Análisis publicidad y dibujos
Anuncios de Gallo I. Febrero de 1938. Fuente propia.
Anuncio promocional del estreno del Sargento Malacara. Gallo I. Febrero de 1928. Fuente propia.
Anuncios de Gallo II. Abril de 1928. Fuente propia.
Anuncios de Gallo II. Abril de 1928. Fuente propia.
Dibujo del gallo del anverso de Gallo I. Salvador Dalí. Febrero de 1928. Fuente propia.
Dibujo de un arlequín. De la serie de Los putrefactos. Salvador Dalí. Gallo I. Febrero de 1928. Fuente propia.
Gallo esquemático. Salvador Dalí. Gallo I. Febrero de 1928. Fuente propia.
Dibujo de la Novillada poética. Joaquín Peinado. Gallo II. Abril de 1928. Fuente propia.
Cuadro de Picasso realizado hacia 1914. Gallo II. Abril de 1928. Fuente propia.
Portada de Pavo. 1928. Fuente propia.
Publicidad
Como en toda revista, la publicidad en Gallo juega un papel primordial, dado que es gracias a los anuncios de las diferentes empresas publicitadas por lo que la publicación de los dos números de Gallo es posible. Esto es algo bastante extraño, ya que en las revistas de la época de la Generación del 27 no aparecían anuncios, algo que diferencia a Gallo, donde estos responden a una finalidad económica. Lorca no se atrevía a pedir dinero a sus padres, por lo que Francisco García Lorca y Antonio González Cobo fueron los encargados de solicitar estos servicios para costear la revista.[1] Es importante señalar que aunque Lorca justificó los anuncios diciendo que daban un aire moderno a la revista, este se avergonzaba de tener que incorporarlos.
Los anuncios en Gallo son fundamentales para poder conocer de una mejor manera la sociedad granadina de la época, ya que una de las características principales que salta a la vista del lector es el elevado número de anuncios que pertenecían a establecimientos y empresas situadas en la ciudad de Granada, no encontrándose ningún anuncio que exceda estos límites geográficos. Esto nos da una idea de cómo esta revista tenía una finalidad, aparentemente, local, tal y como afirma Nicolás Antonio Fernández: “los anuncios, a pesar de su selección, hunden a la revista, al menos formalmente, en los vientos provincianos”.[2]
En lo que se refiere a los criterios de selección de los anuncios, el citado autor comenta que: “las exigencias económicas prevalecen sobre los demás criterios, entre ellos, el de la pureza del arte o la huida de la imagen localista”.[3]
De esta manera, podemos señalar que, formalmente, en Gallo I y Gallo II los anuncios se distribuyen en ocho páginas en total, cuatro al inicio y cuatro al final (en cada uno de los dos números).
- Los anuncios en Gallo I.
Recogiendo el sistema de distribución de anuncios anteriormente mencionado, Gallo I va a mostrar un gran número de empresas anunciadas, muchas de las cuales luego van a volver a promocionarse en Gallo II, aunque algunos anuncios van a ser sustituidos por otros.
Llama especialmente la atención que estos anuncios pueden ser agrupados en varios núcleos temáticos, en función de la finalidad o el producto que venden. Por una parte encontramos anuncios de alimentación, especialmente de productos de repostería, como Chocolates San Antonio y López Mezquita Hermanos. Confitería y pastelería. Otro apartado es el de los anuncios de cines, como el Salón Regio (cuya butaca valía 30 céntimos), la Casa Guzmán, óptica, fotografía y cines y la introducción de una reseña de la obra El sargento Malacara, de la Metro Goldwyn Mayer, protagonizada por Lon Chaney, Eleanor Bordman y William Haines, que se estrenó en Granada el 9 de marzo de 1928. También hay anuncios referentes a productos textiles, como los grandes almacenes de tejidos La Paz, Enrique L. Jimena: géneros especiales para trajes de vestir y El Siglo-Gran Sastrería y Pedro Embiz: tejidos de algodón. Una sección menor es la de los anuncios de hoteles, destacando el Real Hotel Washington Irving (que, según se afirma en la publicidad, contaba con agua fría y caliente en todas las habitaciones y con garage) y el Gran Hotel París (con calefacción y ascensor). Destacables son los anuncios de la revista dedicados a la construcción, tales como: Torres y López Hermanos: mosaicos, tubos de cemento y azulejos, Nuestra Señora de los Dolores: fábrica de cemento Portland artificial y Enrique Mendoza: lampistería y aparatos de calefacción. Especial mención merece el apartado de empresas vinculadas con la redacción e impresión de revistas, como: la Librería Enrique Prieto (que publicaba obras nacionales y extranjeras) o la Exposición y venta Paulino Ventura Traveset, dedicada a la venta de máquinas de escribir como Urania, Urania Piccola y Perkes, que, además, era la empresa encargada de imprimir los volúmenes de esta revista. Por último, destaca una serie de anuncios (muy especiales, en cuanto a que son los únicos de su campo de venta), entre los que destacan: L'Abeille, una compañía francesa de seguros fundada en 1887, con sede en Granada, y la empresa de José María Domínguez Nieto, encargada de vender vehículos Oakland, Cadillac y Chevrolet.
