Retablo del Corpus Christi
Museo Nacional de Arte de Cataluña
INFORMACIÓN BÁSICA
Retablo del Corpus Christi
Maestro de Vallbona de les Monges (¿Guillem Seguer?)
Museu Nacional d’Art de Catalunya.
Procedente de la capilla del Corpus Christi
del monasterio de Santa Maria de Vallbona de les Monges (Urgel)
h. 1335-1345
108,8 x 222 x 8,7 cm (alto x ancho x fondo)
Temple sobre tabla con relieves de estuco,
pan de oro y hoja metálica corlada
El retablo del Corpus Christi, realizado en la primera mitad del siglo XIV, es la pieza que decoraba el altar de la capilla del mismo nombre, en la iglesia del monasterio de Santa Maria de Vallbona de les Monges (Lérida), hoy en el MNAC. Este tipo de piezas forman parte del mobiliario litúrgico y eran colocadas detrás del altar, cumpliendo una función ritual y didáctica a través de sus representaciones. En este caso, se trata de una tabla conformada por doce escenas pintadas al temple y enmarcadas por arquitecturas góticas en relieve, todo ello ornamentado con láminas metálicas para imitar la riqueza de las piezas de orfebrería. Los episodios giran en torno al tema de la Eucaristía, que se ve reforzado en la calle central con el tabernáculo que alberga en su interior la Sagrada Forma, manifestando así además la presencia de Jesucristo. Se trata de una obra de gran importancia, ya que es uno de los ejemplos más tempranos de la representación de la devoción al Corpus Christi, además del más extenso de los conservados en la Península Ibérica, cuya inspiración puede encontrarse en acontecimientos históricos y en diversos textos medievales. Asimismo, constituye un fiel reflejo del contexto religioso y político-social que se vivía en la Corona de Aragón en esos momentos por el desarrollo del culto a la Eucaristía y las alusiones a la comunidad judía.
Aurora Galisteo Rivero (2020)
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El retablo del Corpus Christi sigue la tipología propia de los primeros retablos góticos, consistente en una tabla con mayor desarrollo en anchura, a lo largo de la cual se suceden una serie de escenas, en este caso, relacionadas con el sacramento de la Eucaristía. La obra se complementa con un frontal de dimensiones similares, misma estructura y temática, también conservado en el MNAC. La gran semejanza entre ambas piezas ha llevado en ocasiones a plantear que se trate también de un antipendio, si bien el tabernáculo en el centro determina su uso como retablo.
Los retablos son piezas que forman parte importante del mobiliario litúrgico. Como su propio nombre indica, en origen eran una tabla para ser colocada detrás del altar (del latín retro tabulum), es decir, en el muro de cerramiento de las capillas. Cumplen una función devocional, al igual que las imágenes de santos o las reliquias, con la significación añadida de la presencia de Jesucristo. Asimismo, no hay que olvidar el claro sentido didáctico y propagandístico logrado a través de las escenas representadas.
Consta de un total de doce escenas que se articulan en dos cuerpos y siete calles con la misma anchura, todo ello enmarcado perimetralmente. Hay una jerarquización espacial y decorativa que hace que la calle central se destaque como la principal, distribuyéndose de manera simétrica el resto de las escenas a uno y otro lado bajo arquitecturas góticas características de ese momento. La escena central consta de un tabernáculo en la mitad inferior, en cuyo interior se encuentra la Sagrada Forma con la representación de Cristo crucificado. La estructura queda sostenida por cuatro ángeles en las esquinas y coronada por una representación de la Trinidad que sigue la tipología del Trono de Gracia, con Dios Padre, la paloma del Espíritu Santo y Cristo en la cruz en el mismo eje vertical; a ambos lados, la Virgen María y San Juan Evangelista. Por tanto, en esta escena se evoca, por un lado, la doble naturaleza de Cristo -como Dios y como hombre-; por otro, la idea del sacrificio por la presencia de la crucifixión y del sacramento de la Eucaristía.
El resto de las escenas giran en torno a la misma temática eucarística, si bien no existe una correlación entre las distintas representaciones. Una de las más significativas es la procesión del Corpus Christi (escena 1), que podría evocar la primera que se celebró en 1317 con el papa Juan XXII como instaurador; de hecho, algunos autores identifican al clérigo con el pontífice. Siguiendo con las escenas que pueden estar inspiradas en episodios reales, encontramos aquellas en las que está presente un claro sentimiento antisemita con acciones de profanación de la Sagrada Forma, apuñalándola (escena 10) o atravesándola con una lanza (escena 11), hechos de los que solía ser acusada esta comunidad y por los que se establece un paralelismo con la muerte de Cristo en la cruz. En la escena 9, el judío es condenado a la hoguera, pero un fraile dominico le ofrece el perdón y su salvación mediante su conversión por medio de la Eucaristía. Gracias a este sacramento tenían lugar diferentes milagros, como el de la mula que se arrodilla ante la presencia de hostia que lleva un fraile (escena 7); existen varias versiones de este episodio, que puede ponerse en relación con Santo Domingo de Guzmán o con San Antonio de Padua. Otros aparecen referenciados en las Cantigas de Alfonso X el Sabio, como el banquete en el cual una mujer se guarda una hostia entre los ropajes para realizar un hechizo sobre su amante (escena 2) pero, milagrosamente, la hostia comenzó a sangrar y la mujer ingresó en un convento; un episodio similar se recoge en el Ci nous dit (hacia 1320), una recopilación de ejemplos para instruir a los cristianos. También la aparición de la Virgen durante la celebración de una misa a un clérigo que duda de la presencia de Cristo en la Sagrada Forma (escena 6). Por su parte, las escenas 4 y 5 están inspiradas en el Speculum Laicorum, un manual del siglo XIII dedicado a alimentar la piedad de los laicos y que se hizo especialmente popular en los siglos XIV y XV. En la primera de ellas aparece un enfermo a quien se le administra el viático, que toma milagrosamente a través del costado para evitar así el vómito. En la siguiente, un sacerdote le da la comunión a un laico que no es merecedor de ella, como atestigua la presencia del demonio junto a él. Asimismo, están presentes otros episodios religiosos: la consagración de la hostia durante la misa (escena 3), poniendo de manifiesto el dogma de la transubstanciación; y el episodio de la Última Cena (escena 8) que, por sus características, tiene un fuerte sentido de exaltación de la Eucaristía, en consonancia con la temática general de la obra.
