Proyectos de Investigación

Presentación

Resumen

El concepto de una tercera España situada entre otras dos secularmente enfrentadas ha tenido gran fortuna política, mediática y cultural, pero ello no ha redundado en su interés historiográfico. Desde que fuera acuñado durante la Guerra Civil para referirse a un grupo de católicos españoles exiliados en París, empeñados en lograr un armisticio, han sido muchos los intentos de definir la realidad de ese sintagma con naturaleza híbrida entre el concepto, la imagen y la metáfora política. Hombres y mujeres de variada filiación ideológica, políticos, intelectuales, filósofos y escritores, sacerdotes o militares han sido propuestos para formar parte de esa tercera España como (supuestos) progenitores de nuestra democracia.Se trata de un espacio asociado a la moderación, al centrismo y el reformismo político, pero ante todo a una actitud moral que hace del rechazo a los extremos, la superación del fanatismo, la apuesta por el diálogo y la no violencia su razón de existir.

No es de extrañar, por tanto, que haya sido y siga siendo aún hoy un espacio disputado discursiva y simbólicamente. Pero el proyecto no pretende determinar qué fue la tercera España ni quiénes la integraron. Se propone analizar el origen y la evolución del concepto, estudiar su naturaleza e interpretar sus usos públicos y políticos en unos contextos históricos determinados: durante el exilio y la dictadura franquista, en la transición a la democracia asociado a otros conceptos como reconciliación o consenso, y en los debates de las dos últimas décadas en torno al pasado reciente, la llamada memoria histórica y las raíces políticas y culturales de nuestra democracia. La tercera España, además, ha estado en la base de las polémicas literarias desarrolladas en los últimos años, ha sido un factor importante en la construcción de un canon de la cultura española contemporánea durante la etapa democrática, y ha influido notablemente en iniciativas educativas y culturales tanto del sector público como privado.

El proyecto procederá a la búsqueda, recogida e interpretación de una amplia gama de fuentes que van desde los ensayos y los artículos periodísticos a los discursos parlamentarios, las exposiciones y conmemoraciones institucionales, los grandes medios de comunicación como la televisión y la radio o los materiales educativos. Además, el proyecto incorpora una perspectiva transnacional que ayudará a buscar otras claves explicativas en la comparación con otras sociedades europeas divididas por la guerra, como Italia, Francia y Grecia, así como las reflexiones sobre una tercera Europa. Frente al discurso nacionalcatólico de la antiEspaña, la idea de tercera España ha representado también a una mayoría social silenciosa, que habría sido víctima inocente de las violencias, una idea que enlaza con uno de los grandes debates europeos sobre el siglo XX.


Descripción del proyecto

Pocas ideas como la de las “dos Españas” son tan potentes en la historia política y cultural de la España contemporánea. La Guerra Civil del 1936-1939 llenó de significado un sintagma que había nacido a principios de siglo para referirse a las nuevas generaciones que se incorporaban al espacio público en oposición a la “vieja política”, como explicó Santos Juliá. En las páginas de los primeros historiadores que se ocuparon de estudiar la Guerra Civil, como los hispanistas británicos, esta culminaba una larga historia de enfrentamiento que en el imaginario colectivo pasó a representarse hasta la saciedad con un poema de los Proverbios y cantares de Antonio Machado o la imagen de Lucha a garrotazos de Francisco de Goya, aunque uno date de 1912 y la otra fuera pintada hacia 1819. En una historia trágica marcada por una sucesión de guerras civiles cualquier impulso de regeneración, de modernidad, de reforma solo podía proceder, dentro de esa dinámica de los extremos, de un espacio indefinido pero representado por otro sintagma estrechamente ligado al de las “dos Españas”, con su misma naturaleza híbrida entre el concepto, la imagen y la metáfora: el de una “tercera España” situada entre aquellas otras dos secularmente enfrentadas.

Este proyecto viene a llenar un vacío, porque la fortuna política, mediática y cultural del concepto de “tercera España” no ha redundado en su interés historiográfico. Han sido muchos los intentos de definir la realidad del nombre: qué es y sobre todo quién está en ese espacio intermedio entre dos partes enfrentadas. Un espacio connotado de manera positiva, como suele ocurrir con todos los “tercerismos” y “terceras vías”, asociado a la moderación, al centrismo y el reformismo político, pero ante todo un espacio moral que hace de la superación del fanatismo, del rechazo a los extremos, de la reconciliación, la apuesta por el diálogo y la no violencia su razón de existir. No es de extrañar, por tanto, que sea un espacio disputado discursiva y simbólicamente. En el caso español lo ha sido especialmente y la causa parece obvia, tras el golpe de Estado que en 1936 provocó una cruenta guerra civil y, con ella, la división neta entre dos bandos contrapuestos, con profundas y duraderas consecuencias.