De esta manera, y atendiendo a los anuncios que se mostraban en las páginas de la revista Gallo, podemos observar cómo estos anunciaban objetos nuevos, propios de la modernidad y de los avances industriales de la época, como el cemento Portland o los automóviles. Es evidente que estos anuncios iban dirigidos a un público de clase media-alta, que podía permitirse este tipo de lujos, así como la ropa exclusiva, las estancias en hoteles con agua caliente y ascensores y los productos de repostería.
- Los anuncios en Gallo II.
Al igual que en el primer número de Gallo, publicado en febrero de 1928, el segundo número, publicado en abril, incorpora un elevado número de anuncios que servían de patrocinadores de la revista. Muchos de estos anuncios son muy relevantes, dado que son diferentes a los de Gallo I. Entre ellos destacan el del Café Imperial, situado en la acera del Casino, La fotografía, cinematografía y aparatos científicos Baldomero Martín, de la que se dice que es la primera casa de óptica en Andalucía, el Reservado para la Casa Arnau y la empresa de tejidos La Innovación. Lo especial de estos anuncios es que se sitúan en partes muy centrales de la ciudad de Granada, como la Avenida de los Reyes Católicos (ya había empresas anunciadas en Gallo 1 situadas en esta calle) y la Gran Vía de Colón, dos vías muy comerciales de la ciudad donde se situaban los negocios más lujosos. Esto recalca la idea de una revista para un público culto y pudiente, así como el localismo de la misma.
Los dibujos de Gallo
La revista, además de contar con anuncios, mostraba al espectador un elevado número de ilustraciones correspondientes a dibujos realizados específicamente para la misma. Estos fueron creados por el pintor surrealista Salvador Dalí, amigo de Federico García Lorca, al que conoció en la Residencia de Estudiantes en 1923.
La relación entre Lorca y Dalí pasó por numerosos altibajos. Al principio, esta se caracterizó por una gran fluidez que se evidencia en las cerca de setenta y cuatro cartas enviadas entre ambos, en las que muchas aparecen flirteos y referencias sexuales, por lo que se ha llegado a especular en la posibilidad de un romance entre ambos. Esta buena relación poco a poco fue enfriándose (como muestra la desaparición, casi total, de Dalí en Gallo II) y haciéndose más tensa, llegando incluso Dalí a dedicarle su celebérrimo cortometraje Un perro andaluz.
Ya centrándonos en los dibujos, hay que señalar que Dalí realizó el logotipo principal, y símbolo de la revista, un gallo que se situaba tanto al inicio de la publicación como al final, y que se convirtió con el paso del tiempo en un símbolo de la ciudad de Granada. Sin embargo, y pese a que el diseño de los gallos son iguales, podemos observar una notable diferencia, el gallo del anverso se realiza en tinta verde, mientras que el del reverso se pinta con tinta roja. Esto es una característica que posteriormente se repetirá en la segunda edición de Gallo. Es importante destacar que la inspiración de Lorca para llamar así a la revista y para estas ilustraciones podría haber sido el gallo bordado por Paquita Raya que se situaba en la redacción del Defensor de Granada.[4]
- Los dibujos en Gallo I.
Además de los anteriormente citados dibujos de los gallos que se situaban al inicio y final de la revista, Dalí pintó un tercero, que también se repitió en Gallo II. Este se sitúa al inicio de la publicación, justo después de la última página de anuncios, y encabezando el artículo “Historia de este gallo”. El dibujo se caracteriza por ser muy esquemático, con un cuerpo creado a partir de una línea ondulada, en cuyo extremo aparece el rostro formado por un pico, una cresta y un ojo de perfil, los únicos elementos que nos permiten reconocer al animal.
