La Mujer en la Historia de las Artes Escénicas

Sarah Berhnardt en su ataúd.

Ella misma fue la encargada de elaborar y promocionar su imagen pública, para estar siempre “en el candelero”, con imágenes hábilmente seleccionadas a manera de epatante escenografía, como aquella en la que aparecía en un ataúd, supuestamente su lugar predilecto para leer los guiones de futuros montajes. O con golpes de excentricidad, como cuando se presentó en Londres conduciendo un tiro de guepardos y acompañada de otros animales exóticos, que la asemejaban con los exuberantes personajes del mundo helenístico, en la senda de Cleopatra o Berenice.

Sarah Berhnardt en su ataúd.