Institutos Universitarios

Objeto de la filosofía política contemporánea y el derrotero de la noción de sujeto

Autor: Imeldo Castro Villena  

Universidad de Salamanca

 

Modalidad: Presencial

 

Abstract:

Lo que trato de ofrecer: 

 

En primer lugar; es presentar, de manera general, una línea que permita la diferencia entre el objeto temático en el que se centró la filosofía política moderna y la empresa que debe de llevarse a cabo desde la filosofía política contemporánea. 

Para esto, básicamente, tomé en consideración, sin hacer una valoración crítica de los mismos, los temas que han desarrollado personalidades como: Maquiavelo, Hobbes, Locke, Rousseau, Montesquieu y Hegel. Estos, en sus icónicos textos han abarcado las preguntas que giran alrededor de: qué es el poder político y cómo este se distribuye a nivel de los distintos estamentos del gobierno. Aquí, ni me ocupo ni me detengo, aunque sea de manera incidentalmente, en hacer un examen de lo que cada autor, desde su punto de vista, presenta lo que considera que es el poder político y como se distribuye; esto pasa, no porque no sea intrascendente lo formulado por ellos, sino porque creo que no es necesario realizar lo propio en este espacio. 

Hay trabajos que de manera formidable han glosado los planteamientos teóricos de los mencionados autores. En tal sentido, por ejemplo, puede consultarse tanto el texto: Historia de la filosofía política, de Leo Strauss y Josep Crospy; como el libro: Historia de la teoría política, de George H. Sabine y la obra: La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político, del maestro Norberto Bobbio. 

Uno podría estar o no de acuerdo con aquellos argumentos que las grandes figuras de la filosofía política han esgrimido acerca del poder político y con las interpretaciones que se les suelen dar a los mismos, en mi caso, esto poco o nada importa; puesto que, al no hacer un examen o una valoración crítica, da igual si estoy o no de acuerdo con lo que dicen y se dicen de sus ideas. 

Al hacer una descripción de sus deliberaciones, lo único que quiero es observar si entre ellos existe o no una temática en común, con un doble objetivo. El primero, es el de hallar un cinturón teórico que caracterice a la filosofía política moderna. El segundo, consiste en ver si alguien como yo puede trepar y colocarse sobre los hombros de los connotados pensadores. Pues, en la producción del conocimiento, como bien diría J. de Salesbury, en su Metalogicon: “Somos como enanos sentados sobre los hombros de gigantes para ver más cosas que ellos y ver más lejos, no porque nuestra visión sea más aguda o nuestra estatura mayor, sino porque podemos elevarnos más alto gracias a su estatura de gigantes”. Obviamente, esta segunda consideración aún está pendiente a ser corroborada a lo largo de la presente investigación. Solo al final del día, sabré si pude o no situarme sobre los hombros de aquellos titanes; y, a decir verdad, no van a ser los únicos sobre los que me apoyaré.   

En segundo lugar, intento señalar, contrario a lo que refiere la mayoría de los escritos de filosofía política contemporánea, que el foco de estudio de esta no radica en preguntarse por lo ideales de justicia y los elementos que permiten evaluar la calidad de las instituciones públicas y las políticas estatales, tal cual lo manifiesta Will Kymlicka, en su texto: Filosofía política contemporánea.

Con lo observado, no trato, en ninguna medida, de indicar que el quehacer de los teóricos de la filosofía política contemporánea se desentienda de dicha problemática; es más, es una cuestión que ha sido atendido de manera enfática a partir de las cavilaciones de J. Rawls. 

Twain advierte que, para un hombre con un martillo en la mano, todo le parece un clavo. Después de que Rawls publicó su libro: Teoría de la justicia, en 1971, los pensadores de la filosofía política contemporánea se hicieron de un nuevo martillo, y procedieron a poner el acento en discutir lo propuesto por Rawls y en construir teorías alternas sobre la justicia.  

Lo que trato de insinuar es que, existe un problema previo y trascendente que debe preliminarmente atenderse desde la teoría política contemporánea antes de responder cómo organizamos la sociedad y qué criterios de justicia deben de utilizarse para evaluar las instituciones sociales. El problema al que hago alusión es: la condición de servidumbre voluntaria o de obediencia ciega y mecánica del sujeto político. 

En tercer lugar, hago un recorrido no evaluativo de la noción de sujeto dentro de la antropología filosófica. Para esto, he considerado importante los aportes que han hecho Descartes y Freud, con la sola pretensión de anotar cual es el fundamento constitutivo del sujeto político en dichos autores.