Campos electromagnéticos y salud pública
Entre las fuentes comunes de campos de radiofrecuencias cabe citar las siguientes: monitores y pantallas (3 - 30 kHz), aparatos de radio de amplitud modulada (30 kHz - 3 Mhz), calentadores industriales por inducción (0,3 - 3 MHz), termoselladores, aparatos para diatermia quirúrgica (3 - 30 Mhz), aparatos de radio de frecuencia modulada (30 - 300 Mhz), teléfonos móviles, receptores de televisión, hornos microondas, aparatos para diatermia quirúrgica (0,3 - 3 Ghz), aparatos de radar, dispositivos de enlace por satélite, sistemas de comunicaciones por microondas (3 - 30 Ghz) y radiaciones solares (3 - 300 Ghz).
Los campos de radiofrecuencias de más de 10 Ghz son absorbidos por la superficie de la piel, y es muy poca la energía que llega hasta los tejidos interiores. La cantidad dosimétrica básica para campos de radiofrecuencias de más de 10 Ghz es la intensidad del campo medida como densidad de potencia en vatios por metro cuadrado (W/m2) o, para campos más débiles, en milivatios por metro cuadrado (mW/m2) o en microvatios por metro cuadrado (mW/m2). Para que la exposición a campos de más de 10 Ghz produzca efectos perjudiciales para la salud, tales como catarata ocular y quemaduras cutáneas, se requieren densidades de potencia superiores a 1000 W/m2. Esas potencias, que no tienen lugar en la vida diaria, se producen en las inmediaciones de radares potentes, pero las normas vigentes en materia de exposición prohíben la presencia humana en esas zonas.
Los campos de radiofrecuencias de 1 Mhz a 10 Ghz penetran en los tejidos expuestos y producen calentamiento debido a la absorción de energía realizada. La profundidad de penetración del campo de radiofrecuencias en el tejido depende de la frecuencia del campo, siendo mayor en el caso de frecuencias bajas. La absorción por los tejidos de energía procedente de los campos de radiofrecuencias se mide como coeficiente de absorción específica en una masa tisular determinada. La unidad de absorción específica es el vatio por kilogramo (W/kg). El coeficiente de absorción específica es la cantidad dosimétrica básica para campos de radiofrecuencias de 1 Mhz a 10 Ghz aproximadamente. Para que se produzcan efectos perjudiciales para la salud en las personas expuestas a campos situados en este intervalo de frecuencia, se necesita un coeficiente de absorción específica de 4 W/kg. Esos niveles de energía se encuentran a decenas de metros de potentes antenas de frecuencia modulada, situadas en el extremo de altas torres, es decir, en zonas inaccesibles al público en general. La mayor parte de los efectos perjudiciales para la salud que pueden producirse por la exposición a campos de radiofrecuencias de 1 Mhz a 10 Ghz se asocian a respuestas a procesos de calentamiento inducido, cuyo resultado son aumentos de la temperatura superiores a 10 C.El calentamiento inducido en los tejidos corporales puede provocar diversas respuestas fisiológicas y termorreguladoras, en particular una menor capacidad para desempeñar tareas mentales o físicas a medida que aumenta la temperatura corporal. El calentamiento inducido puede afectar al desarrollo del feto. Para que se produzcan anomalías congénitas es necesario que la temperatura del feto aumente de 21 C a 31 C durante horas. El calentamiento inducido puede afectar también a la fecundidad masculina y favorecer la aparición de cataratas oculares).
Los campos de radiofrecuencias de menos de 1 Mhz no producen calentamientos apreciables. Más bien inducen corrientes y campos eléctricos en los tejidos, que se miden en función de la densidad de corriente en amperios por metro cuadrado (A/m2). La densidad de corriente es la cantidad dosimétrica básica para campos con frecuencias inferiores a 1 Mhz, aproximadamente. Las numerosas reacciones químicas inherentes a los procesos vitales se asocian a corrientes normales "básicas" de unos 10 mA/m2. Las densidades de corriente inducida que excedan de 100 mA/m2como mínimo pueden perturbar el funcionamiento normal del organismo y causar contracciones musculares involuntarias.
Exposición a campos de radiofrecuencias y cáncer: según los datos científicos de que se dispone actualmente, es poco probable que la exposición a esos campos origine o favorezca el desarrollo de cánceres.
