Entalladura
Durante los siglos XV a XVII recibía el nombre de entallador el artesano de la madera, quién, entre otros oficios, grababa en madera a la fibra*. Sobre una tabla de madera cortada del tronco en el sentido de las vetas y preparada para dotarla de un formato manejable —taco*—, actúa el grabador*, provisto de los instrumentos tradicionales de carpintería —cuchillas*, gubias* y escoplos*—. Con tales instrumentos da varios cortes sobre la superficie del taco. Si estos cortes convergen en la base —acción de tallas* y contratallas—, saltará el trozo de madera que queda entre ellos. De este modo el artista va rebajando la madera en determinadas zonas. En definitiva, la entalladura es una modalidad de grabado* que consiste en vaciar —cavar— la superficie que debe salir en blanco en la estampa* y dejar en relieve las zonas correspondientes a la imagen.
Hasta los años finales del siglo XVIII todas las técnicas empleadas para tallar una madera eran de entalladura y no de xilografía*, procedimiento muy distinto de aquél. Durero y su taller, por poner un ejemplo conocido, no practicaron la xilografía, sin embargo nadie discute su extraordinaria destreza como grabadores en madera. Todavía hoy, y quizá más que nunca, existe una confusión generalizada que tiende a unificar el grabado en madera bajo la común denominación de xilografía. No todo el grabado en madera actual se obtiene a partir de la técnica de xilografía ya que muchas de las estampas contemporáneas proceden de tacos trabajados a la fibra —el caso de los expresionistas alemanes es suficientemente significativo al respecto—. La reivindicación del término entalladura no es arbitraria, ni responde a un afán purista fuera de lugar. No se trata tampoco de rechazar la palabra xilografía porque fuera inventada cuatro siglos más tarde de la técnica a la que erróneamente se aplica. Simplemente, la xilografía es un procedimiento muy distinto de la entalladura, aún a pesar de tratarse, en ambos casos, de grabado en madera. La resistencia a aceptar este hecho contrasta con la claridad con que se pone de manifiesto en el vocabulario de otros países de larga tradición en el ámbito del arte gráfico. Los anglosajones, por ejemplo, diferencian claramente ambos procedimientos mediante dos vocablos: wood cut —madera cortada, es decir, entalladura— y wood engraving—madera grabada, o sea, xilografía—. Su equivalente en francés sería taille d'épargne o gravure sur bois de fil y gravure sur bois de bout. También el idioma alemán distingue entre holzschnitt y holzstich. Por otra parte, la palabra entalladura no es exclusiva del español; sin ir más lejos, la voz italiana intaglio procede de la misma raíz y su significado es análogo.
No obstante, el uso del término plantea ciertos problemas que es justo evidenciar. En primer lugar, aunque el Diccionario de autoridades define claramente entalladura como "la obra abierta con el buril o cincel en madera, piedra o bronce, cortando sutilmente y cavando las líneas para formar las imágenes o letras que se quieran", en otros diccionarios y fuentes de época el significado no se reduce al ámbito del grabado sino que, por el contrario, se amplía a otros trabajos de carpintería. Por ejemplo, Sebastián de Covarrubias [Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid, 1611] define al entallador como "el que hace figuras de bulto que cortando la madera va formando la figura". Así pues, en la mayor parte de los documentos antiguos la entalladura va asociada genéricamente a la escultura en madera y, con mucha frecuencia, a la talla de retablos. Evidentemente, esta vinculación artesanal con el oficio de carpintero no corresponde a la consideración que el grabador actual tiene de su arte. De manera que entalladura, además de ser una palabra en desuso, no designa la técnica empleada por el grabador en madera contemporáneo. Del mismo modo como resulta anacrónico aplicar el término talla dulce al grabado calcográfico de las dos últimas centurias, así resulta, también, utilizar el de entalladura. A efectos de catalogación se recomienda, pues, el empleo de entalladura en aquellas estampas obtenidas de tacos grabados fechadas con anterioridad al siglo XIX, y la expresión grabado en madera a la fibra para las de los siglos XIX y XX. Las primeras estampas conocidas datan de fines del siglo XIV y se obtuvieron a partir del entintado y prensado de tacos de madera a la fibra grabados mediante el procedimiento de la entalladura. Manteniendo la tradición altomedieval estas primitivas imágenes no pretendían la representación naturalista del objeto, sino una síntesis elemental y primaria del mismo capaz de provocar una asociación de ideas o una evocación puramente conceptual. Lo que se buscaba es, en definitiva, una primera identificación para, a través de ella, alcanzar el significado del mensaje. No importaba que la representación de la figura humana fuera absolutamente naturalista, totalmente creíble, bastaba con el hecho de poder ser identificada como tal figura. En otras palabras, el grabador no pretendía que sus estampas proporcionaran información, sino que "fueran el instrumento para despertar, por sí mismas, emociones piadosas: la mayoría de tales imágenes representaban santos a los que se rezaba para pedir protección contra enfermedades o peligros concretos" [Ivins (1953: 43)].
En la segunda mitad del siglo XV era ya practicado y conocido el grabado a buril. Tenía ciertos inconvenientes respecto a la entalladura: la lámina de metal se desgastaba en el proceso de estampación con mayor rapidez que el taco y resultaba más difícil de grabar y de estampar. Por ello, mientras las dos técnicas cumplieron la misma función, mientras lo único que se exigía a la imagen era una rápida e inmediata identificación del objeto en escasos y toscos rasgos, el grabado a buril no pudo competir con la entalladura.
Ref.: En cuanto a la acepción antigua de entalladura y entallar véase La Nueva. Recopilación de las Leyes del Reino, libro 5, tít. 21, l. 27; citada en Diccionario de la lengua castellana en que se explica su verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad..., Madrid: Real Academia Española, 1732, p. 497-498. Manuel Gómez Moreno en El arte de grabar en Granada (Madrid: M. Tello, 1900) recoge una cita documental del siglo XVI con el término entallador aplicado al grabador en madera, reseñada a su vez por Páez (1981: vol. I, p. 34, n. 79).
Por lo que respecta al grabado en madera a la fibra: Banister (1968), Beltrand (1938), Biggs (1950), Biggs (1958), Busset (1925), Colas (1952), Chamberlain (1978. Woodcut), Charbonneau (1972), Elfrink (1973), Figuerola (1931), Fournier (1759), Gariazzo (1907), Gusman (1916), Gutiérrez Larraya (1952), Hope (1887), Hutton (1974), Ivins (1953), Morin (1961), Morley Fletcher (1916), Papillon (1776), Relief (1945), Ross (1974. Relief), Rumpel (1972), Salaman (1930), Seara (1981), Van Hear (1968), Vega (1992), Watson y Kent (1945), Westheim (1954), Wilder (1969), Woods (1968)
V.a. Grabado, Arte gráfico, Xilografía
*Definición de grabado en relieve incluído en el DICCIONARIO DEL ARTE GRÁFICO
[Javier Blas (coord.), Ascensión Ciruelos y Clemente Barrena, Diccionario del dibujo y de la estampa. Vocabulario y tesauro sobre las artes del dibujo, grabado, litografía y serigrafía, Madrid: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Calcografía Nacional, 1996, p. 77-212].