Ascensión de Alejandro

Autora: Laura RODRÍGUEZ PEINADO lrpeinado@ghis.ucm.es

Palabras clave: soberbia; vanidad; arrogancia; inteligencia. 

Fecha de realizacion de la entrada: 2016

Cómo citar esta entrada: RODRÍGUEZ PEINADO, Laura (2016): "Ascensión de Alejandro", Base de datos digital de Iconografía Medieval. Universidad Complutense de Madrid. En línea: https://www.ucm.es/bdiconografiamedieval/ascension-alejandro

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Tapiz de la historia de Alejandro, ascensión, talleres de Tournai, ca. 1475, Palazzo Doria, Génova. 


Estudio iconográfico

La figura de Alejandro estuvo siempre viva en el imaginario colectivo, su memoria fue perpetuada como la del gran héroe que construyó un gran imperio y su vida fue ya recopilada y narrada en el siglo III por Pseudo-Calístenes en una magna obra de 10 volúmenes que a partir de entonces fue continuamente revisada y ampliada, así como traducida del griego original al latín y posteriormente a diferentes idiomas europeos y del cercano Oriente. Las versiones medievales de la Historia de Alejandro no faltaron en las bibliotecas de los príncipes, apreciándose su imagen como la del paladín a imitar, con bellos ejemplares en los que se ilustraron sus diferentes hazañas. En estos romances se exaltaban sus virtudes como la valentía y la generosidad, pero también su curiosidad y sagacidad por su deseo de alcanzar el conocimiento y la inmortalidad, lo que le hizo traspasar los límites inexplorados por el hombre como volar para conocer el confín de la tierra o descender a las profundidades marinas para conocer sus fondos.

Entre los hechos que protagoniza el héroe, la escena de su ascensión gozó de gran difusión en Oriente y Occidente. La historia relata su deseo de conocer el confín del mundo en su avance por Oriente tras penetrar en un lugar oscuro donde unos pájaros con cara humana le dicen que no le está permitido entrar en la Tierra de las Bienaventuranzas, por lo que decide utilizar una estratagema consistente en apresar dos grifos a los que ordena no dar de comer en tres días y uncirlos a un yugo para que le ascendiesen metido en un cesto. Como las bestias estaban hambrientas, el rey llevaba en la punta de una lanza como cebo hígado de caballo para que los animales echasen a volar intentando atrapar su presa. En el Pseudo-Calístenes (II, 41) no puede completar su hazaña porque es detenido por un ser alado, sin embargo, en el Libro de Alexandre (2496d) la expedición aérea tiene éxito y puede vislumbrar y describir los tres continentes conocidos.

Plásticamente la escena deriva del tema de los triunfos y apoteosis de los dioses y emperadores, aunque su origen se puede fijar en las composiciones simétricas del arte de las primeras civilizaciones.  Se resuelve con la representación frontal del personaje metido en una cesta y los animales dispuestos a ambos lados. El rey porta en ambas manos una lanza con un cebo al que se vuelven los animales que así inician su ascensión para alcanzar su ansiado manjar. Alejandro siempre viste indumentaria regia y está tocado por una corona o distinguido con las insignias imperiales. Si bien en la mayoría de las representaciones los animales que ayudan al héroe en su ascensión son grifos, en alguna ocasión se sustituyen por grandes pájaros, como en el bordado alemán del Mainfränkisches Museum de  Würzburg.

La historia gozó de gran fortuna en el ámbito bizantino y en los reinos occidentales, pero su significado no será el mismo en Oriente y Occidente y, asimismo, variaría según el contexto y el tipo de obra en el que se incluye la imagen. Por tanto, la figura del macedonio en su aventura de la ascensión al cielo es ambigua, ya que podía encarnar lo positivo como potencia protectora del mal si atendemos al valor que muestra el rey en esta hazaña, o lo negativo como ejemplo del pecado de la soberbia, el orgullo y la osadía, pudiéndose interpretar como vicios asociados a los monarcas y las clases poderosas.

En el ámbito bizantino fue un mito popular con un significado positivo como prototipo de la glorificación y apoteosis imperial, adquiriendo su imagen tintes mesiánicos, sobre todo en objetos de lujo donde se ponderaban las virtudes del gobernante, pero también fue habitual su significado positivo en ámbitos más populares, donde era una alegoría del alma y de la aspiración del hombre a la salvación en un estricto sentido religioso, mientras en el ámbito secular alegorizaba la fuerza o el poder en su máxima expresión y la inteligencia.

Sin embargo, en Occidente tuvo un significado ambiguo. En los contextos religiosos, la ascensión profana del rey tenía una valoración moral negativa y suponía un recuerdo al fiel para vencer la soberbia, la hybris de la tradición clásica, porque el gesto del macedonio fue temerario y era un perfecto exemplum superbiae, como también lo eran escenas que podían completar el mensaje iconográfico como la Torre de Babel, el vuelo de Simón el Mago y el Pecado Original de Adán y Eva, temas junto a los que aparece en los mosaicos pavimentales de la catedral de Otranto (expulsión de Adán y Eva del jardín de Edén, la historia de Caín y Abel, la construcción de la Torre de Babel, Noé y el arca, Sansón y el profeta Jonás).

