Comunión de los Reyes de Aragón
Museo de Zaragoza
INFORMACIÓN BÁSICA
La Comunión de los Reyes de Aragón
Anónimo, conocido como “Maestro de San Miguel de Daroca”
Museo de Zaragoza
Procedente de Iglesia de san Miguel Arcángel de Daroca (Zaragoza)
h. 1360-1380
Pintura mural al temple, 310 x 191 cm
El fragmento de pintura mural conocido como La Comunión de los Reyes de Aragón es en realidad la sección inferior de un conjunto de mayores dimensiones que, aunque arrancado en 1946, originariamente decoraba el ábside de la capilla de Santo Tomás de la iglesia de San Miguel Arcángel de Daroca. Los personajes, arrodillados y distribuidos en dos frisos bajo arcos trilobulados, visten prendas de tonos rojizos y dirigen sus oraciones a la figura sentada de mayor tamaño que reparte la Sagrada Forma a dos monarcas. Aunque en los años 70 se le identificó con san Valero, en la actualidad se está de acuerdo en que se trata de Cristo como Sacerdote. Se ha reconocido en la reina a Sibila de Fortià (¿1350? -1406), cuarta esposa de Pedro IV el Ceremonioso (1319-1387), que aparece en el lado izquierdo de Cristo. Esta no sería la única ocasión en que se vieran involucrados en la alabanza del sacramento eucarístico, ya que además fueron los comitentes de la custodia de los Sagrados Corporales, conservada en el Museo Colegial de Daroca y realizada por Pedro Moragues en 1384. La Comunión se debía recibir arrodillado y, en este caso, Cristo porta en su mano izquierda un hostiario, donde se guardan las formas. El dinamismo en esta escena se ve acentuado por la rica modulación de los colores de las túnicas, los trazos ligeros y las formas zigzagueantes de las líneas de separación de los compartimentos. A ello ayuda la técnica empleada, pintura al seco con temple que permite la fácil aplicación de los pigmentos aglutinados.
Clara Gil Gimaré (2018)
Cómo citar esta ficha
La Comunión de los Reyes de Aragón se realizó en el testero de la capilla de don Gil Garlón, caballero que sirvió a Pedro IV durante la Guerra de los Dos Pedros (1356-1369). Fue nombrado alcaide del Castillo de Daroca y ayudó a repeler el ataque de Pedro I de Castilla que sufrió la ciudad zaragozana. Junto a otros nobles, como Miguel de Bernabé o Pedro Gilbert Brun, Gil Garlón fue uno de los hombres de confianza del monarca aragonés. La heráldica de este caballero aparece representada en la franja que separaba la escena de la Duda de Santo Tomás de la escena que nos ocupa. La fecha que ha manejado la historiografía para datar el conjunto es la segunda mitad del siglo XIV, motivada por la identificación de la reina con Sibila de Fortià, quien fue reina entre 1377 y 1387, año en que falleció Pedro IV.
Los personajes principales son, sin duda, Cristo y los monarcas situados a su lado. El resto de los personajes conservados, son varones devotos, aunque hay tres muy dañados que no pueden identificarse fácilmente. Cristo aparece sentado en un trono pétreo, como indican sus rodillas plegadas, aunque José Gudiol señaló que parecía estar de pie. Las vestimentas que lleva son episcopales y éstas, junto con el nimbo, han dado pie a varias especulaciones sobre su identificación. La primera fue la pronunciada por Gudiol, quien explicó que debía tratarse de san Valero, siendo denominado Retablo de san Valero hasta 1990. Es en este año cuando María del Carmen Lacarra indicaría la posibilidad de que fuera Cristo como Sacerdote, que es la interpretación aceptada hoy día. Otras voces han encontrado en la figura sedente a santo Tomás, atendiendo al nimbo no crucífero.
Los monarcas, por otro lado, se han identificado con Pedro IV el Ceremonioso y Sibila de Fortià. El primero es bien conocido dentro de la Historia del siglo XIV. Fue partícipe e instigador de numerosos enfrentamientos con otros monarcas peninsulares y tuvo un relevante papel en la política exterior. La reina Sibila de Fortià, menos conocida, fue la hija de un noble ampurdanés que comenzó siendo la dama de compañía de la tercera esposa del monarca, Leonor de Sicilia, hasta que ésta falleció en 1375. Después será amante del rey hasta que en 1377 se celebren las bodas. Fue trascendental la influencia de esta dama en Pedro IV, pues debido a sus intrigas, empeoraría la relación existente entre el monarca y su primogénito, Juan I.
