Tabla de misas
Cartuja de Santa María de Miraflores
INFORMACIÓN BÁSICA
Tabla de misas o Bojarte
Capilla de San Bruno de la Cartuja de Miraflores.
Procedente de la puerta de la sacristía de la Cartuja de Miraflores.
Tabla, h. 1440; Última Cena, c. 1490.
Madera policromada, 140 x 80 x 27 cm.
El bojarte o tabla de misas permitía a los cartujos asignar las intenciones de las misas que celebraban, así como distribuir las funciones que desempeñaba cada monje dentro de cada celebración. Se trata de una tabla policromada que funciona como un tablero de marcación en el que cada monje tiene un clavo o chincheta con sus iniciales. En la columna izquierda y en el registro superior se encuentran las intenciones de las misas (de Domina, pro brevibus, pro tricenarius, pro Rege), mientras que en la columna derecha unas iniciales señalan las funciones que pueden desempeñar los monjes, desde ceremoniero o celebrante, hasta acólito, cantor o hebdomadario. Estas funciones eran rotativas entre los Padres Cartujos que, bajo las indicaciones del Maestro de Ceremonias, organizaban su carga de trabajo en el culto de acuerdo con turnos que se hacían compatibles con sus obligaciones regulares (como prior, limosnero, cillero, sacristán, etc.). La tabla es el vestigio material más antiguo que se conserva de la primitiva Cartuja de mediados del siglo XV, antes de que un incendio hacia 1450 destruyese prácticamente todas las obras de arte. Sobre 1490 se hace pintar en la parte superior de la tabla una escena de la Última Cena, en clara alusión a la institución del sacramento de la Eucaristía que se estaba organizando debajo. Un escudo con cinco llagas pintadas sobre dorado evoca el patrocinio de san Francisco de Asís, primer patrón de la Cartuja burgalense. Este tipo de tablas para la organización de las misas, sus intenciones y oficios, son muy populares a finales de la Edad Media y en la Edad Moderna en monasterios y catedrales.
Ángel Pazos-López (2018)
Cómo citar esta ficha
Andrés Ordax, Salvador, José María Martínez Frías y María Moreno Alcalde. La España Gótica. Castilla y León, vol. 1. Madrid: Encuentro, 1988.
Concepció Bauçà de Mirabò Gralla. La Real Cartuja de Jesús de Nazaret de Valldemossa. Formación y evolución de su patrimonio histórico-artístico. Palma de Mallorca: La Forada y Universitat de les Illes Balears, 2008.
Eucharistia. Las Edades del Hombre. Iglesia de Santa María, Iglesia de San Juan, Aranda de Duero. Catálogo de la exposición, 109-110. Valladolid: Caja España, 2014.
Sagredo Fernández, Félix. La Cartuja de Miraflores. Madrid: Everest, 1973.
Tarín y Juaneda, Francisco. La Real Cartuja de Miraflores (Burgos): su historia y descripción. Burgos: Hijos de Santiago Rodríguez, 1896.
◊ Cartuja
Monasterio de la Orden de los Cartujos, fundada en el siglo XI por San Bruno de Colonia. La sencillez de vida y la contemplación caracterizan a estos monjes, en cuyos monasterios se establecen celdas individuales en las que cada Padre o Hermano cartujo desarrolla una vida casi eremítica en torno al claustro.
Propósito por el cual se aplica la celebración de la eucaristía desde la Baja Edad Media. Con la multiplicación de altares y el auge de la devoción a la Eucaristía, la Iglesia organiza un sistema por el que cada misa puede dirigirse especialmente por la persona particular que la encarga y sufraga o por alguna intención que esta persona designe, como la petición por el alma de un difunto o peticiones de salud. Los domingos, el sacerdote debía aplicar al menos una misa por el pueblo, estando exenta de una intención particular. Además de esto, los monasterios y catedrales celebraban misas por sus bienhechores y por las autoridades civiles, que encargaban intenciones pagando ofrendas durante años.
Clérigo instruido en liturgia encargado de disponer todo lo necesario para el culto en una determinada iglesia. Diseña el orden de las celebraciones de acuerdo con los libros litúrgicos, instruye al obispo, clero y asistentes y proporciona en los ritos las indicaciones oportunas señalando cuándo y cómo deben desempeñarse. Las catedrales y monasterios cuentan con uno o varios maestros de ceremonias que velan por el culto en estos lugares. Por su parte, el Papa tiene su propio maestro de ceremonias desde la Alta Edad Media, encargado de disponer todo lo necesario para sus celebraciones.