El desorden mundial en un mundo multipolar agresivo
Autor: Francesc Sánchez Lobera
Universitat de Barcelona
Modalidad: Online
Abstract:
El 24 de febrero de 2022 los europeos descubrimos que el fantasma de la guerra que habían sufrido nuestros abuelos había regresado de nuevo. Ya quedan muy pocos entre nosotros -si exceptuamos a aquellos que vivieron en Yugoslavia- que hayan vivido las consecuencias más dañinas de una guerra en forma de bombardeos, falta de alimentos y suministros básicos, y la muerte de seres queridos. La Guerra de Ucrania ha traído todo esto de nuevo en un país que hasta 1991 formaba parte como república de una Unión Soviética que voluntariamente decidió desaparecer. Y este es el hecho, el del derrumbe a mazazos del Muro de Berlín en 1989 por parte de los alemanes, y el de la desaparición de la Unión Soviética dos años después, que para el historiador Eric Hobsbawm, cerraba el siglo XX de manera abrupta: porque aquello que se inició en 1914 con la Gran Guerra, y que en 1945 con la victoria de los aliados sobre las fuerzas del eje, estableció un nuevo orden mundial, se cerraba inesperadamente entre 1989 y 1991 con la desaparición del bloque soviético, enfrentado desde entonces a los Estados Unidos y sus aliados en una larga Guerra Fría en todos los niveles, bajo del terror nuclear de la MAD. En ese momento Occidente interpreta que ha vencido finalmente a su viejo adversario, y hay quien, como el politólogo Francis Fukuyama, que llegaron a sentenciar y pronosticar que la democracia liberal se impondría en todo el mundo. Podemos aceptar la certeza que, como en su momento sucedía -y sigue sucediendo- con las armas nucleares, la globalización económica impide un conflicto armado mundial porque la interdependencia económica lo hace inviable, pero lejos de los pronósticos del citado politólogo ni la democracia liberal se ha impuesto en todo el mundo ni los conflictos armados han desaparecido. De hecho, hoy existen potencias con regímenes autoritarios que demuestran que el capitalismo es posible sin democracia, y los conflictos armados se han incrementado desde que empezó el siglo XXI.
El 11 de septiembre de 2001 los Estados Unidos fueron golpeados en su propio territorio y descubrieron que eran tanto vulnerables como odiados. Washington en lugar de aprovechar esta ocasión para promover un nuevo orden mundial acordado por todos decidió resolver sus asuntos yendo a la guerra, primero contra los talibanes y grupos de yihadistas en Afganistán, con un importante apoyo internacional, y luego contra el Estado de Iraq, encontrando menos apoyo. Desde entonces hasta nuestros días podemos establecer una clara continuidad de conflictos armados, en los que tendríamos que agregar el movimiento tectónico que significó la Revuelta Árabe, con involuciones, guerras civiles, y la destrucción de Estados, en los que efectivamente la restitución de Rusia como Estado por parte de Putin, que finalmente se ha enfrentado a Occidente, y la ascensión de China como fábrica del mundo, han tenido una gran incidencia. Hoy tenemos un mundo en el que Occidente mantiene su hegemonía, en el que viejos adversarios y nuevas organizaciones como los BRICS la cuestionan abiertamente.