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Texto 1

del V Centenario de la Biblia Políglota Complutense, y como comisario de la exposición que dentro de unos meses se inaugurará en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla sobre esta obra,  deseo aprovechar la excelente iniciativa que este blog nos ofrece a todos los que admiramos el ejemplo que supuso impulsar desde aquella Castilla “periférica”, y desde una villa que no tenía casi tradición editorial alguna, una de las más brillantes empresas culturales de su época. La publicación de la Biblia Políglota constituye uno de los ejemplos más extraordinarios de cómo las “nuevas tecnologías” (las de entonces, pero también las de ahora) podían modificar la imagen de un país retrasado y tradicionalmente alejado de las grandes iniciativas culturales de Europa, en una potencia (no ya militar), sino cultural e intelectual. El gran Erasmo de Rotterdam, que en 1516 rechazara venir a España, invitado por el propio cardenal Cisneros para participar en la edición de su Políglota, pocos años más tarde se lamentaría de su “Non placet Hispania” y calificaría a la “Academia Complutensis” como un modelo de saber y de dominio de todos los conocimientos. Para una universidad que había iniciado su andadura docente poco más de una década antes, eran unos elogios sorprendentes.

 

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DIEZ DIEZ DIEZ DIEZ

 

Texto 2

Como coordinador del V Centenario de la Biblia Políglota Complutense, y como comisario de la exposición que dentro de unos meses se inaugurará en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla sobre esta obra,  deseo aprovechar la excelente iniciativa que este blog nos ofrece a todos los que admiramos el ejemplo que supuso impulsar desde aquella Castilla “periférica”, y desde una villa que no tenía casi tradición editorial alguna, una de las más brillantes empresas culturales de su época. La publicación de la Biblia Políglota constituye uno de los ejemplos más extraordinarios de cómo las “nuevas tecnologías” (las de entonces, pero también las de ahora) podían modificar la imagen de un país retrasado y tradicionalmente alejado de las grandes iniciativas culturales de Europa, en una potencia (no ya militar), sino cultural e intelectual. El gran Erasmo de Rotterdam, que en 1516 rechazara venir a España, invitado por el propio cardenal Cisneros para participar en la edición de su Políglota, pocos años más tarde se lamentaría de su “Non placet Hispania” y calificaría a la “Academia Complutensis” como un modelo de saber y de dominio de todos los conocimientos. Para una universidad que había iniciado su andadura docente poco más de una década antes, eran unos elogios sorprendentes.

 

 Este cambio de actitud del Humanismo se inició en 1514, cuando se terminó de imprimir en Alcalá de Henares el primero de los volúmenes de la obra que actualmente solemos denominar como Biblia Políglota Complutense. Considerada como la "primera obra científica del mundo moderno", fue impulsada por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, uno de los personajes más singulares de la historia moderna de España. Fue éste quien, como arzobispo de Toledo, reunió entre 1502 y 1510 a un selecto grupo de eruditos teólogos, filólogos y humanistas para llevar a cabo una de las empresas culturales más relevantes del siglo XVI: publicar una Biblia que contuviera todo el texto de la Sagradas Escrituras en los principales idiomas en que se habían escrito y difundido (hebreo, arameo, griego y latín), seleccionando para ello las versiones más destacadas y genuinas. Esto suponía una labor de crítica textual, al mejor estilo renacentista, donde se aunaba el método histórico y el método filológico. La Vulgatade san Jerónimo, el texto bíblico latino que la Iglesia había considerado como “oficial”, había sido corregido infinidad de veces con textos espúreos o manipulados. LaPolíglota complutense, sin desautorizar esta versión  latina, abrió la puerta a un estudio racional y científico de la Biblia. Se trata, por tanto, de un monumento cultural que refleja los principales anhelos de lo que ha venido a de nominarse como el espíritu del Renacimiento.

 

      Pero también constituye un monumento tipográfico. Para darle forma como libro el cardenal Cisneros encomendó su edición al más notable de los impresores que trabajaban por entonces en Castilla, el francés Arnao Guillén de Brocar. Éste realizó uno de los alardes tipográficos más notables de toda la historia del arte de imprimir. Los tipos griegos han sido considerados como los más bellos jamás creados, y los hebreos sirvieron décadas después de modelo a los estampados en la Biblia Regia, segunda Políglota impresa por Cristóbal Plantino en Amberes (1569 y 1573). Es por ello que la Biblia Políglota Complutense se erige como el mejor de los libros impresos en España durante los siglos XV y XVI, constituyendo una joya destacadísima de nuestro patrimonio bibliográfico. Su belleza, la importancia de su texto y su rareza (gran parte de los volúmenes se perdieron en un naufragio) la hicieron objeto de un exacerbado coleccionismo ya a los pocos años de su publicación. Destaca la distribución del primer tomo; las páginas en su tres cuartas partes superiores se dividen en tres columnas que contienen; la izquierda el texto griego con la interpretación latina interlineal, la central la Vulgata, y la de la derecha la versión en hebreo. La parte inferior se divide en dos columnas; la izquierda para la traducción caldea y la derecha para la latina. Cada columna lleva sus epígrafes y, en el margen derecho, apostillas.

 

Por último, se trata de un monumento netamente complutense, ya que constituye la mejor expresión (intelectual y material) de la concepción moderna con la que Cisneros acometió, al mismo tiempo que la edición de la Políglota, la creación en Alcalá de Henares del Colegio de San Ildefonso, núcleo de la refundación  de una universidad en aquella villa. Esta  fundación recogió todo el espíritu renovador de la época y supuso situar a la “Academia Complutense” en la vanguardia de un extraordinario espíritu  de renovación cultural y religiosa que recorría tanto Europa como España. Los humanistas de Alcalá asumieron en este contexto la tarea de penetrar en el estudio de la Sagrada Escritura desde la perspectiva de un análisis filosófico, geográfico e histórico, que pretendió el retoro a una Cristiandad primitiva, y en aras de este objetivo la joven ciencia del Humanismo fue admitida en la universidad ciudad complutense: la cátedra de hebreo se confió al converso Alonso de Zamora y la de griego a Hernán Núñez de Guzmán, y la de retórica y latín a Antonio de Nebrija. Todos ellos abandonaron la universidad de Salamanca atraídos por el espíritu renovador el cardenal Cisneros había logrado infundir a la de Alcalá de Henares. Y es cuando en el verano de 1502 este prelado reunió a un  grupo selecto de hebraístas y de humanistas en una finca cercana a Toledo, con el propósito de iniciar un proyecto tipográfico que se convertiría en la Biblia Políglota Complutense, ninguno de los que participaron en aquellas conversaciones estivales dudaron de que estaban contribuyendo con su labor a una gran actividad científica.

 

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