La importancia (o no) de conseguir un acento nativo en inglés
Autora: Dra. María Ángeles Jurado Bravo
11 feb 2023 - 09:02 CET
La mayoría de nosotros recodamos el famoso discurso de Ana Botella ante el Comité Olímpico Internacional (COI), y su ya famoso “relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor”. Muchos de nosotros también recordamos la gran polémica que surgió a raíz de este discurso y la infinidad de críticas y burlas que los españoles hicieron sobre el nivel de inglés y el acento de la entonces alcaldesa de Madrid.
A pesar de haber pasado casi 10 años de aquella polémica (sí, todo esto ocurrió en septiembre de 2013), todavía recuerdo el estupor con el que viví toda aquella situación, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los españoles (entre los que me incluyo) no tenemos un acento nativo cuando hablamos en inglés. Por lo tanto, no entendí el porqué de tanta burla. ¿Tenía Ana Botella un acento en inglés que se alejaba del acento nativo británico o americano? Por supuesto, cualquiera podría notarlo. ¿Su entonación distaba mucho de una entonación natural? Completamente de acuerdo. Sin embargo, ¿alguien se molestó en preguntarse si sus interlocutores (los jueces del COI) habían recibido el mensaje que quería transmitir la política? Es decir, ¿fue Ana Botella inteligible en su discurso?
En esta entrada, voy a intentar arrojar un poco de luz sobre el concepto de inteligibilidad y a explicar por qué deberíamos alejarnos de ciertos prejuicios que empujan a los estudiantes de inglés (o de cualquier lengua extranjera) a pensar que los idiomas se les dan mal (por desgracia, un pensamiento muy extendido entre la sociedad española).
Algunos de los ejemplos y situaciones imaginarias que menciono se basan en acentos regionales españoles, ya que es más probable que haya vivido situaciones similares, pero el comportamiento humano hacia los acentos es similar, se trate de acentos regionales o de acentos extranjeros.
El concepto de inteligibilidad
No es ninguna novedad decir que dominar la lengua inglesa es muy importante en la actualidad. Muchas de las entradas anteriores en nuestro blog hablan de esta realidad o parten de ella para exponer temas relacionados, por lo que le invito a que lea nuestro blog para tener una visión global del tema. No obstante, dominar una lengua extranjera (en este caso, el inglés) no debería estar reñido con ser inteligible. De hecho, la gran mayoría de hablantes de inglés que existen actualmente lo hablan como una lengua extranjera, y cada uno tiene su propio acento, al igual que en España tenemos una gran variedad de acentos (no suena igual un madrileño, que un andaluz, o que un gallego).
‘Inteligibilidad’ es una palabra difícil de pronunciar (pruebe a decirla en voz alta varias veces de forma rápida), pero su significado es de suma importancia a la hora de enfrentarse a una lengua extranjera. Dicho de forma simple, la inteligibilidad implica que a una persona se la entienda cuando habla. Por ejemplo, que si digo la palabra ‘mesa’, usted entienda que estoy haciendo referencia a un tipo de mueble y no a un cura y su homilía (‘misa’), o al objeto que utilizamos para fortalecer el bíceps (‘pesa’).
Este concepto puede tener grandes implicaciones a la hora de enseñar una lengua extranjera. Levis (2005, p. 370) hizo una distinción entre dos objetivos a la hora de aprender una lengua extranjera: por un lado, podemos acercarnos lo más posible a un acento nativo (algo que no es imposible pero sí extremadamente complicado); por otro lado, nuestro objetivo puede ser que nos entiendan cuando hablamos la lengua extranjera, ya que “la comunicación puede ser exitosa cuando los acentos extranjeros son muy fuertes”.
De hecho, hay estudios (Derwing & Munro, 2009, p. 479) que demuestran que la inteligibilidad y el acento extranjero son parcialmente independientes, es decir, que una persona puede ser inteligible independientemente de si su acento extranjero es suave o muy marcado. Además, otros estudios relacionados concluyen que, en general, los hablantes nativos ingleses suelen ser menos inteligibles internacionalmente que los hablantes no nativos. Es decir, para un español puede ser más fácil entender a un alemán hablando inglés que a una persona nacida y criada en Londres.
