Ética y Valores para la construcción de un liderazgo íntegro
Autor: Moisés Ruiz González
Universidad Europea
Modalidad: Presencial
Abstract:
La propuesta de este artículo quiere analizar la situación actual del liderazgo desde una perspectiva ética. Los acontecimientos vividos en los últimos años han variado la manera de liderar, especialmente, desde la perspectiva conductual.
La primera década del siglo se caracterizó por dar importancia a lo emocional frente a lo racional. El liderazgo emocionalmente inteligente o la inteligencia emocional aplicada al liderazgo fueron los conceptos sobre los que pivotaba la acción del líder. Se exigía a los líderes aplicar los fundamentos de la inspiración y la motivación para procurar el máximo rendimiento de sus liderados.
Sin embargo, la década que recién estamos iniciando ha cambiado el paradigma. La humanidad se ha paralizado, también ha reflexionado y ha vuelto la vista a los valores que son el sustento de cualquier progreso. Por ello la ética vuelve a ser la referencia esencial de cualquier cambio en el espectro del liderazgo. Cobra fuerza la apuesta del liderazgo ético en las organizaciones como señal de fortaleza de las mismas. La presión del capitalismo sobre las direcciones empresariales, la digitalización como solución de presente, el regreso a la máxima expresión del beneficio hace del liderazgo una expresión necesaria para combinar todos los factores posibles que desaten el nudo gordiano en la encrucijada de las empresas. Combinar ética con beneficio, algo impensable en el siglo pasado, se hace ahora imprescindible. Hay que sentar las bases de un liderazgo ético que sea capaz de llevar al éxito económico a su empresa pero sin descuidar el cuidado a las personas a las que lidera.
Liderar es cuidar el beneficio, liderar es cuidar a las personas. Liderar es valorar, es decir, aplicar los valores como eje principal de su personalidad. El líder que lo consiga tendrá la llave del respeto en la próxima década.
El líder de la nueva década va actuar como impulsor de las medidas de transformación social, siendo el referente y el orientador. Pero no debe ser el único. Descartemos, por tanto, el hiperliderazgo, que se podría definir como excesivas atribuciones a una sola persona de la cual depende casi todo. Es un error. Los equipos siempre están por encima de las personas. La sociedad, las organizaciones necesitan líderes y no un líder exclusivamente.
Lo necesitan porque en ese proceso de transformación es preciso que actúen muchos y no sólo uno.
Los tiempos actuales cambian el camino del liderazgo. No basta con el clásico de arriba hacía abajo. La transversalidad es necesaria para crear más líderes y para crear personas que actúen como líderes en sus respectivos compromisos con el pensamiento.
Una persona puede hacer cosas, muchas personas trabajando en una misma dirección pueden hacer muchas cosas.