El importante papel del propósito comunicativo auténtico en el aprendizaje de una lengua
Autora: Dra. Natalia Mora López
20 oct 2023 - 00:00 CET
Cuando hablamos de ‘enseñanza tradicional’, tiende a asociarse con esa idea procedimientos como la memorización y los ejercicios mecánicos. Se destaca la ausencia de participación activa por parte del alumnado, que incluya procesos de pensamiento complejos. En esta entrada vamos a profundizar en el papel del propósito comunicativo auténtico en el aula de inglés como lengua extranjera para ver cómo fomenta la competencia lingüística, la comprensión cultural, las habilidades de aprendizaje permanente y la motivación.
- Más allá de la memorización de memoria: fomentar la competencia lingüística
El aprendizaje de idiomas en ocasiones ha girado en torno a la gramática y el vocabulario, enseñados y practicados con ejercicios repetitivos, memorización de listas de vocabulario y ejercicios sobre estructuras gramaticales. Se daba más importancia a estos aspectos que a las destrezas lingüísticas (la comprensión oral, la expresión oral, la comprensión escrita y la expresión escrita). Es cierto que, al interactuar con el idioma en cualquiera de las destrezas, se necesitará del vocabulario y la gramática; al fin y al cabo, es difícil separar un idioma en cajas estancas, puesto que todo está relacionado con todo. Sin embargo, el problema se presenta cuando es más importante que se ponga bien una -s en la tercera persona del singular del presente simple al rellenar un ejercicio de huecos que conseguir que un interlocutor comprenda que le estás pidiendo un café. Es cuando el idioma se pone en contexto y el estudiante intenta hacer algo con el idioma cuando se da cuenta de qué es lo que necesita para expresarse, qué es lo que le falta por saber para hacerlo, y qué significan las cosas que ha aprendido sobre el papel con una tabla de reglas gramaticales y formación de tiempos verbales descontextualizadas. Es al darle un propósito comunicativo a las interacciones en el aula, cuando se puede cerrar, o por lo menos disminuir, la brecha entre el conocimiento teórico y la aplicación práctica. Y nadie busca saber un idioma para tener conocimientos aislados, se quiere para poder usarlo.
Que los alumnos tengan que participar en conversaciones auténticas les a pensar con rapidez, aplicar reglas gramaticales en tiempo real y ampliar su vocabulario de manera orgánica. Ya sea a través de debates, juegos de roles o proyectos colaborativos, los estudiantes se ven obligados a utilizar el lenguaje como una herramienta de comunicación en lugar de un conjunto de reglas abstractas. Esto no sólo acelera el proceso de aprendizaje, sino que también aporta una comprensión más profunda de los matices del idioma y los contextos culturales. Es por esto que las aplicaciones de aprendizaje de idiomas, tan populares en los últimos años, no van a tener el resultado esperado de aprender a hablar o manejarse en un idioma, como dementíamos en este mito sobre este tipo de aplicaciones.
- Competencia cultural: navegando por el panorama global
En una era de interconexión global, el dominio del inglés se extiende más allá del dominio lingüístico: abarca la competencia cultural. El idioma es inseparable de la cultura y un aula de inglés como lengua extranjera se convierte en un microcosmos del diverso panorama global. Al incorporar propósitos comunicativos auténticos en las interacciones de aula, se facilita el intercambio cultural, fomentando un ambiente donde los estudiantes no solo aprenden inglés, sino que también consiguen conocer las costumbres, tradiciones y perspectivas de las comunidades de habla inglesa.
A través de tareas de comunicación auténtica, los estudiantes están expuestos a expresiones idiomáticas, referencias culturales y diversos estilos de comunicación. Esta exposición no sólo mejora sus habilidades lingüísticas, sino que también fomenta la conciencia y la sensibilidad intercultural. En un mundo cada vez más multicultural, estas cualidades son indispensables y preparan a los estudiantes para una comunicación efectiva en diversos entornos profesionales y sociales.
Por ejemplo, una costumbre tan habitual en España como puede ser responder con “¿Qué?” cuando no hemos comprendido algo, puede ser algo brusca en algunos contextos angloparlantes. Es mediante la interacción y habituación a estas diferencias cuando los alumnos pueden aprender no solo las formas lingüísticas de un idioma (saber que “¿Qué?” se traduce literalmente por “What?”) sino qué alternativa sería la adecuada en contexto.
- Habilidades de aprendizaje permanente: más allá de las paredes del aula
Los beneficios de introducir un propósito comunicativo auténtico en las interacciones de aula se extienden mucho más allá de los límites de la propia clase. Al fomentar las habilidades de comunicación, el pensamiento crítico y la adaptabilidad, los educadores equipan a los estudiantes con habilidades esenciales de aprendizaje permanente. En un mundo en rápida evolución como en el que vivimos, la capacidad de aprender y desaprender es primordial.
Que las interacciones de los alumnos tengan un propósito comunicativo auténtico puede ayudar a que los estudiantes desarrollan habilidades de resolución de problemas, resiliencia frente a los desafíos del lenguaje y la capacidad de navegar en diversos contextos de comunicación.
- Motivación y compromiso: encender la chispa del aprendizaje
Y no se puede olvidar que la motivación del alumno también influirá en la velocidad de su aprendizaje. Que la comunicación tenga un propósito auténtico aporta relevancia al aprendizaje de un idioma. Cuando los estudiantes perciben el lenguaje como una herramienta para una comunicación auténtica en lugar de un requisito del aula, la motivación aumenta. Así, es más probable que los alumnos se animen a participar y sean más activos en su proceso de aprendizaje.
Para saber más:
Dörnyei, Z. (2001). Motivational Strategies in the Language Classroom. Cambridge University Press.
McKay, S. L. (2002). Teaching English as an International Language: Rethinking Goals and Approaches. Oxford University Press.
Richards, J. C., & Rodgers, T. S. (2001). Approaches and Methods in Language Teaching. Cambridge University Press.