Autor: Martín Parra Olave

Universidad Tecnológica Metropolitana

 

Modalidad: Presencial

 

Abstract:

La sociedad chilena se ha visto sorprendida, en los últimos meses, por una serie de hechos de corrupción que han afectado la credibilidad de sus instituciones, baste mencionar, como ejemplos, el caso Hermosilla y el escándalo de las transferencias a las Fundaciones de hace menos de un año. En este sentido, las redes de poder y el tráfico de influencias, en sus distintas formas y manifestaciones, han llegado a socavar los fundamentos básicos de nuestro sistema democrático, debilitando las instituciones y generando una profunda desconfianza ciudadana en ellas, lo que se traduce en una baja participación ciudadana en las elecciones de nuestras autoridades. Este tipo de hechos pavimenta el surgimiento de posiciones extremas y de discursos populistas que prometen soluciones rápidas y efectivas, eliminando a los enemigos de la nación. “El pesimismo de nuestros días combina la sensación de que la democracia no está a la altura de las exigencias ciudadanas, pero al mismo tiempo la angustia de que la vamos perdiendo de forma paulatina” (Bellolio, 24) 

Entonces, surgen las preguntas acerca de ¿qué mecanismos legales e institucionales debemos implementar para frenar este avance? ¿Basta con la generación de nuevas normas y leyes más duras o estrictas? ¿Es el orden neoliberal y globalizado un escenario propicio para generar este tipo de situaciones? por lo tanto, ¿basta solo con cambios legales y más controles sobre la Administración Pública? En el presente artículo se investigará y pondrá sobre la mesa si el sistema económico imperante, es decir el neoliberalismo, es una de las causas fundantes de las actuales condiciones que permiten y generan corrupción, puesto que los individuos que participan de este mundo globalizado “buscan maximizar su bienestar” (Román, 19), sin importar los mecanismos que deban utilizar siguiendo una lógica perversa de competencia y ganancia sin límites.