Cubiertas
Se entiende como cubierta cada una de las partes, anterior y posterior, que cubre los pliegos de un libro[1].
Las primeras cubiertas aparecen en el siglo V con el paso de los rollos de papiro al códice y estaban diseñadas únicamente con el objetivo de proteger el libro, de manera que la estética no importaba (el valor estético tomó su importancia siglos después). Por tanto, las primeras cubiertas carecían de cualquier tipo de ornamentación, exceptuando el nombre de la obra o del autor, que se ponía en el lomo[2]. A partir de la Alta Edad Media las cubiertas comenzaron a decorarse para honrar un contenido sagrado o de prestigio, convirtiendo al libro en un objeto de lujo.
A lo largo de la historia, la elaboración de las cubiertas ha ido cambiando sus materiales, empleando algunos como madera, esmalte, metal, seda, terciopelo, piel y pasta. En el período medieval, las cubiertas eran de madera, a menudo reforzadas con piezas de metal y con cierres en forma de botones o candados. Muchas también iban revestidas con piel y, a veces, también estaban adornadas con trabajos de orfebrería en oro, plata, esmaltes y piedras preciosas.
Las cubiertas de piel surgen por la dificultad de transportar los libros. Por ello, aparecen dos modelos: en forma de cartera y el libro de cintura (sobre todo para los monjes).
Las técnicas decorativas eran: el dorado, con aplicación de pan de oro (añadido con un aglutinante que era el huevo); el gofrado, que consistía en hacer relieves sobre la piel con hierros calientes; el decorado de los cortes, que comenzó a partir del siglo XII porque los libros se empezaron a colocar en las estanterías de forma vertical; el coloreado de las pieles, es decir, teñir la piel para que tuviera un color diferente; y el jaspeado, que eran detalles que se le daban a la piel a partir de distintos procesos con tinta. Entre las técnicas del jaspeado, destacan la “pasta española” y la “pasta valenciana”[3].
Actualmente, el diseño y los materiales de las cubiertas han cambiado y han adquirido una importancia a la hora de vender, ya que es importante que el diseño resulte atractivo. Hoy en día se dividen en: tapa rústica (hechas con cartulina gruesa que se pega con cola a las hojas del libro por la parte del lomo) y tapa dura (elaboradas con cartón, que se puede forrar con papel o tela). Con el paso del tiempo, el proceso de encuadernación ha aumentado su velocidad, pues, mientras que antes lo importante era el libro, ahora lo es la cantidad de producción y de ventas. Su decoración ahora puede estar constituida por imágenes (ya sean fotografías o dibujos), de escenarios o personas reales, o de diferentes diseños. Todos estos detalles se elaboran a partir de su impresión sobre la cubierta. Por esta razón, es menos costoso, tanto de elaboración como económico.
[1] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, “cubierta”, Diccionario de la lengua española. En línea: https://dle.rae.es/cubierta
[2] MANGUEL, Alberto, “Breve historia de las cubiertas”, El País, 15/01/2011. En línea: https://elpais.com/diario/2011/01/15/babelia/
[3] CARPALLO BAUTISTA, Antonio, Esbozos de la encuadernación artística española, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2017. En línea: http://libros.csic.es/product_info.php/