La percepción social de la ciencia mejora ante las distintas crisis globales
Recientemente se han publicado los resultados de la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología en España 2022 (EPSCT) de la FECYT. En esta undécima edición se recogen datos con una ya larga trayectoria acerca de diferentes temas, desde el interés en la ciencia y la tecnología, la confianza en la ciencia o las actitudes hacia la ciencia y la tecnología. Asimismo, este año se han introducido cuestiones novedosas relacionadas con la comunicación científica o la comprensión de la actividad científica.
Dos terceras partes de las personas entrevistadas consideran que los beneficios de la ciencia y la tecnología son mayores que los perjuicios. / Shutterstock.
26 de abril de 2023.
Los últimos años nos enfrentamos a grandes desafíos globales, reflejados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible tales como el cambio climático, la pandemia de COVID-19, o los efectos desiguales de las tecnologías digitales, para los que la actividad científica – pero no solo de esta – resulta fundamental. En este contexto post-pandémico, la ciudadanía valora el papel de la ciencia. Así se refleja en el avance que ha tenido la percepción positiva de la ciencia con respecto a 2020: dos terceras partes de las personas entrevistadas consideran que los beneficios de la ciencia y la tecnología son mayores que los perjuicios (66,1 %). Y los mayores beneficios percibidos están en relación con hacer frente a las enfermedades y epidemias (69,7 %), o con mejorar la calidad de vida en la sociedad (59,4 %).
Asimismo, ha aumentado la realización de actividades relacionadas con la ciencia y la tecnología. De manera más habitual las personas entrevistadas dicen hablar de ciencia e investigación con familiares y amigos (61,4 %) y ver o escuchar programas de televisión o radio sobre ciencia (57,4 %). Hay que destacar que un tercio de la población señala que ha leído libros o revistas de divulgación científica (34,5 %), y también un tercio que ha visitado museos de ciencia y tecnología (31,3%).
Incremento de conocimientos científicos sanitarios
Se podría decir entonces que tras la pandemia y especialmente por el extraordinario afán de los múltiples actores de los sistemas de ciencia que condujeron al descubrimiento de las vacunas contra el COVID-19, valoramos más la ciencia. Al mismo tiempo hemos aprendido más acerca de la actividad científica. Cerca de la mitad de la población (45,3 %) conoce cómo se determina la eficacia de un fármaco: se administra el fármaco a unos pacientes, pero no a otros, y se compara qué ocurre con los dos grupos. En 2020 eran menos quienes sabían esto (32,7 %). Más de la mitad manifiestan acertadamente que los antibióticos se deben tomar solo para curar infecciones causadas por bacterias (67,9 %).
La percepción desigual de riesgos de las tecnologías
El incremento de la percepción de que los beneficios de la ciencia son mayores que sus riesgos no evita las percepciones críticas con respecto a los riesgos que se atribuyen a algunas tecnologías. A la energía nuclear y el fracking se les atribuye un gran riesgo, con puntuaciones de 4 en una escala de 1 a 5. Cuando nos detenemos en las tecnologías relacionadas directamente con el empleo, como la inteligencia artificia (IA) o la robotización, encontramos posturas más ambivalentes. Por un lado, hay que tener en cuenta que en el momento en que se hizo esta encuesta, ChatGPT y tecnologías similares no habían trascendido a la opinión pública.
Más de la mitad de la población había escuchado hablar de IA y robotización (58,1 %). Casi la mitad de la población percibía muchos o bastantes riesgos de la IA (37,8 %) y de la robotización (48,6 %). Tres de cada cuatro personas (72,7 %) cree que los riesgos de que aumente el desempleo en el país por estas tecnologías son altos o muy altos. Asimismo, una cuarta parte (24,3 %) cree que las tareas que todas o casi todas las tareas que desarrolla podrían ser realizadas por alguna tecnología en los próximos 15 años.
Las personas con estudios primarios creen en mayor medida que la robotización conlleva muchos riesgos. Asimismo, las personas con más ingresos perciben esos riesgos como menores. Las personas que se sienten más capacitadas para aprovechar las oportunidades de las nuevas tecnologías (61 %, fundamentalmente jóvenes y más entre hombres que entre mujeres), consideran que la IA y la robotización del empleo tienen menos riesgos. Es interesante observar cambios en la evolución de las mismas, no solo por la abundancia de anuncios sobre el reemplazo de profesiones creativas por la IA en la actualidad, sino porque en muchos lugares (como en las aulas) ya convivimos con estas.
Cambio climático y ciencia
Otro de los temas que resultan críticos de cara a plantear las políticas públicas a todos los niveles de gobierno es el cambio climático. La mayoría de la población conoce que el cambio climático “se debe principalmente a la acumulación de gases de efecto invernadero” (74,2 %), como respalda la comunidad científica. Asimismo, la gran mayoría de la ciudadanía (78,5 %) considera que el cambio climático es un problema grave o muy grave. Sin embargo, como reza el dicho, el diablo está en los detalles y si miramos con atención, vemos que el porcentaje de gente que asigna una gravedad entre 9 y 10 (escala de 0 a 10) ha descendido diez puntos desde 2020 (de 60,2 % a 50,9 %).
Este hallazgo resulta preocupante porque la gravedad atribuida al cambio climático está relacionada con la posición ideológica de la ciudadanía en el continuo izquierda-derecha. No la menor comprensión de la ciencia o la formación menos especializada: cuanto más a la derecha en la escala ideológica se posiciona alguien, más probablemente piense que el cambio climático no es un problema muy grave, a pesar de las evidencias que proclaman que así es. Además, mientras que para las personas en posiciones de izquierda la gravedad atribuida al cambio climático no ha cambiado entre 2020 y 2022, aquellos más a la derecha opinan que el cambio climático es menos preocupante ahora que hace dos años. Esta tendencia, que ya se ha observado en otros países de nuestro entorno, es preocupante porque la ciencia tiene que servir para poner unas bases de conocimiento que sirvan como acuerdo para poder discutir después cómo priorizamos políticas y mecanismos para hacer frente a los diferentes desafíos. Partir de la gravedad del cambio climático debería ser un principio básico, pero parece que algunos actores se están saltando este pacto. Hasta ahora, no teníamos en España una muestra tan clara del populismo relacionado con la ciencia.
Una cuestión relacionada con lo anterior son los informantes que se consideran adecuados para explicar el impacto de los avances científicos y tecnológicos. Las universidades y los centros públicos de investigación son las instituciones que están en primer lugar. La gran mayoría de la población (80,6 %) considera que son las más apropiadas, seguidas a gran distancia de centros e institutos de investigación privados (40,6 %) y por Divulgadores científicos en redes sociales y blogs (34,0 %). Las asociaciones de protección al medioambiente solo se consideran adecuadas por el 16,5 % y los/as periodistas por el 12,7 %. Estos datos se alinean con los trabajos que concluyen que la ciudadanía desconfía de las instituciones politizadas, incluso aunque sus ideologías estén alineadas. De modo que es importante aprovechar la confianza en la universidad e informar desde esta sobre la gravedad de los efectos del cambio climático para revertir la situación.
Los autores de este texto son Celia Díaz-Catalán, investigadora del Departamento: Sociología, métodos y teoría de la UCM y Pablo Cabrera Álvarez, del Institute for Social and Economic Research, de la Universidad de Essex (Reino Unido).
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