Autor: Francisco Láuzara Morales

Universidad Pablo de Olavide

 

Modalidad: Presencial

 

Abstract:

Desde el inicio de las primaveras árabes con la revolución de Jazmín, la República de Túnez ha experimentado una aceleración que le ha causado pasar por diferentes fases de gobierno a una velocidad inusitada. Siguiendo la propuesta de este grupo de trabajo, es interesante el análisis del desempeño de este pequeño país para analizar cómo una democracia en ciernes puede sufrir un deterioro y erosión de forma súbita, a pesar de las esperanzas (o justamente por eso) puestas en la nueva situación, cómo se produce una crisis orgánica del régimen inaugurado debido a la coyuntura internacional, la fuerte presión de sectores interesados en el colapso y la propia incompetencia de las autoridades democráticamente elegidas.

Este escenario parece el ideal para un discurso populista pretendidamente higienizante del Estado que viene a resolver los problemas causados tanto por las élites tradicionales como por las nuevas incorporaciones a una política democrática. Un escenario propicio para la irrupción de un “hombre fuerte”, un líder carismático con presuntas ideas renovadoras y reformistas de las instituciones anquilosadas, inoperantes y corruptas, que se instala en el poder en olor de multitudes e implanta de manera paulatina un nuevo régimen profundamente conservador y personalista marginando al tiempo a una parte de las élites tradicionalistas (de partidos islamistas en el caso de Túnez) y a los progresistas más activistas. Se trataría de una nueva derecha que bebe mucho del despotismo con apariencia de ilustrado. Una derecha que ofrece soluciones simples y represión de la crítica, que tendría su paralelo en otros países del mundo con una tradición democrática mucho más arraigada pero que están sucumbiendo en un proceso del que Túnez es un ejemplo condensado y acelerado.