La razón es simple: una persona que ha pasado por las diferentes etapas de aprender inglés (o cualquier otra lengua extranjera) sabe las dificultades a las que se ha tenido que enfrentar y cómo las ha solucionado. Por lo tanto, cuando se presenta la oportunidad de utilizar esa lengua extranjera, sabe qué funciona y qué no para hacerse entender ante los demás. Sin embargo, una persona que nunca ha estudiado una lengua extranjera, no suele tener esa capacidad de adaptación.
¿Cómo sé si soy inteligible?
Esta pregunta es bastante complicada de contestar, ya que no solo depende del hablante. Por supuesto, una buena parte del mérito es suya, que debe pronunciar de la forma más clara posible. Sin embargo, hay una gran cantidad de estudios que han demostrado que el oyente también juega un papel fundamental a la hora de que un hablante sea inteligible.
Hay varios aspectos relacionados con el oyente que ayudan a determinar si un hablante es inteligible, pero en esta ocasión me voy a centrar en uno de los que considero más importantes: la familiaridad con un acento. Estoy segura de que tiene algún familiar o conocido de otra región de España o de otro país de habla hispana, y recuerda que al principio le costaba entenderlo porque tenía un acento muy cerrado. Sin embargo, tras pasar un tiempo no muy largo con esa persona, fue entendiendo lo que decía sin necesidad de esforzarse. Lo más probable no es que la persona en cuestión perdiera el acento, sino que usted se acostumbrara a su forma de hablar y de forma inconsciente fuera interiorizando las particularidades de su habla. Al principio puede ser complicado entender a una persona (nativa o extranjera) si tiene un acento que no hemos escuchado nunca pero nuestro cerebro es excelente encontrando patrones que nos ayudan a desenvolvernos en el mundo. Por esa razón nos resulta tan fácil familiarizarnos con los acentos.
¿Y qué pasa con Ana Botella?
Volviendo a la anécdota que abría esta entrada, por suerte, hubo alguien que se molestó en comprobar de forma científica si el discurso de Ana Botella era inteligible para la comunidad internacional. En 2017, Juan Antonio Cutillas Espinosa, Profesor Titular de la Universidad de Murcia, publicó un estudio en el que analizaba la pronunciación de Ana Botella en el famoso discurso y lo comparaba con una lista de requerimientos básicos de inteligibilidad. Cutillas Espinosa (2017, p. 29) concluyó que “el discurso de Ana Botella ante el Comité Olímpico Internacional no se desviaba drásticamente de los requerimientos básicos de inteligibilidad para la comunicación internacional”. Es decir, a pesar de su acento marcado y de su entonación forzada y antinatural, sus interlocutores entendieron el mensaje que la política quería transmitir.
Todo eso está muy bien, pero mi acento me da vergüenza
Es entendible. La sociedad como conjunto necesita cambiar su mentalidad y darse cuenta de que, por un lado, es muy complicado deshacernos de nuestro acento nativo en una lengua extranjera, y por otro, que tener un acento extranjero no implica no dominar la lengua extranjera.
Como reflexión final, me gustaría que se imaginara la siguiente situación: está usted en el centro de su ciudad, se acerca un turista extranjero (inglés, francés, chino… escoja usted) y le pregunta cómo llegar a un edificio emblemático. Le ha preguntado en español, pero tiene un claro acento extranjero. ¿Entendería qué le está preguntando? ¿Se reiría de él por no tener un acento nativo español? ¿Realmente le importa o le afecta si esa persona tiene un acento extranjero? Si sus respuestas han sido “sí, no, no”, ¿por qué piensa que las respuestas serían “no, sí, sí” si el hablante fuera un español hablando inglés en una ciudad europea?
Referencias
Cutillas Espinosa, J. A. (2017). “A Relaxing Cup of Lingua Franca Core”: Local Attitudes Towards Locally-Accented English. Atlantis. Journal of the Spanish Association for Anglo-American Studies, 39(1), 11-32.
Derwing, T. M., & Munro, M. J. (2009). Putting accent in its place: Rethinking obstacles to communication. Language Teaching, 42(4), 476-490.
Levis, J. M. (2005). Changing contexts and shifting paradigms in pronunciation teaching. TESOL Quarterly, 39(3), 369-377.