El siguiente dibujo de Dalí se sitúa en la cuarta página, justo al final del artículo “Historia de este gallo”. Este representa el rostro de un hombre de perfil, pintado de forma muy esquemática a la manera cubista, del que solo diferenciamos una enorme oreja, la prominente nariz y lo que parece ser un gorro de marinero. Sabemos, por lo que nos dice Nicolás Antonio Fernández[5], que Santos Torroella incluyó este dibujo, y los que le siguen en este número, en la serie de Los putrefactos.
La siguiente ilustración, en la página ocho, representa a otro hombre, esta vez de frente, tocando un instrumento que mezcla violonchelo y guitarra, mientras que mira a su lado izquierdo. Este también pertenecía a la serie de Los putrefactos y seguía la línea cubista del primero. Según Santos Torroella se trata de un autorretrato de Dalí vestido de Arlequín.
Otro dibujo, de la serie de Los putrefactos, que Marie Laffranque[6] cataloga como un individuo entre burócrata y profesor de psicología, se puede localizar en la página 12. Representa a un hombre vestido con una bata de laboratorio, cuya cabeza destaca por su excesivo tamaño, que la hace parecer un globo hinchado. Reseñable es, también, la barba que nos recuerda, de manera muy esquemática, al rostro de un toro.
El último dibujo de esta serie de Los putrefactos, representa a un marinero a la manera cubista, que fuma una pipa mientras eleva su mano izquierda, en la cual presenta un pañuelo con el que hace un gesto de despedida al lector de la revista.
Para concluir, hay que mencionar otro dibujo, cuya atribución a Dalí no resulta del todo clara. Este representa un pequeño cetáceo y se sitúa justo antes del inicio de las notas editoriales.
- Los dibujos en Gallo II.
El segundo número de Gallo, publicado en abril de 1928, tan solo dos meses después del primero, se caracteriza por el reducido número de dibujos que ilustran sus páginas, a diferencia del primero. Esto se debe, en buena medida, a la inclusión de varias fotografías de cuadros de Picasso para ilustrar el artículo: "Picasso" de Sebastián Gasch, y al alejamiento entre Lorca y Dalí, que ya se estaba dando en este momento y que repercute en la reducción drástica del número de dibujos del autor surrealista en este número.
El primer dibujo que encontramos es el gallo esquemático de Dalí que encabeza el artículo que Gasch dedicó a Picasso. Este repite el mismo esquema de composición explicado anteriormente (cuerpo ondulado con cara de perfil en la que se observa el pico, la cresta y el ojo de frente). Este artículo también incorpora dos ilustraciones de cuadros de Pablo Picasso, no identificados, el primero una pintura de 1927 y el segundo de 1914.
El dibujo más llamativo de Gallo II lo podemos localizar en la octava página, antecediendo el artículo "Novillada poética". Se trata de la representación de un toro de manera muy esquemática, a la manera cubista, con el rostro en blanco, del que se diferencia sólo el ojo derecho, el cuerpo en negro con banderillas y espadas clavadas y los capotes en negro. Este dibujo fue realizado por el pintor Joaquín Peinado.
En la página 11, aunque no se trata de un dibujo en sí, se representan unas letras árabes que anteceden un artículo de temática orientalizante de José Navarro Pardo. Tras este mismo artículo se coloca la imagen de un cuadro de Picasso de 1921, que según se nos dice existía en la colección de Paul Rosenberg, en París.
El último dibujo, situado en la página 19, en medio de un diálogo de Federico García Lorca titulado: "La doncella, el marinero y el estudiante", muestra la representación de un rostro que se simplifica a un rombo, y del que sólo se distingue la nariz, la boca y un ojo. Este dibujo, cuyo autor se desconoce, ha sido atribuido por algunos autores como Nicolás Antonio Fernández al anteriormente citado Joaquín Peinado.
- Revista Pavo.
Pavo, a diferencia de Gallo, va a caracterizarse por la falta de dibujos de autores relevantes como Joaquín Peinado o Salvador Dalí. Los dibujos en este pliego se limitan a la representación de un sillón en la portada de la publicación, bajo el título de la revista, y la ilustración de seis sombreros, cuatro chisteras, y dos sombreros de tipo deerstalker.
Notas
[1] Fernández, N. A. (2012). Federico García Lorca y el grupo de la revista gallo. Caja Granada. p. 353.
[2] Ibidem. p.354.
[3] Ibidem. p. 355.
[4] Ibidem. p.369.
[5] Ibidem.
[6] Ibidem. p.370.
Bibliografía
Fernández, N. A. (2012). Federico García Lorca y el grupo de la revista gallo. Caja Granada.
Rodrigo Martín Rodríguez. Grado en Historia del Arte, 3er curso, 2021-2022