28 JUN 2016 - 10:01 CET

Hoy se celebra el día internacional del orgullo LGTB. Con el término “orgullo” se quiere hacer hincapié en que ninguna persona debe avergonzarse de lo que es, sea cual sea su sexo, orientación sexual o identidad de género. Este “orgullo” fue el que demostraron los clientes del pub neoyorquino “Stonewall Inn” el 28 de Junio de 1968, cuando se rebelaron contra un sistema que perseguía la homosexualidad con el beneplácito del gobierno. Sin ser conscientes, se convirtieron en el sustrato para el surgimiento del movimiento moderno pro-derechos LGTB en todo el mundo.

Una de las grandes ventajas del día del “orgullo”, es que permite la visibilización del colectivo LGTB y por lo tanto luchar contra el estigma en las personas lesbianas, gays, transexuales y bisexuales. Estigma homofóbico que, por desgracia, tiene un precio en la persona que lo padece.  Pese a que en nuestro país no existen datos, en otros países se ha cuantificado un porcentaje de suicidios significativamente mayor en adolescentes no heterosexuales (Suicide Prevention Resource Center, 2008). Además, se han encontrado mayores tasas de depresión, mayores tasas de trastornos alimenticios (anorexias y obesidad, tanto en hombres como en mujeres) y de conductas adictivas en el colectivo LGTB (Saewyc, 2011). Es por ello que desde estas líneas me gustaría invitar a que cada uno reflexione de que manera puede evitar participar de la creación de este estigma social, que tan amargas consecuencias tienen para el que lo sufre.

Es curioso percibir como la mayoría heterosexual se siente ajena a la fiesta del “orgullo”. Es necesario revertir esta situación, puesto que un día como hoy celebra la diversidad.  Y, siguiendo a Sánchez Sáinz (2013), “en la diversidad entramos todos, nadie se queda fuera, las personas somos diversas”, puesto que la diversidad no son los miembros de las minorías sino la colectividad, el conjunto de minorías y mayorías. Se antoja necesario abandonar la cultura de la diferencia (alimento de la discriminación y  la exclusión) y abrazar una cultura de la diversidad que permita crear espacios de libertad, tan necesarios en nuestro mundo.

No me gustaría terminar estas líneas sin destacar que para que hoy podamos celebrar esta fiesta, muchas personas realizaron grandes sacrificios en el pasado, dejándose incluso la vida en la defensa de las libertades de todos. Vaya para ellos mi agradecimiento y mi ORGULLO.

Alejandro de Miguel Álvaro