Por último, en el marco se encuentran una serie de motivos vegetales acompañados de blasones, cuya presencia también puede adivinarse en algunas de las escenas. El que más se repite pertenece al linaje de los Anglesola, pudiéndose vincular con la abadesa Berenguera de Anglesola y Pinós, quien seguramente ejerció como comitente de las tablas. El resto de los escudos son más difíciles de identificar, aunque seguramente hagan referencia a otras monjas que participaron en el encargo.
La obra está realizada en madera, que sería convenientemente curada y preparada. La composición está dibujada mediante incisión en el aparejo y las decoraciones que enmarcan cada escena, así como el tabernáculo y la hostia central, están realizadas en relieve mediante la técnica del pastillaje. Todo ello está recubierto con láminas metálicas, empleándose oro para la calle central y otro metal -plata o estaño- en el resto que, mediante corladura, tendría una apariencia dorada que actualmente se ha perdido, pero que en origen le conferiría al retablo un aspecto similar a las piezas de orfebrería. Estas zonas presentan decoraciones realizadas a buril en fondos y aureolas, con motivos vegetales y punzonados, respectivamente. Por último, la policromía está realizada al temple, siendo habitual en esta época el uso del huevo como aglutinante
El mensaje religioso y político-social del retablo hay que entenderlo dentro del contexto en el cual fue creada la obra, procedente de la iglesia del monasterio de Santa María de Vallbona de les Monges en Urgel (Lérida) y realizada hacia 1335-1345. Nos situamos, por tanto, en la primera mitad del siglo XIV en el Reino de Aragón, donde son bastante frecuentes este tipo de representaciones de exaltación eucarística y carácter antisemita. Este fue uno de los primeros territorios peninsulares donde se desarrolló el culto a la Eucaristía, y Barcelona donde se celebró la primera procesión del Corpus Christi en 1320, aunque el territorio de Lérida fue pionero también en este sentido, teniendo lugar la primera ceremonia en 1340. Además, hay que tener en cuenta que el monasterio pertenecía a la rama femenina de la orden del Císter y que fue precisamente la visión de una monja la que determinó la festividad, lo cual concedió a las mujeres algunos privilegios dentro de la liturgia. Asimismo, las escenas descritas actúan a modo propagandístico del sacramento a la vez que afianzan algunos de sus dogmas, algo necesario dada su reciente instauración. En relación con esto están las alusiones a los judíos, a los que se vincula con actos de profanación, hecho que se explica por el sentimiento antisemita que se estaba desarrollando desde el siglo XIII en Aragón pero que será especialmente fuerte en el siglo XIV, en parte por la labor de los dominicos en sus intentos de conversión.
Esta obra es uno de los ejemplos más tempranos de representación del tema del Corpus Christi, por lo que las fórmulas empleadas para crear una iconografía propia resultan absolutamente novedosas. Además, como conjunto -es decir, retablo y frontal- es una de las piezas de estilo gótico de mayor singularidad, entre otras cosas, por el gran número de escenas desarrolladas en torno a este sacramento, lo que hace que se constituya como el más extenso de esta temática de los conservados en la península ibérica. Asimismo, destaca tanto por su valor documental -al contextualizar parte de la realidad que se vivía en este territorio- como artístico, ya que se muestran las influencias pictóricas plenamente asentadas del arte francés con las formulaciones llegadas desde Italia.
Aurora Galisteo Rivero
Técnica por la que, mediante el empleo de yeso y cola, se realizan composiciones en relieve de mayor o menor volumen aplicando el estuco líquido a pincel sobre la preparación, pudiéndose moldear después antes de que seque. Otra variante es la adhesión de los relieves realizados previamente mediante moldes.
Barniz amarillento que, aplicado sobre un metal -generalmente plata o estaño-, produce una apariencia dorada. Inicialmente la finalidad de esta técnica era la de abaratar costes, pero durante el Barroco se empleó para conseguir diferentes efectos.
Variante iconográfica de la Trinidad en la cual aparece Dios Padre entronizado sosteniendo la cruz de Cristo, con la paloma del Espíritu Santo entre las dos figuras; por la disposición de los personajes, también se la conoce como Trinidad vertical. Se trata de una tipología que amplía su significado más allá del tema trinitario para que esté muy presente la idea de la Redención.
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