Revista 291
El primer número de la revista 291 apareció en marzo de 1915, y terminó en febrero de 1916. Sus creadores fueron Alfred Stieglitz, Marius de Zayas, Agnes E. Meyer y Paul Haviland y se publicaron un total de doce números. El estadounidense Stieglitz sobresale entre los promotores y defensores del arte moderno de la primera mitad del siglo XX, siendo reconocido tanto por su obra fotográfica, sus textos en la revista Camera Work, así como por fundar la galería de arte 291 en Nueva York. En 1913, Stieglitz reunió en torno a su galería a un círculo de artistas e intelectuales como el artista y escritor mexicano Marius de Zayas, la coleccionista de arte y periodista Agnes E. Meyer y el fotógrafo y crítico de arte Paul Haviland, entre otros. Con ellos arrancó, en 1915, el proyecto de una revista con la que poner en valor el arte moderno americano y europeo, además de sirviera para promocionar la propia galería, de ahí que llamara a la revista 291 también[1]. Además de ellos, colaboraron en la revista otras figiras destacads del panorama artístico moderno, como Francis Picabia, Max Jacob, Katherine Rhoades, John Marin y otros artistas de vanguardia, completándola con la reproducción de sus obras, poemas, ensayos o reseñas.
En líneas generales, la revista tiene una extensión de entre cuatro a seis páginas por número; cabe destacar que 291 se presenta al público como una obra de arte en sí misma, y no tanto como revista de arte común. Los textos están escritos en dos idiomas, inglés y francés; y en cuanto a sus contenidos se advierte la interrelación entre distintas disciplinas artísticas. Los doce números publicados son similares en sus contenidos y temáticas, incluyendo poemas, ensayos o fotografías de obras de arte en consonancia con los textos que acompañan. Respecto a su corta duración, se puede apuntar que esta se deba del contexto bélico que sirve de telón de fondo a sus años de publicación.
Parte de la crítica e historiografía ha calificado a 291 como “declaración proto-dadaísta”[2], puesto que sus contenidos e intereses ofrecían a los artistas europeos refugiados en Nueva York experimentar con sus obras y crear un lenguaje que ahora se identifica próximo al Dadaismo, un movimiento apoyado y considerado por Stieglitz. Esto queda ejemplificado en la aclamada reseña firmada por el historiador del arte William Innes Homer, quien definía 291 como la “publicación más avanzada” de su momento[3]. También, debe mencionarse que la revista se publicó en dos ediciones: una estándar, impresa en papel blanco pesado, y una edición de lujo, limitada a 100 copias, impresa en vitela japonesa y con formato de folio grande. Sin embargo, la revista no atrajo a muchos lectores y los costes de producción se volvieron insostenibles[4], lo cual se puede apuntar como otras de las razones de su corta duración. No obstante, el proyecto, o el espíritu, fue en cierta manera continuado por Francis Picabia, quien funda la revista 391 en Barcelona en 1917, un título que rinde homenaje -y lo supera- a la revista de Stieglitz.
Para una mayor apreciación de los intereses y fines de la revista, se analizará el último número, publicado en mayo de 1916. Se compone de un poema y tres ensayos, acompañados por dos fotografías; el conjunto de materiales se relaciona temáticamente entre sí, pues abordan cuestiones referidas al arte negro y su recepción, asunción y puesta en valor como modelo plástico-estético por gran parte de los artistas modernos. La portada de ese número 12 está dominada por la fotografía de una figura relicario Kota de Ogouée-Congo, proveniente de la zona del río Ogüé (actual República del Congo y Gabón). A continuación, la revista se abre con el poema de Katharine Rhoades titulado Narcosis, con una puesta en página novedosa de texto y ritmo libres, próximo al dadaísmo y en consonancia con otros poemas publicadas en el conjunto de la revista. El poema apela en varias ocasiones a la monotonía del arte, aquel sometido a reglas academicistas y como esa monotonía se rompe con la consideración del arte negro por parte de los artistas de las primeras décadas del siglo y el empleo e incorporación de ciertos elementos expresivos y plásticos en su trabajo. El poema se erige en una defensa del arte negro, que considera diferente y sugerente comparado con ese arte academicista sujeto a leyes que frenan la libertad que los artistas de vanguardia abanderan. En esa misma página se incluye el texto de Marius de Zayas, titulado “Modern Art… Negro Art…”, donde afirma que el arte moderno es un arte de descubrimientos y atribuye a Picasso el haber descubierto el arte negro.
