“Muchos menores sienten que en Navidad les llega una evaluación final y se frustran por no llegar a lo que esperaban de ellos”
Navidad es sinónimo de niños felices, ilusionados y alegres. Pero existen otras emociones: miedo, ansiedad, frustración o depresión. Nos cuesta relacionar a la infancia con los problemas de salud mental, pero son una realidad en aumento. Marta Giménez Dasí, vicedecana de Investigación, Doctorado e Infraestructuras de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y experta en el desarrollo psico-emocional de la infancia analiza esta cuestión y recurre a la comunicación como herramienta para abordarla.
La comunicación es una herramienta para tratar la tolerancia a la frustración en la infancia. / Shutterstock.
María Milán, 19 de diciembre de 2023.
La reina de las percepciones navideñas es la ilusión, ¿qué otras emociones positivas aparecen en la infancia durante estas fechas?
Diría que las mismas que en los adultos. Hay mucha ilusión por compartir momentos familiares, por los regalos. Ilusión, alegría, excitación por no saber qué va a pasar cuando vengan esos personajes mágicos. Todo esto son ingredientes emocionales de la Navidad y en los niños es muy palpable.
Hay un momento en la vida de todo niño y toda niña que saben que, en relación a la aparición de figuras que hacen regalos, hay gato encerrado. Sin embargo, continúan dejándose engañar y forman parte de ese juego. ¿Por qué lo hacen?
Porque no quieren perder la gracia y la magia de creer en esos personajes porque es una sensación muy agradable. Ha habido mucha investigación que ha intentado establecer si los menores confunden la ficción con la realidad. Hace bastantes décadas se pensaba que no distinguían bien lo ficticio pero con el tiempo hemos ido viendo que no es correcto. Los niños saben, en situaciones normales, cuando ellos juegan y dirigen la acción, lo que es ficticio y lo que no, lo separan perfectamente. En el caso de la Navidad, es muy difícil que puedan separarlo porque los adultos intervienen y montan tal parafernalia para que los niños crean que eso existe de verdad que el niño no tiene recursos para poder darse cuenta de que no es real. Llega un momento en el que descubre todo y muchos lo alargan todo lo que pueden porque esa ilusión y esa excitación genera mucho placer.
Hay muchos niños y niñas a los que les da miedo la aparición de Reyes Magos y Papá Noel. ¿Cómo trabajar el miedo con ellos?
Debajo de toda ansiedad hay miedo. Pero el miedo tiene dos caras: el negativo paralizante es uno, pero también existe el que tiene un efecto positivo, el que te da ver las películas de miedo o leer novelas de terror. Espero que el miedo de los niños en Navidad sea el positivo, el de excitación. El miedo paralizante es otro, el que da ansiedad y es el que está creciendo. Hay que liberar a los niños del miedo.
Al igual que sucede con los adultos, habrá niños que hayan tenido un año complicado y a los que estas fechas les provoquen emociones negativas. ¿Cuáles son las más comunes?
Hay muchos niños que sienten que les llega una evaluación final y algunos no estarán satisfechos con su propia valoración. Esto lo realizan de manera inconsciente y lo reciben de manera sutil por lo que los adultos a su alrededor emiten. Muchos sentirán frustración por no llegar a ser lo que sus padres, profesores o compañeros esperaban. Habrá niños que tengan miedo por no ser recompensados porque su rendimiento no haya sido el adecuado. Empiezan a tener problemas de autoestima. Si esto empieza a tambalearse en las primeras edades, hay que echarles una mano. Yo les diría a los padres que no fuesen tan exigentes. La exigencia genera ansiedad. En los últimos años estamos viendo que los problemas de ansiedad están aumentando como nunca antes. Los adultos, muchas veces sin darse cuenta, presionan a los niños para que su rendimiento y su conducta sean mejores y lleguen a la perfección. Muchos adultos sueñan y proyectan en sus hijos y eso los niños lo reciben.
Precisamente, hace unas semanas se hizo viral el tráiler de la segunda parte de la película animada Inside Out (Del revés) y presentaron a la nueva emoción que protagonizará la película: la ansiedad. Nos cuesta relacionar esta emoción con la infancia, pero como has indicado existe y en aumento.
Los datos de prevalencia que tenemos muestran un incremento progresivo desde hace años. Podemos pensar que ese incremento es o bien porque cada vez lo medimos más o porque de verdad vivimos en un mundo en el que los niños están cada vez más ansiosos. Puede que sean ambas. Nos cuesta mucho relacionar a la infancia con los problemas de salud mental. La ansiedad quizá menos, pero otros trastornos como la depresión nos cuesta más aceptarla.
Marta Giménez Dasí. / Ana Casado.
Además de ansiedad y depresión, ¿qué otros problemas de salud mental detectáis los expertos?
Esos dos son los más llamativos y prevalentes y eso se concreta en conductas muy específicas. Por ejemplo, en la fobia escolar, niños que no quieren ir al colegio. Algunos por acoso y otros por temperamento inhibido, timidez o agresividad. Si los adultos no lo ven a tiempo, esos dos temperamentos pueden evolucionar hacia niños extremadamente tímidos que no se atreven a hacer cosas y el colegio es un entorno desafiante, por lo que dejan de querer ir al colegio.
La vergüenza es una de las emociones que aparece en la película, así como el aburrimiento.
Yo no tengo la percepción de que los niños se aburran cuando están en su ocio, pero sí en el colegio. Hay un desajuste entre lo que los niños demandan y lo que el colegio les da. Durante el confinamiento por COVID-19, la principal emoción que apareció fue el aburrimiento, pero en otros trabajos no aparecía en el abanico emocional de la infancia.
En el contexto de las emociones y la infancia, ¿qué papel están teniendo las redes sociales y el acceso a las nuevas tecnologías?
La evidencia científica señala que el uso de las nuevas tecnologías en niños pequeños no es positivo. El factor fundamental es que las redes sociales son adictivas. En el caso de los adultos, tenemos más autocontrol y aprendemos, pero en el caso de los niños es una población inmadura y va aparejada a una falta de regulación y control de uno mismo. Dejarles en sus manos instrumentos que son potencialmente adictivos sin la capacidad de autorregulación es una bomba de tecnología. Muchos estudios muestran que las redes sociales en niños y adolescentes tienen consecuencias de salud mental negativas: depresión, insomnio, ansiedad… Hay expertos que señalan que los niños hasta los tres años no deberían tocar ni una sola pantalla.
Y cuando se les deja una pantalla y se les retira, vemos que llegan a frustrarse. ¿Cómo se trabaja la tolerancia a la frustración en esta población?
Realmente, es igual que en los adultos. Cuando un adulto está frustrado lo mejor es hablar, ver de dónde viene su frustración, intentar sacar algo positivo, aprender y tirar para adelante. Con los niños pasa igual, pero el nivel de comprensión hay que adaptarlo. Un adulto tiene que hablar con él, saber qué le ha generado frustración, enseñarle mecanismos para la próxima vez. Hay mucha sobreprotección y los niños toleran mal la frustración, pero se debe a que los adultos no han entrado en esa gestión. Hay que dedicarle mucho tiempo a hablar. Para mí este es un punto clave en la salud mental en la infancia: hay que hablar con los niños de lo que les pasa. A partir del lenguaje podemos trabajar.
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