Esta obra debe ser tenida en cuenta a la hora de estudiar las pinturas murales aragonesas tanto por la calidad pictórica que denota como por el tema representado. La importancia que cobró el sacramento eucarístico en el siglo XIV, desde la instauración de la fiesta del Santo Sacramento o Corpus Christi en los primeros años, no se concentró solamente en esta región y en esta forma artística. Podemos citar algunos ejemplos que dan buena cuenta de este incremento temático, como el Retablo de la Institución de la Eucaristía en Villahermosa del Río o de la custodia de los Santos Corporales, obra encargada al escultor barcelonés Pedro Moragues en 1384 por los mismos monarcas que se han identificado en el fragmento pictórico analizado de San Miguel de Daroca.
Sacramento más importante en la vida del Cristiano, consistente en la actualización del sacrificio de Cristo que se entrega a los fieles mediante la comunión de su cuerpo y sangre en las especies de pan y vino. Aunque en Oriente era habitual la comunión bajo las dos especies, en la Baja Edad Media Occidental terminó suprimiéndose después del Concilio de Constanza de 1415 para los fieles, reservándose la especie del vino para los sacerdotes.
Recipiente sagrado que sirve para guardar y transportar las sagradas formas. Tiene forma cilíndrica y tapa aplanada que puede tener decoración incisa. No debe confundirse con una píxide, ya que ésta, aunque también tiene forma cilíndrica, está rematada por una tapa cónica a modo de ciborio. Los materiales empleados son, por lo general, metales preciosos esmaltados o marfiles.
Atuendo propio de los presbíteros que está compuesto por varias prendas con su propia simbología. Incluye el alba, que es una túnica blanca que simboliza la pureza del celebrante; la estola, una larga tira que se pasa alrededor del cuello y se cruza encima del pecho como símbolo de la dignidad sacerdotal; y la casulla, como prenda alargada y sin mangas que se coloca a través del cuello encima del resto de vestimentas.
Azcárate, José María. Arte gótico en España. Madrid: Cátedra, 1990.
Bango Torviso, Isidro coord. Maravillas de la España medieval: tesoro sagrado y monarquía. Madrid: Junta de Castilla y León, 2001.
Beltrán Lloris, Miguel. Museo de Zaragoza. Secciones de Arqueología y Bellas Artes. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia, 1976.
Boscolo, Alberto. La reina Sibila de Fortià. Barcelona: Rafael Dalmau, 1971.
Esteban Abad, Rafael. Estudio histórico-político sobre la ciudad y comunidad de Daroca. Teruel: Instituto de Estudios Turolenses, 1959.
Esteban Lorente, Juan Francisco. Museo Colegial de Daroca. Madrid: Servicio de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia, 1975.
García de Cortázar, José Ángel. La época medieval. Colección Historia de España, vol. 2. Madrid: Alianza, 1976.
Gudiol, José. Pintura medieval en Aragón. Zaragoza: Institución «Fernando El Católico», 1971.
Guía del Museo de Zaragoza. Zaragoza: Museo de Zaragoza, 2003.
Lacarra Ducay, María del Carmen. Museo de Zaragoza. Sección de Bellas Artes. Zaragoza: Ibercaja, 1990.
Monreal y Tejada, Luis. Iconografía del Cristianismo. Madrid: Acantilado.
Réau, Louis, Iconografía del Arte Cristiano: introducción general. Madrid: Serbal, 2006.
Del Pozo Coll, Patricia Sela. «La devoción a la hostia consagrada en la Baja Edad Media castellana: Fuentes textuales, materiales e iconográficas para su estudio». Anales de Historia del Arte 16 (2006): 25-58.
Territorium: el largo camino hacia las comarcas de Aragón. Catálogo de exposición, 245. Zaragoza: Gobierno de Aragón, 2003.
Trens, Manuel. La Eucaristía en el arte español. Barcelona: Aymá, 1952.