14 MAY 2014 - 08:51 CET

Como si nada hubiese ocurrido, los organismos responsables de drogas de la ONU siguen insistiendo en sus ineficaces recetas para conseguir esa quimera que es “un mundo libre de drogas”. En marzo de 2014 se ha reunido en Viena la Comisión de Estupefacientes (57ª sesión), formulando una Declaración en la línea que caracteriza todas sus actuaciones: no ven los estragos de la prohibición, ni su estrepitoso fracaso; no escuchan las innumerables y bien fundadas voces que en los últimos años reclaman un cambio de rumbo; hablan para seguir repitiendo las fórmulas rancias a las que nos tienen acostumbrados. Se mantiene la adhesión a los tres Convenios (1961, 1971 y 1988) que vertebran la prohibición mundial de las drogas y se insiste en el enfoque llamado  multilateral: la misma fórmula para todos, es decir, las políticas de “talla única”, tan del gusto de la ONU, que quieren dar el mismo tratamiento a la producción, transporte, mercado negro y  consumo en cualquier país; seguir catalogando por igual a la heroína, la hoja de coca y la marihuana, ignorando las evidentes diferencias; y ello, para acabar prohibiéndolo todo por igual, ajenos a los enfoques de derechos humanos, salud pública y evidencia científica.

Ann Fordham,  Directora  Ejecutiva del Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas, se ha referido a lo ocurrido en Viena diciendo que “Este es un punto crítico en la historia y muchos gobiernos están listos para el cambio, pero lamentablemente la declaración de la ONU es débil y no refleja esta realidad. Es una oportunidad perdida. Muchos gobiernos frustrados han hecho declaraciones contundentes en estos días que dejan claro que ya no tienen estómago para continuar con la farsa de un consenso mundial sobre las drogas.”

Naciones Unidas no debería ignorar ciertas cosas que han ocurrido recientemente: así los referéndums de Colorado y Washington por los que se aprueba la regula la producción, venta y consumo del cannabis; la ley de Uruguay por la que el Estado asume el control de la marihuana; o  la reunión de la Organización de Estados Americanos de 2013 y el Informe que de ella sale, en el que tras hacer un análisis de la lamentable situación de muchos países latinoamericanos como consecuencia del tráfico de drogas y la guerra lanzada contra el mismo, se refiere a los posibles escenarios del cambio de política.

“Este es un punto crítico en la historia y muchos gobiernos están listos para el cambio, pero lamentablemente la declaración de la ONU es débil y no refleja esta realidad. Es una oportunidad perdida. Muchos gobiernos frustrados han hecho declaraciones contundentes en estos días que dejan claro que ya no tienen estómago para continuar con la farsa de un consenso mundial sobre las drogas.”

Araceli Manjón-Cabeza Olmeda

Directora de la Cátedra Extraordinaria UCM “Drogas siglo XXI”