Investigadoras de cinco universidades públicas analizan el impacto de la Covid-19 en el sistema público de servicios sociales
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El informe alerta de la irrupción de nuevos perfiles de personas usuarias afectando a miles de familias que trabajaban en el sector servicios y, especialmente, de empleos de la economía sumergida. La demora en el cobro de los ERTES ha supuesto también que en los meses de marzo y abril no quedara nada del presupuesto anual destinado a emergencia social en numerosos ayuntamientos de España.
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Las prestaciones por dependencia aparecen como uno de los ámbitos más perjudicados, al aumentar los retrasos.
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El trabajo, financiado por el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), ha estudiado el alcance de la crisis en los Servicios Sociales de más de 60 municipios españoles en 6 comunidades autónomas: Andalucía, Aragón, Baleares, Castilla y León, Euskadi y Madrid.
Madrid, 15 de octubre de 2020.- Investigadoras de la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de las Islas Baleares, la Universidad del País Vasco, la Universidad de Salamanca y la Universidad de Zaragoza han analizado el alcance de la pandemia Covid-19 en los Servicios Sociales de más de 60 municipios españoles en 6 comunidades autónomas: Andalucía, Aragón, Baleares, Castilla y León, Euskadi y Madrid. Una investigación que estará en funcionamiento hasta septiembre de 2021 y que realizará un seguimiento detallado de cómo se están enfrentando a los retos derivados de la pandemia.
Las investigadoras han estudiado el alcance de la crisis desde que se decretó el estado de alarma hasta septiembre de 2020 y lo han plasmado en un informe recientemente publicado que pone de manifiesto cómo los centros de servicios sociales municipales tuvieron que reorganizar radicalmente su forma de trabajar, atendiendo a quienes demandaban ayuda por teléfono, email, WhatsApp, etc. La atención presencial, fundamental para desarrollar estrategias integrales de ayuda, solo se ha podido mantener en casos de extrema emergencia.
En muchos casos la salud de estas profesionales se ha visto afectada por el estrés, la angustia y contención emocional que han realizado con los grupos de población más afectados por esta crisis sanitaria, económica y social. Las profesionales de este sistema dicen sentirse satisfechas con la tarea desarrollada, sin embargo, critican la falta de medios y la sobrecarga de trabajo al que se han visto sometidas
En esta línea, en el informe se alerta de la irrupción de nuevos perfiles de personas usuarias que hasta el momento desconocían dónde se encontraba su centro de servicios sociales de referencia. Cuentan cómo ha afectado a miles de familias que vivían del sector servicios y, especialmente, de empleos de la economía sumergida. También la demora en el cobro de los ERTES ha supuesto que en los meses de marzo y abril no quedara nada del presupuesto anual destinado a emergencia social en numerosos ayuntamientos de España.
Del mismo modo que ocurre en el sistema sanitario, las dificultades y las demandas sociales cotidianas se sumaban a las generadas por la pandemia. Esto es, a un sistema previamente saturado, se ha añadido la dificultad que supone no poder realizar entrevistas presenciales o visitas domiciliarias afectando directamente a intervenciones en violencia de género o de seguimiento de menores en situaciones de riesgo.
La dependencia aparece como otro de los ámbitos más perjudicados, tal y como afirma una trabajadora social entrevistada “las valoraciones de dependencia se dejaron de hacer en marzo y no se sabe cuándo se van a retomar” con las implicaciones que este retraso supone para miles de personas dependientes y sus familias.
En cuanto a previsiones de futuro se teme lo peor en algunos territorios, especialmente ligados a la estacionalidad (economías altamente dependientes del turismo o el trabajo agrícola), así como cuando medidas como los ERTEs toquen a su fin. El deseo común es que la presión hacia un trabajo asistencialista no acabe con los programas de intervención social que trabajan desde la prevención, la participación y la construcción de sociedades inclusivas. Se preparan para la siguiente fase y apuntan a la importancia de coordinarse con otros servicios públicos.
En los próximos meses se continuará analizando el impacto de la pandemia en este sistema. Se estudiarán nuevas prácticas profesionales, así como los diferentes retos a los que se enfrenta el sistema público de servicios sociales.
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