Los estudios sobre el cáncer realizados en animales no han aportado datos convincentes sobre una mayor incidencia de tumores. Según un reciente estudio, los campos de radiofrecuencias similares a los utilizados en las telecomunicaciones móviles aumentan la incidencia del cáncer en ratones modificados genéticamente que hayan estado expuestos en la proximidad (0,65 m) de una antena de transmisión de radiofrecuencias. Se emprenderán nuevos estudios para determinar la relación de esos resultados con el cáncer en el ser humano.
En muchos estudios epidemiológicos (sobre salud humana) se ha examinado la posible relación entre la exposición a campos de radiofrecuencias y el riesgo excesivo de cáncer. Hasta la fecha, esos estudios no aportan información suficiente para evaluar con propiedad el riesgo de cáncer causado en el ser humano por la exposición a radiofrecuencias, ya que los resultados que presentan son contradictorios. Este hecho puede explicarse por las diferencias en el diseño, la ejecución y la interpretación de los estudios, en particular en la identificación de poblaciones notablemente expuestas a la acción de radiofrecuencias y en la evaluación retrospectiva de esa exposición. El Proyecto Internacional CEM fomenta la coordinación de las investigaciones en ese sector.
Se ha notificado que la exposición a campos de radiofrecuencias de baja intensidad, insuficiente para producir calentamiento, altera la actividad eléctrica del cerebro en gatos y conejos, al modificar la movilidad de los iones de calcio. Este efecto se ha constatado asimismo en tejidos y células aislados. Otros estudios han sugerido que la acción de los campos de radiofrecuencias cambia el ritmo de proliferación de las células, altera la actividad de enzimas o afecta al ADN celular. Sin embargo, esos efectos no están bien demostrados, ni sus consecuencias para la salud humana se conocen lo suficiente como para restringir por ese motivo la exposición humana.
Interferencia electromagnética y otros efectos: Los teléfonos móviles, al igual que otros muchos aparatos electrónicos de uso común, pueden causar interferencias en otros equipos eléctricos. Por ello, se debe obrar con precaución al utilizar esos teléfonos, en particular en las proximidades de equipo electromédico sensible usado en unidades hospitalarias de cuidados intensivos. En raras ocasiones, los teléfonos móviles pueden asimismo causar interferencias en otros aparatos médicos, tales como marcapasos cardiacos y audífonos. Los individuos que utilicen esos aparatos deben ponerse en contacto con su médico para determinar la sensibilidad de sus productos a esos efectos.
Los campos de radiofrecuencias procedentes de fuentes naturales tienen potencias específicas muy bajas. Así, la intensidad de los rayos solares -la principal fuente natural- es inferior a 0,01 mW/m2. Las fuentes artificiales, que emiten la mayoría de los campos de radiofrecuencias existentes en el entorno inmediato, pueden dividirse según se localicen en la comunidad, el hogar o el lugar de trabajo.
La mayor parte de los campos de radiofrecuencias observados en el entorno proceden de receptores de radio y televisión comerciales y de equipos de telecomunicaciones. La exposición a radiofrecuencias emitidas por estos equipos es, en general, inferior a la relativa a los aparatos de radio o televisión.
Entre las fuentes domésticas de radiofrecuencias figuran los hornos de microondas, los teléfonos móviles, los dispositivos de alarma antirrobo, las pantallas y los televisores. Los hornos de microondas, que en principio podrían originar niveles de radiofrecuencias muy elevados, están sujetos a normas de calidad del producto que limitan las fugas.
También existen varios procesos industriales que utilizan campos de radiofrecuencias, como por ejemplo los calentadores dieléctricos empleados para laminación de maderas y sellado de plásticos; los calentadores por corrientes de inducción y los hornos de microondas para uso industrial; el equipo de diatermia quirúrgica para tratar el dolor y la inflamación de tejidos orgánicos; y los aparatos de electrocirugía para cortar y soldar tejidos. Existe la posibilidad de que el personal que trabaja con esos sistemas sufra una exposición excesiva, especialmente en las actividades relacionadas con el calentamiento o sellado industriales mediante radiofrecuencias o con el manejo de unidades de diatermia quirúrgica. Los campos de radiofrecuencias en las proximidades del equipo utilizado en el lugar de trabajo pueden ser superiores a varias decenas de W/m2. Todos esos niveles de exposición están reglamentados a nivel nacional e internacional.
Por ello nuevamente, existen normas internacionales que limitan la emisión de señales electromagnéticas de dichos sistemas.