Incensario palestino
Colección particular, Madrid
INFORMACIÓN BÁSICA
Incensario globular con escenas cristológicas
Colección particular, Madrid.
Taller sirio-palestino.
Adquirido a mediados de la década de 1980 en el este de Turquía, junto a la frontera de Armenia e Irán.
Siglos VI-VIII.
Bronce. 10,7 cm (alto) x 9,3 cm (diámetro).
El perfume del incienso se ha asociado siempre a lo sagrado y su uso ritual es tan antiguo como las religiones de las primeras civilizaciones. El cristianismo también incorporó el incienso a su liturgia, satisfaciendo varias necesidades del culto: desde la más mundana de aromatizar el templo, hasta la evocación de la presencia de lo divino y su relación con la oración, como el humo que asciende a lo alto. Incensarios como éste son un testimonio de estas prácticas en el cristianismo de la tardía Antigüedad. Además, en este caso, el objeto en sí mismo presenta otras cualidades de interés: se trata de un artefacto asociado al fenómeno de las peregrinaciones a Tierra Santa y, además, es un soporte de representaciones iconográficas preiconoclastas, que demuestra la proliferación de imágenes religiosas en los primeros siglos del cristianismo. En este caso, el tema de los relieves que decoran el incensario, escenas del ciclo cristológico, es un indicio acerca de su procedencia y usos: pudo tratarse de un “souvenir” destinado a los peregrinos que acudían a Jerusalén para participar en la liturgia celebrada en el Santo Sepulcro.
Alfredo Calahorra Bartolomé (2019)
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La pieza es un incensario o timiaterio (gr. θυμιατήριον, lat. turibulum) de bronce decorado con escenas cristológicas. Desde la más remota antigüedad la quema de incienso ha formado parte de las prácticas cultuales de la humanidad, ya fuera por sus cualidades aromáticas y médicas o por atribuírsele una naturaleza de ofrenda sacrificial. El incienso fue utilizado ampliamente en Egipto y Mesopotamia, y posteriormente fue adoptado por el rito judío. De igual modo, su uso era recurrente en Grecia y Roma. Finalmente, el cristianismo también incorporó su uso a sus celebraciones litúrgicas. En los ritos de las iglesias orientales, en cuyo contexto se enmarca este objeto, el incienso disfrutaba y disfruta todavía de un papel protagonista: está presente durante la bendición de las especies eucarísticas en la prothesis; tambiénen la Pequeña Entrada, cuando, en procesión, se introducen los Evangelios en el presbiterio, y después, antes de proceder a la lectura; y por último, en la Gran Entrada, cuando se introducen las especies en el santuario y se rodea e inciensa el altar tres veces, en honor de la Trinidad. Además, a lo largo de la liturgia se inciensa varias veces a los fieles. Por descontado, el incienso siempre está presente en las procesiones fuera de la iglesia, y está particularmente asociado a los funerales y los traslados de reliquias.
Este incensario en particular fue fundido en bronce y posteriormente retocado. El cuerpo de la pieza presenta una forma globular. En la zona inferior consta de una base, mientras que la superior ha conservado tres de las cuatro agarraderas que tenía en origen. Tanto las cadenas como la tapa son añadidos modernos. Las escenas que, a modo de friso, decoran la pieza, se ejecutaron de forma sumarísima y en algunas ocasiones sólo puede determinarse su iconografía al compararlas con otros ejemplos de mayor calidad. Ocupando el centro de la pieza, en mayor tamaño, vemos la Anunciación, la Visitación, la Natividad y la Epifanía, el Bautismo, la entrada en Jerusalén, la Crucifixión y la Resurrección. La zona inferior representa la Ascensión: trece figuras, los apóstoles y la Virgen, rodean la base, en la que se ha representado a Cristo sobre las nubes. La zona superior del incensario consta de dos frisos superpuestos, con decoración geométrica y vegetal incisa. Las agarraderas tienen forma de flores de cuatro pétalos.
El funcionamiento del incensario es muy sencillo: se coloca en su interior carbón encendido y, posteriormente, se va añadiendo el incienso. El artefacto se sostiene con la mano derecha por la cadena y se balancea sobre el mobiliario litúrgico, los iconos o los participantes en la ceremonia. Los encargados de incensar, en función de la ocasión, son el acólito, el diácono, el presbítero, o el propio obispo. El acólito que porta el turíbulo dentro de la liturgia, encargado de acercarlo al resto de ministros y de cuidar que no se apaguen los carbones se denomina turiferario.
El presente incensario es parte de una producción bien conocida con más de cuarenta ejemplares conservados, que se ha relacionado con el contexto sirio-palestino de la tardía Antigüedad. Dicha producción se extinguiría tras la irrupción de los árabes y el inicio de la crisis iconoclasta. Es posible que estos objetos, igual que las ampullae, fueran manufacturas producidas en serie para satisfacer la demanda de souvenirs religiosos generada por la afluencia de peregrinos a Tierra Santa. Esta circunstancia estaría avalada por la amplia dispersión de los ejemplos supervivientes por todo oriente medio, desde Turquía hasta Egipto. Se ha sugerido que este tipo de incensarios en particular procediera de la propia Jerusalén: aunque no aparece en este ejemplar, en los de mayor calidad es sistemática la representación de las mujeres ante el sepulcro portando incensarios, a modo de referencia hacia el propio objeto y al uso al que estaba destinado. Por ello, esta familia de incensarios se ha relacionado con varias ceremonias específicas que apuntan a la celebración del día del Señor en la basílica del Santo Sepulcro. Podemos recordar las palabras de la peregrina Egeria (24.10), que viajó a Jerusalén a finales del siglo IV. Se trata de un testimonio de primera mano para ilustrar el contexto en el que pudo ser utilizado este incensario: "[…los domingos], dichos estos tres salmos y hechas las tres oraciones, son introducidos en la gruta de la Resurrección los incensarios, para que toda la basílica [del Santo Sepulcro] se llene de perfumes".
El interés que reviste esta pieza radica, principalmente, en ser el soporte de un repertorio iconográfico anterior a la iconoclastia, y por otra parte, porque se trata de un testimonio de las prácticas litúrgicas y del fenómeno de las peregrinaciones en el mediterráneo oriental del final de la Antigüedad
Alfredo Calahorra Bartolomé
◊ Incienso
Preparación de resinas vegetales en forma de granos a la que se le añaden diferentes aceites. Al ser quemados los granos de incienso desprenden humo aromático que evoca las fragancias de las plantas de las que fue compuesto. Sus usos rituales se remontan a la antigüedad, utilizándose también en el culto cristiano medieval como elemento litúrgico de solemnidad.
Forma litúrgica propia del culto cristiano en el entorno de Jerusalén, también llamada liturgia antioquena o antioquena-jerosolimitana. Se caracteriza por tener un marcado carácter memorial de los Santos Lugares, con rituales propios realizados en los mismos espacios donde ocurrieron eventos de la vida de Cristo. Una de las fuentes más ricas para conocer la liturgia de Jerusalén es el Itinerario de la peregrina Egeria.
◊ Egeria
Religiosa gallega del siglo IV que peregrina a los Santos Lugares y escribe un diario denominado Itinerarium ad Loca Sancta que es una fuente de valor incalculable para conocer tanto la liturgia de Jerusalén como las costumbres y los edificios de la época. También es testimonio de los viajes de la Antigüedad tardía y de la incipiente cultura de las peregrinaciones medievales.
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