El segundo ensayo, “Vivimos en un mundo”, lo firma el pintor Francis Picabia; en él se ocupa de la naturaleza del arte y llama la atención el modo cómo termina su ensayo: “Sostengo (...) que la pintura de hoy es la expresión más veraz y pura de nuestra vida moderna”. En opinión de varios críticos, podría tratarse solo una apreciación de sus compañeros artistas, aunque otros piensan que es un comentario dadaísta en el que se burla del arte de la actualidad[5]. Cabe señalar que ese último número de 291 fue publicado en el mismo mes en el que Tristan Tzara organizó la primera soirée en el Cabaret Voltaire en Zúrich, un hecho que marcó el nacimiento del movimiento Dada. Bajo el texto de Picabia se reproduce la escultura Jugador de tenis sirviendo, del cubista Adelheid Lange Roosevelt, un artista conocido de Marius de Zayas. El tercer texto es un ensayo del escritor francés Max Jacob, titulado “La Vie Artistique”; en él presenta un diálogo entre varios personajes -un crítico de arte, un poeta, un cronista, entre otros- en donde se defiende la importancia del arte moderno y al papel que el arte negro juega en la renovación plástica, y para ello se mencionan los nombres de varios artistas vanguardistas como prueba, frente al arte anterior, más refinado y que defiende el cronista.
En conclusión, 291 aborda y escenifica la importancia que tuvo el redescubrimiento del arte negro y la integración de sus características en el arte de vanguardia. Su publicación coincide -y ella misma participa- con un momento de auge para las revistas de arte, las cuales se propusieron y consiguieron la difusión de los nuevos principios estéticos y plásticos que se encontraban en la base del nuevo arte con el que se iniciaba el siglo, entre ello, como se reconoce en 291, el protagonismo del arte negro y primitivo como agente plástico de modernidad.
Notas
[1] WHELAN, R. (1995). Alfred Steglitz: a biography, Nueva York: Little Brown & Co, pp. 350-351.
[2] HOFFMANN, K. (2004). Stieglitz: Una luz que comienza. New Haven: Estudio de Prensa de la Universidad de Yale, p. 264.
[3] HOMER, W. I. (1977). Alfred Stieglitz y la vanguardia americana. Boston: Sociedad Gráfica de Nueva York, p. 194.
[4] WHELAN, R., Op. cit. (nota 1), pp. 341-342.
[5] TASHJIAN, D. (1975). Rascacielos primitivos: Dada y la vanguardia estadounidense 1910-1925. Middletown: Prensa de la Universidad Wesleyana, p. 48.
Bibliografía
HOFFMANN, K. (2004). Stieglitz: Una luz que comienza. New Haven: Estudio de Prensa de la Universidad de Yale.
HOMER, W. I. (1977). Alfred Stieglitz y la vanguardia americana. Boston: Sociedad Gráfica de Nueva York.
TASHJIAN, D. (1975). Rascacielos primitivos: Dada y la vanguardia estadounidense 1910-1925. Middletown: Prensa de la Universidad Wesleyana.
WHELAN, R. (1995). Alfred Steglitz: a biography, Nueva York: Little Brown & Co.
La revista 291 en la Biblioteca de la UCM
Otros enlaces de interés
Palabras clave
Revista, arte, vanguardia, Alfred Stieglitz, Marius de Zayas, arte negro, Galería 291
Marta Arias Jiménez, Roberto Gamonal Colmenar, Javier Peregrín Pizarro, Carolina Rodríguez López
Grado en Historia del Arte, 3er curso, 2021-2022