La perspectiva transnacional que también se incluye en este proyecto puede darnos otras claves explicativas. La hipótesis es que en otras sociedades enfrentadas pudieron abrirse vías de salida e integración que en España quedaron bloqueadas por la dictadura franquista con su prolongada represión y su insistencia en la legitimidad de la victoria. En Grecia la guerra civil que siguió a la liberación también bloqueó durante décadas esa salida. Sin embargo, en aquellos países donde la derrota del fascismo implicó su condena moral las posiciones equidistantes quedaron deslegitimadas, como en Italia o Francia, sin olvidar el papel jugado por la democracia cristiana italiana o el republicanismo francés en la inclusión de los sectores sociales sobre los que los regímenes fascistas habían construido el consenso. El proyecto prestará atención también a las reflexiones en torno a la idea de una “tercera Europa”, de pensadores como Ortega y Gasset, así como a la importancia del europeísmo en las concepciones de la “tercera España”.

El proyecto se propone explicar la continuidad y, al mismo tiempo, la adaptación del concepto-imagen- metáfora como resultado de su funcionalidad. De ahí que el “nombre” pueda contener “cosas” muy distintas. La imagen de una “tercera España” se ha utilizado para representar a quienes se esforzaron en buscar una mediación entre las partes en guerra, a quienes condenaron las dos violencias, la “azul” y la “roja”, o fueron víctimas de ambas. A quienes se habían situado anteriormente, durante los años republicanos, en posiciones políticas moderadas y reformistas, y a quienes lo hicieron después, durante la dictadura y en el exilio. A los hombres y mujeres que durante la transición y la consolidación de la democracia fueron reivindicados o celebrados desde las instituciones públicas, políticas y culturales, desde los medios de comunicación, por algunos intelectuales o grupos de la sociedad civil como (supuestos) progenitores de la reconciliación, predecesores del consenso o referentes de la democracia.

El resultado ha sido una geometría variable y mucho más asimétrica de lo que da a entender un concepto basado en la equidistancia. En esa tierra de nadie entre los extremos políticos, entre el “fascismo” y la “revolución”, caben cosas muy distintas dependiendo de los distintos discursos que utilizaron dicho concepto, según el emisor del mensaje, el público a quien se dirige y su intencionalidad política. Una nómina cambiante de políticos, eclesiásticos, militares, intelectuales, profesores, filósofos y escritores. Hombres y mujeres enfrentados, como muchos otros durante el siglo XX, a profundos dilemas morales, en los que estaban en juego valores como la libertad, la lealtad, la legalidad, la justicia o la paz, pero también el miedo, el oportunismo y la mera supervivencia. Porque no había “dos Españas” secularmente enfrentadas, sino una sociedad compleja y fragmentada que quedó escindida en dos bandos enfrentados por una guerra y un «vencedor que nunca accedió a ningún tipo de pacto que posibilitara la reconstrucción de una comunidad política con los perdedores y volviera a integrarlos en la vida nacional» (Santos Juliá, Transición, p. 18).

El concepto “tercera España” fue acuñado originariamente en francés −La troisième Espagne− por un jurista ucraniano afincado en París, Boris Mirkine-Guetzévich, en un artículo aparecido el 20 de febrero de 1937 en la revista L’Europe Nouvelle para referirse al grupo de católicos españoles exiliados en la capital francesa y reunidos en torno al que se denominó Comité pour la paix civile (luego et religieuse) en Espagne, del que formaban parte Alfredo Mendizábal, Joan Baptista Roca i Caball y Ramon Sungranyes de Franch junto a personalidades como Luigi Sturzo o Jacques Maritain. Término pronto retomado por el expresidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, en otro artículo del mismo título en L’Ére nouvelle. Dicho Comité publicó varios llamamientos por la paz y realizó numerosas gestiones para alcanzar un armisticio, y de carácter humanitario ante las cancillerías europeas y el Vaticano, como ha explicado recientemente uno de los miembros del proyecto, Alfonso Botti (Con la tercera España, 2020).

