Conflictos y geoestrategia en Magreb-Sahel
Autor: Javier Gª-Larrache Olalquiaga
Ministerio de Asuntos Exteriores de España
Modalidad: Presencial
Abstract:
La guerra en Ucrania parece haber centrado las preocupaciones de seguridad en el este de Europa. Sin embargo, en nuestra inmediata vecindad sur, la zona de Magreb-Sahel plantea acuciantes desafíos de seguridad. En la región se plantea una combinación de retos geográficos, estratégicos y socioeconómicos que se desarrollan en un espacio geográfico con amplias zonas de escasa presencia estatal, fronteras porosas y participación de actores con un fuerte elemento de riesgo, como los grupos terroristas o de otras formas de delincuencia organizada. A ello se suma el creciente protagonismo de dos grandes potencias: China y Rusia, en el segundo caso con un destacado elemento militar. En los últimos años, una serie de golpes de estado y la ya posiblemente crónica inestabilidad en Libia, se añaden al abandono de la región por parte de actores tradicionales, especialmente Francia. Como resultado, las citadas potencias hallan un terreno abonado para consolidar su capacidad de actuación. La región les ofrece grandes ventajas estratégicas derivadas de una presencia en el terreno bien asentada y de una marcada capacidad de influencia en una serie de gobiernos débiles y dependientes del apoyo externo. Pero también les presenta considerables oportunidades comerciales y económicas, tanto en fuentes tradicionales como los hidrocarburos, como en materias primas de alto valor añadido para las nuevas industrias. En un futuro previsible, no parece que las formas de guerra tradicional se vayan a desarrollar en la zona y menos aún a través de una intervención bélica a gran escala por parte de actores terceros; pero las nuevas formas de hacer la guerra sí son ya una realidad en la región Magreb-Sahel. Entre ellas, en las actuales circunstancias parece oportuno mencionar la doctrina Guerasimov, con sus postulados como la proporción ¼ de medios militares y no militares o sus propuestas de uso de contingentes del ejército con el disfraz de fuerzas de mantenimiento de la paz o de gestión de crisis. Pese a la magnitud del desafío, sea por incapacidad o por diferencias de percepción, las organizaciones de seguridad colectiva sólo están desarrollando de modo muy incipiente sus herramientas y opciones de enfrentarse a la amenaza. Similar es la actitud de distintos estados que a nivel nacional tendrían, o tuvieron, una marcada capacidad de influencia. La velocidad a la que se desarrollan los acontecimientos parece por el momento mucho mayor que el ritmo al que se prepara una respuesta. La percepción clara de ese riesgo es un elemento de dicha respuesta y a ello podría, modestamente, contribuir esta ponencia.