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Dorado

Se trata de una técnica decorativa que consiste en aplicar una delgada capa de oro en superficies sólidas, en materiales como la madera, la piedra o la piel. Así, se le da al objeto una apariencia dorada en vez de bañarlo en oro sólido, debido a su alto coste. Además, no se empaña, tal y como pasa con la plata. Normalmente, las funciones más importantes del dorado eran dar un aspecto decorativo, valioso o prestigioso a los objetos.

Su origen reside en tiempos egipcios, donde, gracias a Heródoto, se sabía ya que doraban maderas y metales; en la Antigua Grecia se ha encontrado dorado en los techos de los propileos. Más tarde, Plinio el Viejo narra que el primer dorado fue realizado después de la destrucción de Cartago, en los techos de sus templos y palacios, siendo el Capitolio el primer lugar donde se utilizó. 

En la encuadernación se cree que pudo tener su origen en el mundo islámico Mediterráneo y desde ahí expandirse a la Europa Occidental. Los primeros ejemplares que incluyen esta técnica en las cubiertas datan, al menos, del siglo XIII[1]. En el Renacimiento destacan las encuadernaciones de Aldo Manuzio realizadas con esta técnica.

Es común utilizar pan de oro sobre superficies ya preparadas con arcilla (bol armenio) u otra imprimación cuando se aplica sobre superficies como el pergamino de los manuscritos iluminados o las tablas de los cuadros. En encuadernación, el dorado se fija a la piel por el efecto del calor, mediante hierros de mano, ruedas, paletas o planchas, humedeciendo previamente la piel con clara de huevo y controlando que la temperatura no funda el oro o queme la piel[2].




[1] ALTAMIRANO ANTONIO, Juan Carlos, El dorado en la encuadernación. En línea: https://www.oaxaca.gob.mx/ageo/el-dorado-en-la-encuadernacion/ 

[2] LENORMAND, Louis Sébastien, Manual del encuadernador: teórico y práctico, al gusto del día, Barcelona, Manuel Saurí, 1846, p. 179.


Aida Pujol y Mariana Sánchez