La ascensión de Alejandro supone un ansia por parte del hombre por alcanzar el límite de sus posibilidades y una manifestación de la vanidad, por eso su mensaje se inscribe dentro de la tradición cristiana de los comentarios bíblicos que consideraban al rey un precursor del Anticristo y la encarnación del diablo. El macedonio es presentado como el paradigma de la arrogancia y la soberbia por querer entender las cosas divinas, por eso esta historia se incluía en los sermones como advertencia ejemplificante, sentido que parecen tener los capiteles donde se plasma esta representación, porque su gobierno y dominio sobre las bestias era reprobable a los ojos de la Iglesia, que advertía de su soberbia desaforada que le llevó a su perdición para la vida ultraterrena. El tema de la ascensión de Alejandro es claramente identificable en capiteles como el de la iglesia de San Andrés de Revilla del Collazos (Palencia), pero en otros casos se ha dado la misma interpretación a aquellos en los que una figura masculina somete a unas bestias agarrándolas del cuello o atándolas con sogas, estando más acordes con el tema del  “señor de los animales”, alegoría de la razón humana sometiendo la irracionalidad, que en clave cristiana es un sometimiento no por el poder físico, sino por el poder espiritual que proviene de Dios. Sin embargo, como los grifos eran considerados animales feroces, el hecho de que Alejandro lograra domesticarlos pudo haber aumentado el interés de este episodio en el que Alejandro tiene algo de “señor de los animales”.

Pero la imagen del vuelo también puede ser interpretada como la expresión de un anhelo por el cielo y por lo tanto como una referencia a la dicha celestial disfrutada por los fieles en el Más Allá, y así se puede ver en tímpanos y en la decoración de portadas, como en Santa Maria della Strada en Matrice (Italia), donde la figura de Alejandro, como una profética anticipación de la resurrección de Cristo, es la imagen de la aspiración del alma a entrar en la Jerusalén celeste, por eso en la arquivolta se representa el cordero apocalíptico. En este sentido, también podía estar presente en contextos funerarios donde la apoteosis del personaje, ligada a las apoteosis imperiales, supone la exaltación del difunto y los grifos son considerados animales apotropaicos, protectores y guardianes que actúan como vigilantes y custodios del alma otorgándoseles un papel de psicopompos al conducir el alma de los bienaventurados en su camino al Más Allá, como portaban a los emperadores en su apoteosis y glorificaciones y a Alejandro en su hazaña.

En los objetos suntuarios esta escena supone la exaltación del príncipe, porque la exaltación es símbolo de la búsqueda de la sabiduría, y así se debe entender en las ilustraciones de libros, sedas, joyas como la fíbula de Alfredo el Grande (Ashmolean Museum, Oxford, siglo IX), o tapices como el encargado por Carlos el Temerario, duque de Borgoña, a los talleres de Tournai (Palazzo Doria, Génova, ca. 1475).

Fue una escena muy difundida en Italia, Francia, Alemania e Inglaterra. En la Península Ibérica a menudo su interpretación se confunde con el señor de los animales. 


Selección de obras

  1. La ascensión de Alejandro, relieve en mármol, siglo XII, Basílica de San Marcos, Venecia, lado septentrional.
  2. La ascensión de Alejandro, caja de marfil, 1ª ½  s. X, Hessisches Landesmuseum, Darmstadt.
  3. La ascensión de Alejandro, capitel, siglo XII, Iglesia de San Andrés, Revilla del Collazos, Palencia.
  4. La ascensión de Alejandro, mosaico pavimental, 1163-1165, Catedral de Otranto.
  5. La ascensión de Alejandro, bordado alemán, siglo X, Mainfränkisches Museum, Würzburg.
  6. La ascensión de Alejandro, tímpano, siglo XII, Santa Maria della Strada, Matrice (Italia).
  7. La ascensión de Alejandro, siglo IX, fíbula de Alfredo el Grande, Ashmolean Museum, Oxford.
  8. La ascensión de Alejandro, diadema real, siglo XI-XII, Museo Nacional, Kiev.
  9. La ascensión de Alejandro, esmalte del Valle del Mosa, ca. 1160, Victoria & Albert Museum, Londres.
  10. Historia de Alejandro, tapiz de talleres de Tournai, ca. 1475, Palazzo Doria, Génova.
  11. La ascensión de Alejandro, Talbot Shrewsbury book, 1444-1445, British Library, Londres, Royal 15 E VI, fol. 20v.
  12. La ascensión de Alejandro, misericordia de coro, siglo XIV, catedral de Chester.

Bibliografía básica

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