6 de cada 10 nuevos estudiantes de la UCM son mujeres, 2 de cada 3 proceden de centros públicos y la nota media de admisión a esta Universidad es de 9,4 sobre 14
El Observatorio del Estudiante de la UCM presenta una radiografía del perfil de nuevo ingreso en grados complutenses basado en datos del curso 2017-18
Madrid, 28 de febrero de 2019. La Universidad Complutense cuenta con su propio Observatorio del Estudiante. Un novedoso órgano que se ocupa de analizar y realizar estudios que contribuyan al diseño de políticas de mejora universitaria, contando con la participación estudiantil.
Tras un año en funcionamiento, da a conocer el primer informe donde se estudia el perfil de los estudiantes de nuevo ingreso en la Universidad Complutense de Madrid del curso 2017-2018, haciendo hincapié en factores sociodemográficos, socioeconómicos y académicos. Y donde se analizan si los perfiles son diferentes en función de la facultad a la que accede o del tipo de grado (doble o único) en el que se matriculan.
Los principales resultados se agrupan en dos bloques:
En primer lugar, se establece un “retrato robot” del estudiante de la UCM. Desde un punto de vista sociodemográfico, 6 de cada 10 nuevos estudiantes de la UCM son mujeres, un 80% son jóvenes (tienen entre 17 y 20 años), más de dos tercios son madrileños, 9 de cada 10 tiene nacionalidad española y casi todos tienen a sus familias residiendo en España (menos del 1% tiene la familia residiendo en el extranjero).
Atendiendo a las características socioeconómicas, 6 de cada 10 nuevos estudiantes tiene alguno de sus padres con estudios universitarios y 7 de cada 10 tiene algún progenitor con empleo de prestigio y bien remunerado. Atendiendo a este dato, en el curso anterior a la entrada a la universidad, sólo trabajaban el 15% de los nuevos estudiantes y en el curso de entrada a la universidad lo hacen el 6% de los mismos (los trabajos son fundamentalmente en comercios como dependientes).
Teniendo en cuenta el perfil académico, 8 de cada 10 nuevos estudiantes proceden de Bachillerato, dos tercios han cursado los estudios de secundaria en centros públicos y la nota media de admisión a la universidad es de 9,4 (sobre 14), siendo la nota media de la EVAU de un 7,2 (sobre 10). Asimismo, el 60% de los estudiantes se ha matriculado en los estudios que tenían en primera opción.
En segundo lugar, se muestra cómo operan los procesos de estratificación en el interior de la universidad. Atendiendo a las facultades, las diferencias más presentes son las que separan a las facultades de ciencias y de ciencias de la salud, de las de ciencias sociales y humanidades. Las primeras son facultades a las que se accede normalmente con una nota media mayor, con lo cual el estudiantado está más seleccionado desde el punto de vista académico. Además, se trata de carreras más caras que las de ciencias sociales y humanidades, por el mayor grado de experimentalidad que tienen. Estas dos características, adicionalmente, hacen que su estudiantado tenga un perfil socioeconómico más elevado, con mayores notas de admisión como media, algo que ya se sabe por otros estudios, y mayor capacidad económica. El mayor nivel socioeconómico de las carreras de ciencias y de ciencias de la salud, unido al hecho de su mayor exigencia en términos de prácticas y estudio, hacen que haya menos estudiantes que tengan que trabajar a la vez que estudian. Esta mayor exigencia y dedicación también tiene como consecuencia que a estas carreras accedan estudiantes más jóvenes.
De acuerdo a lo expuesto anteriormente, y porque se trata de carreras con mejores salidas laborales, las facultades de ciencias y de ciencias de la salud tienen un mayor grado de prestigio social que las de ciencias sociales y humanidades.
En cuestión de género también se observan diferencias. Las mujeres, en general, están más presentes en carreras de ciencias de la salud y en carreras de ciencias sociales y humanidades, mientras que los hombres lo están en carreras de ciencias (sobre todo Informática).
Si se atiende a las diferencias entre tipos de grados, se aprecia claramente que los dobles grados se han constituido como una vía más selecta y prestigiosa (de momento en términos de demanda social más que de inserción laboral, que, por supuesto, se espera mayor). Para acceder a los dobles grados se necesita, dentro del mismo área de conocimiento, una nota de admisión más alta que para acceder a los grados únicos, con lo que los estudiantes están más seleccionados desde un punto de vista académico. Asimismo, la proporción de los estudiantes que acceden desde el Bachillerato es mayor, así como la de estudiantes que estudian lo que seleccionaron en primera opción.
Los dobles grados son más largos y más caros que los grados únicos, con lo que suponen una opción menos atractiva para los alumnos de nivel socioeconómico más bajo. Dado que, como reflejan otros estudios, los estudiantes de origen social más elevado suelen tener mejores notas de admisión y mayor capacidad económica, es lógico que en los dobles grados los alumnos tengan un origen social y cultural más alto que en los grados únicos. Esto se refleja además, en una mayor proporción de estudiantes que han cursado la secundaria en centros privados.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que existen diferencias importantes entre los dobles grados, en función del área de conocimiento. Los dobles grados del área de ciencias y ciencias de la salud tienen estudiantes de mayor nivel socioeconómico que los de ciencias sociales y humanidades. Esta mayor capacidad económica de los estudiantes de los dobles grados también explica que haya un mayor porcentaje de alumnos de fuera de Madrid. Los dobles grados, además, tienen mayor carga lectiva anual y pueden resultar más exigentes, lo que explica que en los dobles grados haya estudiantes más jóvenes y que no trabajen. Del mismo modo, a los dobles grados apenas llegan estudiantes extranjeros, menos que en los grados únicos.