Pero el uso del término no se detuvo allí. Salvador de Madariaga, quien había firmado varios manifiestos y llamamientos por la paz y participado en esos intentos de mediación durante la Guerra Civil, lo retomó en la tercera edición de su España. Ensayo de historia contemporánea (1942), como ha estudiado otro miembro del proyecto, Santiago de Navascués. En ella habló de la batalla de los “tres Franciscos”, el dictador Franco, el líder socialista Largo Caballero y el pedagogo y político republicano Giner de los Ríos, quien representaría esa España que no pudo ser, pacífica, liberal, “demasiado inorgánica para hacerse oír” ante la violencia. En los años siguientes continuaría de manera incansable esa tarea de reunir a todos los españoles que buscaban la libertad de su país, pero excluyendo a los que consideraba totalitarios, franquistas y comunistas, un objetivo que vio cumplido en 1962 con la reunión del exilio y la oposición del interior en Múnich, el famoso “contubernio” de la prensa franquista.

Esa línea del liberalismo y del rechazo del totalitarismo han sido incluidos los maestros liberales, José Ortega y Gasset y Gregorio Marañón, que volvieron a España tras la guerra y mantuvieron una relación ambigua con el régimen franquista. Pero también exiliados republicanos como otro Francisco, Ayala, Américo Castro, dos presidentes del gobierno republicano en el exilio, Claudio Sánchez Albornoz y Fernando Valera, o muchos otros exiliados que reflexionaron críticamente sobre la experiencia de la guerra y promovieron el diálogo a través de revistas como Las Españas (desde 1957 Diálogo de las Españas). Fernando Valera invitó a ese diálogo desde las páginas de otra revista, Ibérica por la libertad, fundada por Victoria Kent en Nueva York, nuevamente sobre la idea de tres Españas, esta vez la “peregrina” (concepto que tomaba de José Bergamín), la oficial y la “solariega”, es decir, «la permanente, la silenciosa, víctima inocente de nuestro fratricidio». Daba así un nuevo sentido a la metáfora de la “tercera España”, pero con la misma intención de impugnar el discurso nacionalcatólico de la única y verdadera España enfrentada y finalmente vencedora sobre la antiEspaña.

La idea de pueblo silencioso oprimido bajo dos minorías extremistas entendido como “tercera España”, incluso “cuarta España”, enlaza una imagen tan idiosincrásica de la cultura española con los debates europeos sobre las “masas grises”. Abre asimismo otra línea de investigación en el proyecto, en relación con varios temas. Uno constituido por las nuevas interpretaciones de la guerra “desde abajo”, frente a las que han primado el conflicto ideológico, con especial atención a las formas de microrresistencia y conductas ajenas al compromiso político (Seidman, Corral, Matthews, Leira Castañeira), que no entra, si no de manera tangencial, en el proyecto. Otros dos, en cambio, centrales para los objetivos del proyecto. Uno es la comparación con expresiones políticas “terceristas” en la posguerra europea, como el uomo qualunque y la integración de las masas sobre las que el fascismo había construido su consenso. Así como la integración en el nuevo sistema democrático de los jóvenes intelectuales políticos crecidos en las organizaciones y revistas culturales del fascismo, fenómeno estudiado por otro miembro del proyecto, Luca La Rovere (L’eredità del fascismo, 2008).

El otro tema central relacionado con esa interpretación de la “tercera España” como unas (supuestas) masas silenciosas víctimas de la guerra, o al revés como imposición violenta de unas minorías sobre la mayoría social, son los debates culturales desarrollados en los últimos años en relación con las revisiones de la Segunda República, la Guerra Civil y la Transición, lo que suele denominarse “movimiento de recuperación de la memoria histórica”. Estos debates han sido especialmente intensos en ámbito literario, tras la aparición del libro Las armas y las letras (1994) de Andrés Trapiello. También, más recientemente, en torno a la recuperación de autores como Manuel Chaves Nogales, así como las respuestas de quienes la interpretan como parte de una operación mediático-cultural con una finalidad política (F. Espinosa, entre otros). Es un tema estudiado por otro miembro del proyecto, Sara Santamaría, en su reciente monografía La querella de los novelistas: la lucha por la memoria en la literatura española (2020).

Todas estas ideas, imágenes, reflexiones y debates han estado en la base de las reivindicaciones de una supuesta “Tercera España” tras el final de la dictadura franquista y la transición democrática. La búsqueda, análisis e interrelación de esos usos públicos en forma de artículos, publicaciones, documentales y exposiciones conmemorativas, discursos políticos o debates parlamentarios constituye una parte central de este proyecto. Esos usos que Santos Juliá, en el epígrafe Imposible Tercera España añadido a la reedición de 2015 de su Historias de las dos Españas, consideró «en su mayor parte, inapropiados, y en no pocas ocasiones, oportunistas o insensatos». Eve Fourmont Giustiniani, miembro del proyecto, ha adelantado ya algunos de estos usos en artículos como “El exilio de 1936 y la Tercera España” (2017).

