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Lápida de Margarida Cadell

Museu Nacional d´Art de Catalunya

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INFORMACIÓN BÁSICA

Lápida sepulcral de Margarida Cadell

 

Lápida sepulcral de Margarida Cadell
Museu Nacional d´Art de Catalunya
Procedente de la Capilla de San Francisco de la iglesia parroquial de Santa María de Puigcerdà.
Primer cuarto del siglo XIV.
Talla en mármol con restos de policromía, 62,5 x 90,7 x 10,5 cm.

 

Realizada en el primer cuarto del siglo XIV, la Lápida sepulcral de Margarida Cadell es uno de los ejemplos más notorios de la iconografía ritual funeraria bajomedieval. Margarida Cadell, esposa de Guillermo Cadell, fue una noble catalana perteneciente a una de las familias más poderosas e importantes de caballeros del siglo XIII en los feudos de Cerdeña. Los primeros datos que encontramos de este linaje residen en la puerta lateral de la antigua iglesia de Santa María de Puigcerdà donde, insertada en uno de sus muros, yacía su tumba arqueada. Ya desde los primeros tiempos del cristianismo existió la necesidad de componer fórmulas litúrgicas y oraciones por los difuntos, propiciando la intercesión de los vivos ante Dios. Los cristianos destinaban al sepulcro temas religiosos de carácter variado (liturgia de las exequias y funerales) elegidos en función de un simbolismo o, en nuestro caso, devoción particular. En este paradigmático ejemplo se pone de manifiesto el cortejo fúnebre tal y como se habría desarrollado el día del entierro, queriendo perpetuar las oraciones en el túmulo como recuerdo de la fuerza que adquiere la Iglesia. Aunque el carácter igualitario de la muerte alcanza a todos los seres humanos, se puede comprobar que en la Edad Media se muere según la condición terrenal y se es enterrado según la misma en un orden admitido por todos.

Elena Joven Fernández (2018)


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PARA SABER MÁS

La Lápida sepulcral de Margarida Cadell es una placa de alabastro parduzco en cuya parte central encontramos un altorrelieve policromado con una escena de entierro, rodeada, a su vez, por un marco que encierra varias inscripciones y diferentes blasones familiares. La finalidad que adquiere, junto con la iconografía funeraria que la acompaña, es, por un lado, reflejar el deseo del hombre de perpetuar su memoria post mortem y, por otro lado, evidenciar la profunda religiosidad del hombre medieval, asimilada como homo viator, es decir, en camino hacia la eternidad.

La totalidad de la obra desemboca en una única talla realizada en mármol con restos de policromía. En ella podemos observar la presencia de la finada, Margarida Cadell, ataviada con el frecuente hábito de la orden franciscana. Sepultada por dos frailes que portan el mismo hábito, yace sobre un sarcófago decorado con arcos ojivales. La ceremonia está encabezada por un religioso con casulla en actitud de bendecir; a su derecha se encuentran tres personajes vestidos con albas, dos acólitos ceroferarios y una tercera figura que sostiene una cruz alada que sobresale del relieve e invade el espacio epigráfico superior. Continuando con el discurso, en su extremo derecho se ubica un personaje con hábito franciscano portando un libro abierto y otros dos miembros del sequito funerario que sostienen gramallas. Por otro lado, a su izquierda aparecen otros tres frailes: un turiferario, otro con un libro y un tercero como espectador, al que le siguen otros dos personajes con gramallas. Además de la escena representada, en los laterales del marco se encuentran dibujados los blasones familiares heráldicos de la familia Cadell.

En general, las lápidas funerarias eran utilizadas como elementos destinados a personalizar la identidad del propio personaje, advirtiendo así la especificación del individuo dentro del grupo social al que pertenece. Este tipo de representaciones que evocan el mundo funerario testimonian que el arte puede convertirse en un importante documento histórico. Con el paso de los años, las cartelas llegaron a atesorar verdaderos textos laudatorios que dejaban constancia de las virtudes del fallecido, así como pequeñas oraciones de intersección por su alma. De igual manera, también existía cierta rivalidad entre las altas clases dignatarias por ser enterrados en los lugares más selectos y suntuosos. Hablamos, en ese sentido, de un elemento de competitividad y poder.

La realización de esta singular obra podría estar dirigida a las distintas figuras eclesiásticas, así como a los diferentes feligreses que se dirigían a la misma. El objetivo, como se ha evidenciado en líneas anteriores, era común: salvaguardar la memoria de la posteridad del yacente. Se trata de llamar la atención sobre un tipo de representación iconográfica en la que el laico aborda la remisión de sus culpas. A lo largo de los años, todos los pueblos mostraron su preocupación por cuidar los cuerpos de sus difuntos, darles sepultura y someterse, en lo posible, a un ritual funerario.

A partir de la concepción de la muerte en época medieval, se advierte en el interior de los templos la multiplicación de pequeñas capillas impulsadas por diferentes entidades, así como la jerarquización del espacio arquitectónico en función de la ubicación del monumento funerario, buscándose siempre la mayor cercanía al altar mayor. Los cristianos destinaron, desde muy temprano, la representación del cortejo fúnebre tal y como se había desarrollado el día del entierro, queriendo, en ese sentido, perpetuar las oraciones como recuerdo del poder de la Iglesia.

La Lápida sepulcral de Margarida Cadell pone de manifiesto la importancia de la escenografía funeraria del siglo XIV. No obstante, no debemos entender este ejemplo como algo exclusivo, sino como la repetición de un prototipo estereotipado. La placa, tanto por su tipología, su relieve y la distribución del texto podría aproximarse a otros modelos de la misma época, tanto catalanes, como la Lápida de Ramón d´Urtx, conservada también en el Museu Nacional d´Art de Catalunya, como del sur de Francia.

Entre las múltiples posibilidades de estudio que presenta el sentimiento de la muerte en el mundo medieval consideramos interesante destacar y abordar el aspecto de la liturgia de los funerales, pues la finalidad salvífica constituye el fundamento teológico, este último directamente vinculado a la liturgia. La fama más allá de la muerte queda plasmada a través de este singular ejemplo o mediante proyectos de índole funeraria de mayor alcance (los panteones y todo lo que llevaban implícito). Así pues, la muerte se configuraba como el acontecimiento más universal e inevitable del ser humano.


GLOSARIO

Alba

Prenda larga de lino que el sacerdote viste encima del amito y debajo del resto de ornamentos.

Acólito

Rango clerical dentro de las órdenes menores medievales cuya función principal es asistir a los obispos, presbíteros y diáconos en el altar. Según los objetos que porte en la liturgia puede denominarse ceroferario (cirios), turiferario (incensario), cruciferario (cruz), etc.

Gramalla

Vestidura de luto o duelo cuya longitud llega hasta el suelo.


BIBLIOGRAFÍA

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