Judit y Holofernes
Judith and Holofernes
Autora: Mónica Ann WALKER VADILLO monica.ann.walker@gmail.com
Palabras clave: Betsabé; David; Salomón; Iconografía cristiana; Baja Edad Media; Antiguo Testamento.
Keywords: Judith; Holofernes; Betulia; Old Testament; Christian iconography; Late Middle Ages
Fecha de realización de la entrada: 2011
Cómo citar esta entrada: WALKER VADILLO, Mónica (2011): "Judit y Holofernes", datos digital de Iconografía Medieval. Universidad Complutense de Madrid. En línea: https://www.ucm.es/bdiconografiamedieval/judith-y-holofernes
© Texto bajo licencia Creative Commons "Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International" (CC BY-NC-ND 4.0)
Publicación ampliada: WALKER VADILLO, Mónica (2012), "El ciclo de Judith", Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. IV, nº 8, 2012, pp. 1-10.
Judith y Holofernes. Pinturas murales de la iglesia de #uestra Señora de Eriskirch (Alemania), c. 1410-1420.
Abstract
Judith’s story begins with the Assyrian army besieging the city of Betulia in Israel. Nebuchadnezzar sent his general, Holofernes, to destroy their enemies instigating them to not take any prisoners. With this in mind, Holofernes cut all the supply routes of the city and posted troops in the springs that provided water to the inhabitants of Betulia. Faced with such adversity, the Jews living in the city began to despair and to consider surrender in order to safe their life. When they decided that after five days they would open the doors of Betulia, a woman, Judith, the widow of Manasseh, rebelled against this idea and told her countrymen that God had not abandoned them and that they should give her three days before opening the gates of the city. With the blessing of the elders, Judith removed her widow’s clothes and adorned herself with the finest silks and jewels. She called one of her servants and, after preparing a substantial meal and a good wine, both of them left the city and headed for the enemy camp. The two women were arrested by Assyrians soldiers and after a brief interrogation, where Judith informed them that she would betray her people so that the Assyrian army could conquer Betulia, they were taken immediately before the general Holofernes. He was glad at the treachery of Judith and was charmed by her beauty. He assigned a tent to the Jewish woman and her maid and asked Judith at what time would she give the desired information. Judith told him that for three days she would pray at dawn and dusk and when so directed by God she would inform the general. Judith asked the general to not be disturbed by the soldiers when she went to pray and Holofernes granted her request. However, Holofernes was obsessed with the beauty of the woman and invited her to lie with him by her own free will. Judith agreed and, when they were in his tent, she gave him her own food and invited him to drink a substantial amount of wine. Holofernes, drunk, decided to lie on his bed. Then Judith took the general’s sword and with two accurate blows she severed his head. After the deed, she called her servant and asked her to put his head in a basket. After the two of them left at dawn as if to pray, the soldiers did not disturbed oblivious to the fact that their general was dead. Early in the morning, the Assyrian soldiers gathered to attack the city but they soon learned the grim news: the head of his general was in a stake in front of the gates of Betulia. The army panicked and fled, so that they became easy prey for the Israeli army.
Resumen
La historia de Judith comienza con los ejércitos asirios sitiando la ciudad de Betulia en Israel. Nabucodonosor envió a su general, Holofernes, a destruir a sus enemigos instigándole a que no cogiera prisioneros. Con esta idea en mente, Holofernes cortó todas las vías de abastecimiento de la ciudad y apostó soldados en los manantiales que proveían agua a los habitantes de Betulia. Ante tal adversidad, los judíos que vivían en la ciudad empezaron a desesperarse y a considerar la rendición para salvar la vida. Cuando ya habían decidido que en cinco días abrirían las puertas de Betulia, una mujer, Judith, viuda de Manasés, se rebeló e informó a sus conciudadanos que Dios no les había abandonado y que le dieran tres días antes de abrir las puertas de la ciudad. Con la bendición de los ancianos, Judith se quitó las ropas de viuda y se engalanó con sus mejores sedas y alhajas. Llamó a una de sus sirvientas y tras preparar una comida cuantiosa y de guardar un buen vino, ambas salieron de la ciudad camino del campamento enemigo. Las dos mujeres fueron detenidas por soldados asirios y después de un breve interrogatorio, donde Judith les informó que iba a traicionar a su pueblo para que el ejército asirio conquistara Betulia, fueron llevadas inmediatamente ante el general Holofernes. Éste se alegró ante la traición de Judith y se quedó prendado de su belleza. Asignó una tienda para la mujer judía y su sirvienta y le preguntó a Judith que cuándo le daría la tan deseada información. Judith le contestó que durante tres días rezaría al alba y al anochecer y que cuando Dios así lo dispusiera ella informaría al general. Judith pidió permiso al general para que los soldados no la molestaran cuando saliera a rezar y así lo dispuso Holofernes. Sin embargo, Holofernes seguía obsesionado con la belleza de la mujer y la invitó a que yaciera con él por su propia voluntad. Judith accedió y, ya en su tienda, le dio de su propia comida y le invitó a ingerir una cuantiosa cantidad de vino. Holofernes, embriagado, se recostó en su lecho. En ese momento, Judith tomó la espada del general y en dos golpes certeros seccionó su cabeza. Llamó a su sirvienta y le pidió que pusiera la cabeza dentro de una cesta. Después ambas salieron al alba como si fueran a rezar y los soldados las dejaron pasar ajenos al hecho de que su general había muerto. A primera hora de la mañana, los soldados asirios se reunieron para asaltar la ciudad pero pronto se enteraron de la macabra noticia: la cabeza de su general se encontraba en una estaca enfrente de las puertas de Betulia. El ejército aterrorizado y sin liderazgo salió huyendo convirtiéndose en presa fácil para el ejército judío.
Selección de obras
- Efigie y ciclo de Judith. Estatua-columna y arquivolta central de la puerta occidental del transepto norte de la catedral de Nôtre-Dame de Chartres (Francia), c. 1210-1220.
- Judith y Holofernes. Inicial “A”, Biblia (Inglaterra, probablemente Gloucester), c. 1240. Nueva York, The Pierpont Morgan Library, Ms. G18, fol. 151v.
- Vidriera de Tobías y Judith. Sainte-Chapelle, París (Francia), c. 1243-1248.
- Judith y Holofernes. Inicial “A”, Biblia (Italia, probablemente Palermo), siglo XIV. Nueva York, The Pierpont Morgan Library, Ms. G.60, fol. 279r.
- Judith se presenta ante Holofernes. Biblia Historial (París, Francia), c. 1415. Nueva York, The Pierpont Morgan Library, Ms. 394, fol. 204v.
- Judith muestra a los soldados la cabeza de Holofernes desde las murallas de Betulia. Biblia (París, Francia), c. 1415. Nueva York, The Pierpont Morgan Library, Ms. 395, fol. 9v.
- Judith lleva a Betulia la cabeza de Holofernes. Tablas tipológicas (Brujas, Bélgica), c. 1440. Nueva York, The Pierpont Morgan Library, MS. M.649, fol. 4r.
- Judith y Holofernes. Speculum Humanae Salvationis (Brujas, Bélgica), 1445. Glasgow, Glasgow University Library, MS. Hunter 60.
- Judith y Holofernes. Pintura mural en el interior de la iglesia de Nuestra Señora de Eriskirch (Alemania), c. 1410-1420.
Bibliografía básica
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