Así, veremos nóminas cambiantes de candidatos y candidatas a formar parte de esa deseada España supuestamente libre de odios. Encontraremos a los católicos que dieron lugar al nacimiento del término, como hemos visto, pero también otros católicos republicanos como Semprún Gurrea, eclesiásticos como el sacerdote José Manuel Gallegos Rocafull o el obispo Vidal i Barraquer, que se negó a secundar a sus correligionarios en el discurso legitimador de la “cruzada”. A los democristianos de la Unió Democràtica de Catalunya (UDC) de Carrasco i Formiguera, una “tercera Cataluña” centrista y católica, así como a los católicos vascos, con el ministro Manuel de Irujo del PNV a la cabeza por su empeño en poner freno a la violencia “descontrolada” en la zona controlada por el gobierno de la República (o mejor en recuperar su monopolio de la violencia).

Veremos a políticos católicos como el propio presidente de la República Alcalá Zamora o el ministro Ángel Ossorio y Gallardo, exmonárquicos reconvertidos al republicanismo. Como Manuel Portela Valladares, breve presidente del gobierno republicano a principios de 1936, quien intentó sin éxito formar una candidatura de centro, como ha estudiado otra investigadora que forma parte del proyecto, Pilar Mera Costas. Hasta podemos encontrar a ministros de la derecha católica, la CEDA, como los reformistas Geminiano Carrascal o Manuel Giménez Fernández, vistos como precursores de la democracia cristiana española. También políticas republicanas como Clara Campoamor, una de las pocas mujeres presentes y cuya memoria ha quedado asociada al debate sobre el voto femenino, o militares como el general Domingo Batet.

En esas nóminas fluctuantes dependiendo del uso político que se haga de ellas encontraremos a socialistas como el ministro Julián Zugazagoitia o Julián Besteiro, expresidente de las Cortes del primer bienio republicano, y hasta el presidente de la República, Manuel Azaña, por sus intentos para negociar una paz “honrosa” y el rechazo de todos ellos a las violencias en la propia zona republicana. Entre estas el asalto a la cárcel Modelo de Madrid en que fueron ejecutados políticos como Melquiades Álvarez, José Martínez de Velasco o Manuel Rico Avello, candidatos a su vez a formar parte de esta “tercera España”. En fin, en esas nóminas caben escritores que narraron las violencias como simétricas, entre ellos Manuel Chaves Nogales y Elena Fortún.

La asimetría es evidente, considerando que la mayoría de las personas citadas colaboró de una manera u otra con la República y acabó en el exilio o víctima de la represión franquista. Pero la “tercera España” es una metáfora demasiado potente como para no proyectarse más allá de la guerra, hacia la dictadura. Así, Vicente Cacho Viu tituló “Tres Españas de la España contemporánea” una conferencia en el Estudio General de Navarra en 1962. Los intelectuales católicos del Opus Dei como Calvo Serer o Florentino Pérez Embid, se autodefinían como una “tercera fuerza” entre la democracia y la dictadura totalitaria, aunque en su caso tomaron prestado el concepto del sociólogo conservador Othman Spann y pese a que su interpretación de la guerra civil no admitía ninguna concesión a integrar o comprender siquiera las razones de los vencidos. Podría ser también ese espacio político, la “zona templada” como la definió Juan José Linz, donde se encontrarían los disidentes procedentes del franquismo, como el exfalangista Dionisio Ridruejo o los católicos que evolucionaron gracias al Concilio Vaticano II, entre ellos el exministro Joaquín Ruiz-Giménez, animador incansable de iniciativas como la revista Cuadernos para el Diálogo, que ha estudiado Javier Muñoz Soro, IP del proyecto. En algunas de estas nóminas aparecen pensadores como Julián Marías, discípulo de Ortega, Xavier Zubiri y los filósofos de la llamada Escuela de Madrid. Por otro lado, estaría la oposición antifranquista que, a partir de los años cincuenta, comenzó a proponer una salida de la dictadura basada en la reconciliación. Por citar solo algunos nombres, Indalecio Prieto, quien negociaba ya esa salida a finales de los años cuarenta con los monárquicos de Gil-Robles, Tierno Galván aliado con los también monárquicos de Unión Española (Joaquín Satrústegui, Jaime Miralles), o el Partido Comunista que lanzó en 1956 la política de Reconciliación Nacional.

