Estrés y ansiedad: habituales en Navidad, pero agravados en pandemia
No es un secreto que, para muchas personas, la época navideña genera situaciones de estrés y ansiedad. Según estudios de años anteriores, afecta de forma negativa hasta al 65% de la población. A los problemas cotidianos, este año se suman los provocados por la COVID-19. ¿Podré ver a mis familiares? ¿Es responsable hacerlo? ¿Cómo afronto una pérdida en este escenario? Estas y otras cuestiones nos preocupan. Antonio Cano Vindel, Catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y Presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, aconseja cómo afrontar estas fechas.
El duelo o factores socioeconómicos aumentarán el estrés navideño. / Kha Ruxury.
María Milán, 18 de diciembre | ¿Va a ser la Navidad más estresante que recordemos?
Sí, estas fiestas van a ser más estresantes, pero por motivos diferentes según la situación. Para algunas personas lo será porque ha habido pérdidas que afectan a una proporción significativa de la población, al haberse producido un exceso de más de 60.000 fallecimientos respecto al año pasado. En Navidad parece que existe la obligación de hacer balance y si en ese balance faltan personas, es triste. A ello le sumamos los casos en los que no se han podido despedir y no han podido tener apoyo social. Habrá duelos largos y complicados.
Y en los casos en los que, afortunadamente no se registran pérdidas, ¿qué motivos hay detrás de episodios de estrés o ansiedad?
Por ejemplo, el motivo puede ser no estar con sus hijos o con sus nietos, sobre todo para las personas mayores que piensan que no les quedan muchas fiestas por celebrar. Hay, además, muchos más motivos de tristeza en esta situación, como los económicos y sociales: las personas que están en ERTE y no cobran, las que han sido despedidas, las que están buscando trabajo, las que tienen un pequeño negocio y son autónomos o las que se han visto obligadas a cerrarlos.
El Catedrático Antonio Cano Vindel. / A. Cano.
¿Hay algún grupo de población más propensos a generar estrés en estas fechas?
Por ejemplo, este año, hay un grupo que está ya muy estresado: el personal sanitario. Es bueno que tengan vacaciones, pero con ellas tendrán también más tiempo para pensar en todo lo que están sufriendo y padeciendo. Eso produce un bajón en el estado de ánimo. Hay distintos perfiles y cada uno puede tener sus motivos y sus personalidades, pero también hay que tener en cuenta las condiciones objetivas de este año, que no son favorables para hacer grandes celebraciones, al contrario.
A ello se suma el desconcierto y la incertidumbre del no saber qué hacer. ¿Por qué debatimos con nosotros mismos temas como, por ejemplo, ver a la familia?
Porque queremos una cosa y nos fijamos en lo que queremos, que es celebrar, pero luego nos fijamos en otra que no queremos ver, pero que está ahí: la situación actual.
¿Qué síntomas nos alertan de las situaciones de estrés o ansiedad en Navidad?
Los síntomas son los mismos que el estrés cotidiano, pero más intensos y probablemente aparecerá alguno nuevo. Por ejemplo, el insomnio: si en el estrés cotidiano, a pesar de ir acelerados y a contrarreloj podemos dormir, ahora a lo mejor tenemos más días con más dificultades para conciliar el sueño o en los que nos despertamos y no podemos volver a quedarnos dormidos. Otros síntomas son sensaciones físicas, que varían en el individuo cuando sufre ansiedad o estrés: digestivas, cardiovasculares, respiratorias, taquicardias, tensiones musculares, contracturas o dolores, entre otras.
Los síntomas son los mismos que el estrés cotidiano, pero más intensos y probablemente aparecerá alguno nuevo
¿Cómo las abordamos?
En primer lugar, con la aceptación. No aceptar que tenemos un virus muy extendido en todo el mundo que nos ha cambiado la vida es peligroso y aumenta la ansiedad y la depresión. Solo con el hecho de aceptar que existe un problema se disminuyen los síntomas de ambas. En segundo lugar, es necesario reinterpretar el problema. Pensar que nos quedan unos meses con una vida alterada, hasta que tengamos un 70% de población vacunada y que, aunque se va a tardar en conseguir el objetivo, a esta guerra cada vez le queda menos y no va a ser ahora cuando salgamos a que “nos peguen un tiro”. Si hemos llegado hasta aquí, vamos a seguir luchando para sobrevivir un poco más y terminar bien esta historia. Nos ha cambiado la vida, hay que aceptarlo y eso es mejor que luchar contra la realidad.
Por último, retomando el tema del duelo, ¿qué le aconseja a las personas que lo van a sufrir en los próximos días?
Es importante aceptar las pérdidas de los seres humanos, pues están ahí desde el momento que nacemos. Aceptarlo es mejor que hacerse preguntas que no tienen respuesta, “¿por qué le ha tocado a mi padre que podía haber vivido más?” Estos planteamientos ahondan más en el duelo y en la tristeza. Te conformas con emociones que programas en tu cerebro, puedes fantasear un rato, pero tienes que aceptar el duelo. A veces el duelo se complica por la culpa, habitual si el que fallece es un hijo y vienen pensamientos como “tenía que haberlo llevado antes al hospital” o “por qué no me ha pasado a mí”. La culpa aumenta el duelo complicado, pero si se expresa, el apoyo social ayudará a aliviarlas y a corregirlas.
Más información: Antonio Cano ha participado en la web Bienestar Emocional del Ministerio de Sanidad, con recursos para afrontar el estrés y las emociones.
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