lo social, en lo económico o en lo ambiental, para a continuación llevar a cabo una política de mejora, una estrategia territorial de corrección, de eliminación de desigualdades, de cohesión tanto interna como con el exterior. Cartografiar por capas de información los recursos y su distribución, y a continuación integrarlas y analizar las posibilidades de subsanar los problemas territoriales, se convierte en una herramienta imprescindible (cada vez más demandada por empresas privadas y públicas) para gobernar un territorio con conocimiento de causa y perspectivas de éxito. No es lo mismo gobernar un pueblo que una ciudad, un municipio en proceso de despoblación que una gran ciudad, una dinámica capital comarcal que una localidad del área metropolitana de una gran ciudad, una región fundamentalmente agraria que turística, un territorio con agua o sol abundantes que sin ellos, montañoso que topográficamente llano, periférico que cercano a los centros de decisiones, de interior o litoral, con calidad medioambiental o sin ella, con patrimonio histórico o natural a conservar o a generar, etc.

Las elecciones municipales, autonómicas o nacionales están hoy marcadas por el avance hacia la Agenda 2030 y por la transición ecológica

En los grados de Geografía y Ordenación del Territorio que se imparten en las diferentes universidades españolas se estudian asignaturas como Geografía Económica, Urbana o Social, entre otras. Capacidades que le vendrían muy bien, en estos tiempos críticos para el capitalismo global, a todo candidato o candidata a unas elecciones municipales, autonómicas o nacionales marcadas por el avance hacia la Agenda 2030 y por la ineludible transición ecológica y digital que aspira a construir entornos de vida inteligentes y sostenibles para toda la población. El enfoque territorial integrado de todas estas temáticas y problemáticas es la clave del éxito, y no solamente utilizar esta ciencia para visualizar la geografía electoral de los resultados.

Aunque ya sea tarde para las elecciones de mayo de 2023, sí es bueno reivindicar hoy la profesión geográfica con un doble objetivo: que los futuros políticos y políticas incluyan, una vez elegidos, a geógrafos y geógrafas en sus equipos de gobierno o entre sus asesores; y que los estudiantes de Bachillerato, que sí están a tiempo pues pronto tienen que elegir sus estudios universitarios, se decanten por esta disciplina de gran utilidad para el desarrollo sostenible de los territorios, ya que serán quienes deberán seguir con las transformaciones que ahora iniciamos.

 

Rosa Mecha, la autora de este texto, es profesora e investigadora del Departamento de Geografía de la UCM. 


 

      
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