El proyecto que aquí se presenta no pretende resolver estas u otras polémicas ni determinar qué fue la “tercera España” o quiénes la integraron. Se propone analizar el origen y evolución del concepto, estudiar su naturaleza e interpretar sus usos en unos contextos históricos, políticos y culturales determinados. Nos interesa su aparición durante la Guerra Civil, su desarrollo entre los intelectuales del exilio y en el interior durante la dictadura franquista, sus usos públicos y políticos durante la Transición asociado a su vez a otros conceptos como los de “reconciliación” o “consenso”. Por último, su utilización en los debates de las dos últimas décadas en torno al pasado reciente, las raíces políticas y culturales de nuestra democracia y la llamada “memoria histórica”.

La hipótesis es que su uso en el ámbito político, tanto por parte de la izquierda como de la derecha, con su reflejo en el ámbito mediático y cultural, responde a una reflexión determinada por esquemas previos y refleja la dificultad de integrar el pasado traumático de la guerra, la violencia y la represión –esa «difícil herencia» a la que se ha referido la antropóloga Sharon Macdonald− en una explicación mínimamente consensuada sobre los orígenes de nuestra democracia. No se trata de que el concepto tenga una parte de verdad, que sin duda la tiene, sino de cómo puede utilizarse instrumentalmente, precisamente por el carácter esquemático de toda metáfora, en sustitución de otros debates y reflexiones necesarios ante la demanda social de memoria. De ahí su contenido fluctuante, “líquido”, porque a menudo no es este lo que ha importado, sino su utilidad dentro de un discurso o narrativa. Además, ha sido un factor importante en la construcción de un canon de la cultura española contemporánea durante la etapa democrática, y ha influido notablemente en iniciativas educativas y culturales tanto del sector público como del sector privado.


Objetivos

Objetivos generales

El proyecto se propone estudiar la naturaleza del concepto “tercera España”, su origen, presencia y evolución en el discurso público desde el final la Guerra Civil, en las reflexiones del exilio republicano sobre la idea de España, y durante la dictadura franquista en la disidencia y la oposición interior, en relación con las ideas de transición pacífica y de reconciliación. Así como analizar e interpretar los usos públicos y políticos del concepto durante la Transición desde las distintas alternativas ideológicas, en los medios de comunicación y las políticas culturales de los gobiernos del PSOE y del PP desde 1982 hasta la actualidad.

Asimismo, constituye un objetivo general del proyecto estudiar la presencia del concepto en las narrativas sobre la historia reciente de España y en los debates políticos, culturales e historiográficos, en relación con los movimientos de recuperación de la memoria histórica desde mediados de los años 90 hasta hoy.

Por último, el proyecto va a comparar la presencia y los usos de conceptos o imágenes con una función equiparable en otras sociedades europeas divididas por guerras civiles y con transiciones a la democracia desde una dictadura, en particular los casos de Italia, Francia y Grecia.

El cumplimiento de todos estos objetivos permitirá describir y explicar la naturaleza del concepto de “tercera España”, su lugar dentro de la historia del pensamiento político español y sus usos en los discursos públicos, en estrecha relación con las reflexiones sobre la violencia política, sobre los conflictos de legitimidades y las raíces intelectuales de la democracia española.

Objetivos específicos

Llevar a cabo una recogida de información documental, hemerográfica y bibliográfica, con especial atención al ensayismo y las revistas culturales del exilio y de la oposición interior durante el periodo entre 1939 y 1975. También de los debates parlamentarios y de la prensa y los medios de comunicación (televisión, radio) para el periodo comprendido entre 1975 hasta hoy.

Buscar y analizar su presencia en las obras de creación, en particular la literatura y el cine, así como los debates culturales e historiográficos a los que ha dado lugar.

Construir con todo ello un corpus documental en una base de datos accesible en un primer momento a los componentes del proyecto y, más adelante, a la comunidad científica en general.

Crear y llenar de contenido una página web con los progresos y los resultados del proyecto, de manera que este cumpla una misión de trasferencia social del conocimiento en un tema de especial relevancia e impacto público.

Difundir los resultados del proyecto en el ámbito académico, a través de artículos y dosieres monográficos en revistas especializadas, la publicación de una obra colectiva y un congreso internacional. En el caso de que este no pudiera realizarse a causa de la situación sanitaria se propone la realización de un vídeo documental sobre el tema con entrevistas a los miembros del proyecto y otros especialistas externos.